Tribuna:Ligera

El apoyo musical en las elecciones

La primera conclusión que miles de políticos norteamericanos e internacionales van a extraer de los resultados de estas elecciones es la de buscarse inmediatamente amigos en la industria del disco, concretamente en el apartado de rock y música ligera, porque ellos han sido actores decisivos de ese gran espectáculo que son las elecciones norteamericanas, de su escena final con el triunfo de uno de los candidatos.Antes ya del escándalo Watergate la Cámara de Representantes y el Senado habían comenzado a interesarse por los fondos económicos de las campañas de los candidatos. La enorme cantidad d...

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La primera conclusión que miles de políticos norteamericanos e internacionales van a extraer de los resultados de estas elecciones es la de buscarse inmediatamente amigos en la industria del disco, concretamente en el apartado de rock y música ligera, porque ellos han sido actores decisivos de ese gran espectáculo que son las elecciones norteamericanas, de su escena final con el triunfo de uno de los candidatos.Antes ya del escándalo Watergate la Cámara de Representantes y el Senado habían comenzado a interesarse por los fondos económicos de las campañas de los candidatos. La enorme cantidad de fraudes, chantajes, presiones, desfalcos, contribuciones ilegales, etcétera, hicieron que toda América pusiera sus ojos en esos fondos y que se limitaran las aportaciones personales a solo 1.000 dólares por cabeza. iAh!... Pero en esa ley se consideraban ilimitadas las aportaciones de actividades personales, tales como las derivadas de actuaciones públicas, recitales, conciertos y similares cuyos fondos íntegros podían pasar a las cuentas de los aspirantes al éxito en la carrera por la presidencia. Nadie llena hoy un gran estadio como los grandes nombres del rock o del show-bussiness en resumen, de la música, porque los actores de cine, muy buscados en otras épocas no pueden mantener durante hora y media la atención de la multitud, cara a cara, en una gira de intervenciones personales. En resumen, que un John Denver, o un Bob Dylan, o un Sinatra pueden aportar cientos de miles de dólares a la cuenta de un candidato con una semana de trabajo, lo cual puede servir para mantener el enorme tinglado de una campaña.

Los candidatos se lanzaron a la caza y captura del cantante; o mejor dicho, a la persecución de los hombres que mayor cantidad de artistas controlan, ya sea desde el management, desde los puestos ejecutivos de las compañías discográficas, o desde los cargos responsables de la programación musical de las emisoras. Desde esas posiciones se puede ejercer presión sobre los artistas para que sostengan y apoyen con su trabajo de unos días a «no importa quién» de los candidatos. Los cabeza de serie de cada una de estas especialidades en los últimos tiempos electorales son: Jerry Weintraub, del que dependen carreras tan importantes como las de Sinatra, Presley, Denver, Clapton, etc.; Phil Walden, propietario y director de la Capricorn Records, una de las compañías de crecimiento más rápido en la industria cinematográfica norteamericana, y Paul Drew, vicepresidente de la cadena radiofónica de RKO.

Desde luego, de los tres, el que parece haber ganado la partida con las elecciones, es Phil Walden, que desde hace ya tres años venía apoyando a Jimmy Carter en todas sus actividades políticas, desde la época en que todavía era gobernador de Georgia, estado donde comenzó Phil Walden su carrera en el mundo de la música junto a nombres importantes del soul como Otis Redding, Al Greeny Booker T. & the Mg's. Phil Walden podría convertirse de aquí a unos días en el primer ejecutivo de la industria del disco que pasara directamente a ocupar un puesto importante en la Administración norteamericana. La ayuda que ha aportado a Carter ha sido extraordinaria, a todos los niveles, sobre todo el económico.

Carter buscó su apoyo

El nuevo presidente norteamericano ya había intuido hace tiempo la importancia de los músicos en su camino hacia el poder ejecutivo estadounidense. Carter comenzó asistiendo a un par de fiestas de la compañía de Walden e incluso a unas sesiones de grabación. Luego cambió de sello discográfico, es un decir, e invitó oficialmente, como gobernador del estado, a Bob Dylan y a todos sus acompañantes, a tomar una copa tras un concierto. Después de esto Carter siempre se ha referido a Bob Dylan tratándole con la confianza de amigo. Ha llegado más allá y tras John F. Kennedy ha sido el segundo presidente norteamericano que en un acto oficial se ha referido a cantantes de rock o folk: Kennedy habló de Newport, Peter Paul y Mary y Joan Báez, y ahora Jimmy Carter, cuando aceptó la nominación presidencial del partido demócrata, citó a Bob Dylan en su discurso de aceptación de dicha candidatura.

Pero, en fin, el gran problema no es ahora el del nombramiento que esperan los hombres del disco y de la música que tanto han ayudado a Jimmy Carter, sino hasta qué punto se deberá modificar la ley electoral norteamericana en cuanto a las aportaciones de trabajo personal, o, simplemente..., qué terrible batalla se producirá dentro de un par de años para comenzar a reclutar a la gente del rock para un partido o el otro. Phil Walden estará en primera línea, y, probablemente con algo más de sus Picasso y Gauguin, de sus edificios de apartamentos y estudios de grabación, de sus clubs y de sus compañías editoras.

Lo cierto es que debemos ir haciéndonos a la idea de que en un plano similar nuestra canción española comenzará a dividirse en grupos claramente definidos. Si De Raymon graba temas dedicados a José Antonio y Francisco Franco, también es posible adquirir canciones dedicadas a Ho-Chi-minh o Ché Guevara, y para nadie es un secreto que Serrat atraerá masas a su grupo político, como Victor Manuel o Ana Belén y Miguel Ríos y Rosa León, que, entre otros muchos, ya se han definido a este respecto.

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