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‘Romería’: una historia dura con un estilo narrativo que no me engancha

La película se mueve en el entorno geográfico y personal de dos personas que murieron pronto consumidas por la heroína y la enfermedad que les provocó

Llúcia Garcia, en el centro, en 'Romería'.

Deben de ser muy variadas las razones por las que la gente quiere dirigir películas. Imagino que en los viejos tiempos para muchos directores supuso una forma de ganarse muy bien la vida, un oficio más que rentable que también creaba reconocimiento público. Y existirían los que descubrieran que estaban dotados y convencidos de que se podían contar todo tipo de historias a través de una cámara. Propias o ajenas.
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Deben de ser muy variadas las razones por las que la gente quiere dirigir películas. Imagino que en los viejos tiempos para muchos directores supuso una forma de ganarse muy bien la vida, un oficio más que rentable que también creaba reconocimiento público. Y existirían los que descubrieran que estaban dotados y convencidos de que se podían contar todo tipo de historias a través de una cámara. Propias o ajenas.

Existen pocos creadores tan personales y grandiosos como Alfred Hitchcock y John Ford, pero su nombre no aparecía en los guiones. No les hacía falta para que identificáramos con inmenso gozo a las criaturas que parían. Y también existen autores (ya nadie quiere considerarse un artesano que narra historias paridas por otros) que intentan hablar de ellos mismos, de sus ángeles y de sus demonios, de sus emociones, de su forma de ver el mundo, de las personas y las cosas, de lo que imaginan, de lo que les ha pasado.

La directora Carla Simón es un caso transparente de ello. En las tres películas que llevan su firma ha aclarado con sinceridad que está hablando de ella, de gente muy cercana, de su familia. Utilizando un lenguaje visual y una atmósfera tan personal como reconocible, consiguió con Alcarràs, su segunda película, premios internacionales y la adhesión en España de un público amplio y mayoritariamente conmocionado. A mí no me ocurrió. No entendí o no me afectó la poética y el costumbrismo de ese mundo rural.

En Romería, Carla Simón se sumerge en terrenos todavía más íntimos y dolorosos. Ha contado que es la historia y el entorno de sus padres. Ambos murieron de sida cuando ya estaban separados, primero su padre, al que no conoció; y cuando Carla tenía siete años, su madre. Aquella niña fue recogida y adoptada por su tío materno y su esposa. La protagonista de Romería es una chica de 18 años que retorna a los lugares donde vivieron y murieron la mujer y el hombre que la engendraron para intentar averiguar algo de ellos, conocer a la familia de estos y sus amigos, moverse en el entorno geográfico y personal de esas dos personas que murieron tan pronto, consumidas por la heroína y la enfermedad que les provocó.

Y me asomo Romería con inquietud y cierto miedo. Cosas personales. Habla de la misma temática, época y lugares en los que una persona muy cercana y su adolescente pandilla se engancharon al jaco y a sus temibles consecuencias, con desenlace lógicamente funesto, pero el desarrollo y mantenimiento de su enfermedad nos afectó brutalmente a los que manteníamos lazos de sangre y de irrenunciable cariño con esa persona. Y sé que ver en la pantalla una historia similar en idénticos años y escenarios me pueden remover dolorosamente, avivar recuerdos tan prolongados como angustiosos.

Al final, puedo asegurar que he estado atento hasta el final hacia lo que veía y escuchaba en la pantalla. No he puesto la cabeza a pensar en otras cosas, pero tampoco he sentido emoción o magnetismo con la forma visual y oral que utiliza Simón para resucitar a esa pareja tan colocada como aparentemente feliz (se elude la sordidez en un mundo que se presta ello), a sus padres, hermanos y amigos, a las cosas que cuentan y las que se callan, a su recuerdo de los muertos, a sus reacciones con esa adolescente que indaga en el pasado, observa, quiere saber cosas trascendentales sobre lo que ocurrió y palpar el ambiente familiar que rodeaba a sus padres.

Lo que más me gusta de una película que respeto, pero que no me engancha, es la presencia de Llúcia Garcia, una actriz de 18 años que combina naturalidad y cierto enigma, que habla con los ojos. Y reconozco que la directora posee mundo propio. También estilo para expresarlo. Pero no es el que más me gusta.

Romería

Dirección: Carla Simón.

Intérpretes: Llúcia Garcia, Mitch, Tristán UIloa, José Ángel Egido, Sara Casasnovas, Miryam Gallego.

Género: drama. España, 2025.

Duración: 114 minutos.

Estreno: 5 de septiembre.

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