Crítica:

El origen y desarrollo histórico del arte

Con el título de La risa de los dioses acaba de publicarse la versión castellana de L'Amitié del escritor francés Maurice Blanchot. El mencionado libro se compone de una serie de ensayos críticos que tienen como objeto un amplio y variado temario: problemas como el origen y el desarrollo histórico del arte se conjugan con otros como la crítica de la industria cultural, el análisis de las manifestaciones del pensamiento contemporáneo (marxismo, estructuralismo, existencialismo, cte., el estudio de la obra literaria de algunos creadores (Klossowski, Duras, Camus, Leiris. Katka, cte...

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Con el título de La risa de los dioses acaba de publicarse la versión castellana de L'Amitié del escritor francés Maurice Blanchot. El mencionado libro se compone de una serie de ensayos críticos que tienen como objeto un amplio y variado temario: problemas como el origen y el desarrollo histórico del arte se conjugan con otros como la crítica de la industria cultural, el análisis de las manifestaciones del pensamiento contemporáneo (marxismo, estructuralismo, existencialismo, cte., el estudio de la obra literaria de algunos creadores (Klossowski, Duras, Camus, Leiris. Katka, cte.), produciéndose todo ello, por lo general, al hilo de la lectura de una serie de libros. Convendría advertir, al respecto, que este conjunto de lecturas, de índole tan variopinta como la citada, no constituye en modo alguno una reunión artificiosa de artículos dispersos, pues los temas tratados se suscitan e implican en un conjunto orgánico de correspondencias; de esta manera, se llega a una reflexión en torno al marxismo a partir del análisis de las obras de dos pensadores marxistas, de muy diferente biografía y talante intelectuales, como Gorz y Lefebvre; una meditación en torno a Kafka hace converger temas como el del hassidim y la Cábala; un ensayo de Bataille acerca del arte prehistórico y otro de Malraux sobre el «museo imaginario» dan origen a un profundo estudio sobre la significación y el devenir histórico del arte.... y así sucesivamente. De esta manera el lector es llevado, a través de una serie de referencias concretas, al centro de unas preocupaciones intelectuales que apuntan directamente al intento d e desentrañar el sentido de la cultura, específicamente la cultura contemporánea occidental.En la pretensión de deshacer el malentendido de un libro concebido como una mera amalgama de escritos dispersos, será oportuno recordar que comienza y acaba con una misma alusión al tema de la amistad, alusión enfatizada en la titulación original, y que contiene una clave importante para el sentido general de lo que se desarrolla entre medias. Esta alusión a la amistad tiene un perfil concreto en el recuerdo apasionado de Georges Bataille, uno de cuyos textos encabeza e impregna de sentido toda la obra: «mi amistad cómplice: es eso todo lo que mi humor aporta a los demás hombres». El propio Blanchot recoge, en las palabras finales, el eco de esta afirmación expresando su significación más penetrante y última: «Debemos renunciar a conocer a aquellos a quienes algo esencial nos une; quiero decir, debemos aceptarlos en la relación con lo desconocido en que nos aceptan, a nosotros también, en nuestro alejamiento. La amistad, esa relación sin dependencia, sin episodio y donde, no obstante, cabe toda la sencillez de la vida, pasa por el reconocimiento de la extrañeza común que no nos permite hablar de nuestros amigos, sino sólo hablarles no hacer de ellos un tema de conversación (o de artículos), sino el movimiento del convenio de que, hablándonos, reservan, incluso en la mayor familiaridad, la distancia infinita, esa separación fundamental a partir de la cual lo que separa, se convierte en relación». Precisamente ese convenio en la diferencia, esa proximidad en la lejanía, desglosa, ejemplarmente, las «conversaciones infinitas» que, al hilo de la amistad, mantienen, no dos historias concretas, sino la impersonal e intemporal relación que se constituye en torno a la experiencia radical de la escritura.

La risa de los dioses, de M

Blanchot. Madrid. Editorial Taurus. 1976.

Fue Bataille quien, en épocas de surrealismo combativo, senteció, de una vez por todas, el compromiso irrenunciable del creador, que, como tal, requiere para sí el acto supremo de rebeldía, y pudo así afirmar que si « la insumisión no se extiende al dominio de las imágenes y de las palabras no es entonces sino un rechazo de formas exteriores (como son el gobierno y la policía),cuando son las palabras y las imágenes ordenadas las causantes en nosotros de un sistema que, cosa por cosa, somete toda la naturaleza humana a la servidumbre». Blanchot se mantiene en las exigencias de este compromiso, sus comentarios críticos no pretenden recuperar didácticamente nada, ni intentan traducir el sentido irreductible de la creación literaria, por el contrario, muestran, transparentan, los límites de la narración como las huellas de una ausencia irrecuperable, nos llevan a la consciencia de que no existe más narración auténtica que la de un extravío; en él y por él nos aproxima a la soledad y el silencio del espacio literario, y, en él y por él, nos aleja de todas las coartadas que el lenguaje convencional construye a modo de Literatura.

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