Crítica:

En torno a un cine político

Las últimas semanas de mayo o primeras de junio, en este año, suelen ser en Madrid tiempo de libros, al menos en él exiguo recinto de la Feria, desterrada del centro de la ciudad, no se sabe si por mucho tiempo aún, recluida en el exilio ameno, pero exilio al fin, de nuestro Buen Retiro. Mas si para la capital estos días es tiempo de letras, para el país entero, ya casi durante medio año es tiempo de política fundamentalmente. En la calle está, en la prensa, en la radio, en la vida cultural e incluso en los actos sociales, por lo que no es de extrañar que los libros políticos alcancen u...

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Las últimas semanas de mayo o primeras de junio, en este año, suelen ser en Madrid tiempo de libros, al menos en él exiguo recinto de la Feria, desterrada del centro de la ciudad, no se sabe si por mucho tiempo aún, recluida en el exilio ameno, pero exilio al fin, de nuestro Buen Retiro. Mas si para la capital estos días es tiempo de letras, para el país entero, ya casi durante medio año es tiempo de política fundamentalmente. En la calle está, en la prensa, en la radio, en la vida cultural e incluso en los actos sociales, por lo que no es de extrañar que los libros políticos alcancen un auge desconocido este año, en la Feria y fuera de ella, por encima de preferencias habituales. La política, bien que mal, lo llena todo y, por supuesto, llega al cine, hoy definitivamente asentado entre nosotros, incluido entre nuestras costumbres, como espectáculo o como toma de conciencia, como expresión de un credo de personal, tal como Bresson afirma y practica.Al maridaje cine-política, antiguo ya en la lucha de clases y en la historia del puro pasatiempo, dedican sus libros Christian Zimmer y Carlos y David Merinero, el primero a través de un agudo y sólido análisis que recaba para el cine de nuestro tiempo el derecho a ser político, a abandonar como tal su condición marginal y -por asi llamarla- clandestina; en tanto los segundos recogen en su antología una serie de escritos publicados por la revista Nuestro Cinema durante la República hasta los días que preludian nuestra última guerra. La importancia de esta revista se evidencia en los temas que aborda: Cine soviético, Cine y crítica, Escenarios de filmes sociales, Imperialismo y cine, muy de acuerdo con la época a la que sirven hoy de testimonio fiel y cas¡ único, asi como en sus encuestas y editoriales, donde, junto a nombres ya desaparecidos, podemos reconocer otros aún hoy dedicados al ensayo o la crítica o incluso a la realización, hasta hace relativamente poco tiempo.

Del cine como arma de clase

Antología de Nuestro Cine. Carlos y David Pérez Merinero. Fernando Torres, editor. Valencia. 1975. Cine y Política Christian Zimmer. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1976.

Defensa

Zimmer, por su parte, a través de una defensa del lenguaje conceptual, es decir, de la escritura, hoy, según su opinión, más lejos cada vez libros y diarios, nos lleva, a lo largo de más de trescientas páginas apretadas de títulos, autores y conceptos, hasta su conclusión final y, como todas, discutible. «El cine -afirma- no fue primero arte y después arte en manos del capital. Lo ha llegado a ser al mismo tiempo que se hacía rentable. No se ha trasformado en industria. Su invención no fue fruto de la inspiración del genio individual, ni triunfo de la ciencia desinteresada, sino una batalla de patentes comerciales». Sirva esto de materia a discutir entre los que predican el cine-mensaje frente al cine-espectáculo. Arte o industria, escritura o pasatiempo hoy en España, más que nunca, evoluciona al compás de los tiempos, al menos si se le juzga por sus recientes éxitos internacionales. Es posible que los filmes recientemente reconocidos y premiados no respondan al verdadero rostro de lo que hoy día se produce y exhibe en España, pero el espectador medio, y por supuesto el que llena las salas especiales, no es ya aquel que, después de Salamanca, no supo o no pudo ver lo que en aquel otro momento representaba otro cine español, más allá de los premios de entonces y más acá de los límites de dentro.

A ese espectador nuevo van estas dos obras dirigidas, y ello es uno de sus méritos mayores. Por encima de su indudable categoría, es la razón también de su actualidad en este breve tiempo de los libros.

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