‘Todos los lados de la cama’: los hijos cantan que son más rancios que sus padres
La película luce una incorrecta capacidad de observación generacional y, aunque sea puntualmente, la sabe llevar a su historia
La nueva modernidad amorosa es ser un conservador. Las generaciones más jóvenes, como todas las precedentes, se rebelan contra sus mayores. Y qué subversión más punzante que romper con lo anterior en materia sexual y afectiva: abandonar el sexo libre y sin ataduras; huir de la falta de compromiso sentimental; quitarse de la cabeza eso de querer seguir siendo joven a pesar de no tener edad para ello. Y, en consecuencia, decidir casarse a los 21 años con una persona del otro sexo de la que se está profundamente enamorado. En la realidad de la sociedad española de hoy, la tesitura puede no tener ...
La nueva modernidad amorosa es ser un conservador. Las generaciones más jóvenes, como todas las precedentes, se rebelan contra sus mayores. Y qué subversión más punzante que romper con lo anterior en materia sexual y afectiva: abandonar el sexo libre y sin ataduras; huir de la falta de compromiso sentimental; quitarse de la cabeza eso de querer seguir siendo joven a pesar de no tener edad para ello. Y, en consecuencia, decidir casarse a los 21 años con una persona del otro sexo de la que se está profundamente enamorado. En la realidad de la sociedad española de hoy, la tesitura puede no tener maldita la gracia en según qué hogares y círculos, pero en una comedia la tiene, incluso como exageración. Al menos como punto de partida.
En mayor o menor medida, los que ronden la cincuentena, la edad de los protagonistas de Todos los lados de la cama, seguro que se han enfrentado en alguna ocasión a una conversación sobre amor y sexo en la que sus hijos o los amigos de sus hijos parecen estar más cerca de lo que pensaban sus abuelos que de ellos mismos. Como toda generalización, tiene algo de mentira y bastante de verdad, pero la nueva rebeldía juvenil es ser un reaccionario, y no solo en lo político, que también. Así que justo en ese lugar tan sorprendente (y conflictivo, que para algo el cine se basa en el conflicto) se han colocado los autores de esta secuela tardía: 23 años después de la estupenda El otro lado de la cama, un clásico moderno del cine español, y dos décadas de su algo desteñida segunda parte, Los 2 lados de la cama.
Los productores de esta nueva entrega siguen siendo los mismos de aquella comedia (casi) pionera en eso de poner a cantar y bailar a intérpretes que no hacían demasiado bien ninguna de las dos tareas, pero que con frescura, ímpetu y una curiosa mezcla de desfachatez y elegancia, además de una pegadiza y generacional colección de canciones, lograron llevar los cines en 2005 a 2,8 millones de espectadores (la segunda, a 1,5 millones). En aquellas historias todos se liaban con todos, y ahora la cosa va de amor romántico.
Eso sí, no teman, no es una comedia tan carca como parece. Solo es el punto de partida, aunque luego se sea consecuente con la premisa. Como también resulta congruente que el escritor y el director de aquellas, David Serrano y Emilio Martínez-Lázaro, hayan dejado su lugar a otra generación de cineastas: la novel Samantha López Speranza está detrás de la cámara, y Carlos del Hoyo e Irene Bohoyo la han escrito.
“Pero ¿tú no eras gay?”, pregunta el padre cuando se entera de los deseos de su retoño por casarse con una chica. “¡No seas antiguo, papá!”, contesta el hijo, en una respuesta de amplia y variable interpretación. Los mayores están perdidos, mientras los hijos lo tienen mucho más claro. Y parte de lo mejor de esta comedia desigual, inspirada en el clásico sabotaje de unas nupcias (Historias de Filadelfia, La boda de mi mejor amigo, Planes de boda…), es exponer que los dos bandos, a ojos del otro, pueden ser intensamente ridículos.
Incluso es probable que a los espectadores adultos las secuencias de los chavales se las traigan al pairo; y que buena parte de los adolescentes se sonroje con las de los puretas. Como contrapartida, pese a las caídas, la película luce una incorrecta capacidad de observación generacional y, aunque sea puntualmente, la sabe llevar a su historia. Y ahí reluce esa timidez masculina en la intimidad, frente al descaro juvenil femenino: “¡Que me tires del puto pelo!”.
Musical clásico en el que los personajes muestran sus sentimientos a través de las letras de las canciones, Todos los lados de la cama contiene una contagiosa lista de temas (de Amatria, La La Love You, La Casa Azul, Cariño, Nena Daconte…), pero los números de baile, cuando no hay unidad de localización, se acercan más al videoclip que al cine.
Tanto en la imagen como en los textos (con alguna ridícula línea de diálogo), hay momentos de barata serie de televisión. Sin embargo, los tres jóvenes cumplen con lo que tienen, que es la parte romántica, y la experiencia y la enorme vis cómica de Pilar Castro, Ernesto Alterio, Alberto San Juan y Secun de la Rosa sostienen el entramado desde la vertiente de la risa. El conjunto, pese a su disparidad, parece lo suficientemente competente como para intentar un nuevo taquillazo, aunque esta vez el aplauso se intuya más nostálgico que entusiasta.
Todos los lados de la cama
Dirección: Samantha López Speranza.
Intérpretes: Ernesto Alterio, Pilar Castro, Jan Buxaderas, Lucia Caraballo, Secun de la Rosa, Alberto San Juan, Leire Aguiar.
Género: musical. España, 2025.
Duración: 103 minutos.