Negociación de un importante credito USA a España

En los medios financieros se sigue con mucho interés y bastante inquietud la próxima visita a Nueva York de una importante misión económica, presidida por el ministro de Hacienda. La opinión más extendida es que este viaje no puede tener otro objeto que la negociación de un importante crédito internacional que podría superar, según se dice, los mil millones de dólares. De ser ello cierto, se confirmaría así el cambio de política de endeudamiento exterior iniciado hace unos meses, en el sentido de una intervención directa de la Administración, acabando con el desorden que imperaba hasta entonce...

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En los medios financieros se sigue con mucho interés y bastante inquietud la próxima visita a Nueva York de una importante misión económica, presidida por el ministro de Hacienda. La opinión más extendida es que este viaje no puede tener otro objeto que la negociación de un importante crédito internacional que podría superar, según se dice, los mil millones de dólares. De ser ello cierto, se confirmaría así el cambio de política de endeudamiento exterior iniciado hace unos meses, en el sentido de una intervención directa de la Administración, acabando con el desorden que imperaba hasta entonces. En principio, esta nueva estrategia parece acertada, y bien ejecutada podría llevar, en el medio plazo, a una reducción del coste de nuestra deuda exterior y a un aumento de nuestra capacidad de endeudamiento. Sin embargo, es claro que la operación que parece llevar al señor Villar Mir a Nueva York, por su magnitud y circunstancias, entraña un grave riesgo y deberá ser llevada por parte española con enorme habilidad y prudencia.La primera gran duda que surge al respecto es si el momento elegido es el más apropiado. Por una parte, el mercado internacional se encuentra en situación favorable, con tipos de interés relativamente bajos. Este dato, no obstante, no es decisivo, puesto que, con toda probabilidad, se trata de una operación de crédito a tipo de interés variable, ligado normalmente al interbancario ofrecido en Londres para eurodólatres a seis meses (Libor). Es decir, su coste real se desconoce, introduciendo así un importante factor de incertidumbre en cualquier programa futuro de financiación exterior. Por otra parte, es posible que las previsiones oficiales sobre la balanza de pagos sean pesimistas, por lo que se podría aducir que cuanto antes se salga al mercado tanto mejor. Pero esto no concuerda con el optimismo mostrado recientemente por el propio ministro de Hacienda respecto a la evolución de nuestro sector exterior.

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En todo caso, existen argumentos de peso que aconsejarían no precipitarse y retrasar una operación de este calibre al menos unos meses, lo que es perfectamente posible gracías al nivel todavía holgado de nuestras reservas exteriores. Es evidente que con una situación política más despejada, por ejemplo después de una consulta popular realizada en serio, las condiciones serían mucho más favorables. También podría ayudar el que la operación se realizase después de la temporada de turismo y cuando se dejasen ya sentir plenamente eu la balanza comercial los efectos de la devaluación y de la recuperación de las grandes economías occidentales. No sería descabellado, por ejemplo, pensar por el otoño en la posibilidad de una emisión internacional en lugar del crédito que al parecer se contempla ahora, con lo que se ganaría mucho en seguridad,de coste, plazo y prestigio.

Además, un crédito de tipo variable plantea en estos momentos el delicado problema de fijar el margen sobre el interbancario en Londres (spread sobre el Libor). Por ejemplo, un 1-3/8 sobre el Libor sería mejor que lo que se obtenía antes como promedio en operaciones aisladas, pero estaría todavía por encima del 1-1/4 obtenido recientemente con dificultad por la Unión Soviética, y muy por encima del 1 conseguido por Francia. Por otro lado, una fuerte presión sobre los bancos encargados de dirigir la operación para reducir el spread implicaría el grave riesgo de complicar la colocación del crédito en el resto de las instituciones participantes. En ambos casos, existe el peligro cierto de afectar negativamente la clasificación como prestatario del Estado español para mucho tiempo.

Es posible que la preocupación expuesta en los párrafos anteriores resulte sin Fundamento, pues como ya se ha dicho su origen está en rurriores insistentes pero no confirmados. Ojalá sea así, porque un paso en falso en Nueva York la próxima semana tendría consecuencias muy negativas y duraderas para la economía española. Son bien conocidos en el mundo financiero internacional los casos de operaciones similares que se presentaron en el primer momento como éxito brillante de sus protagonistas, y luego supusieron en la realidad, una pesada hipoteca sobre economías nacionales durante años. En este campo, el amateurismo y el arbitrismo pueden resultar increíblemente costosos y, sin embargo, se practican porque los desperfectos causados casi nunca recaen sobre los directamente responsables.

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