Ir al contenido

La maldición del Gran Museo Egipcio llega a su fin con una inauguración por todo lo alto

El museo, con más de 100.000 piezas del Antiguo Egipto y una galería de 7.000 metros cuadrados consagrada a Tutankamón, aspira a situarse entre los diez más visitados del mundo

La maldición del Gran Museo Egipcio, concebido para ser el museo más completo del mundo sobre la antigua civilización egipcia, llega a su fin. Más de dos décadas después de que se colocara su piedra fundacional, y tras haber sido testigo de tres regímenes, una revolución, varias guerras regionales y una pandemia, el espacio se inaugura finalmente este sábado. Serán tres días de celebración por todo lo alto, con los que Egipto quiere revelar la hazaña al mundo. ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La maldición del Gran Museo Egipcio, concebido para ser el museo más completo del mundo sobre la antigua civilización egipcia, llega a su fin. Más de dos décadas después de que se colocara su piedra fundacional, y tras haber sido testigo de tres regímenes, una revolución, varias guerras regionales y una pandemia, el espacio se inaugura finalmente este sábado. Serán tres días de celebración por todo lo alto, con los que Egipto quiere revelar la hazaña al mundo.

La visión del proyecto se remonta a principios de los noventa, cuando El Cairo adjudicó más de 47 hectáreas a poca distancia de las imponentes pirámides de Guiza para acoger el museo, conocido por sus siglas en inglés como GEM, que significa joya. La construcción quedó prácticamente terminada en 2020, en plena crisis global de la covid-19, y Egipto ha esperado desde entonces con paciencia el momento idóneo para dar a conocer el recinto, que se estima que ha costado alrededor de 1.000 millones de dólares (867.300 euros) y que alberga más de 100.000 piezas.

“Este museo es un verdadero regalo de Egipto para el mundo”, sostenía su director, Ahmed Ghoneim, en una entrevista con EL PAÍS realizada en su despacho pocos días antes de la inauguración. “Se trata del proyecto cultural del siglo”, confía quien también dirigió durante cuatro años el Museo Nacional de la Civilización Egipcia, donde concluyó el solemne desfile de momias celebrado en 2021. “Por eso lo llamamos la cuarta pirámide”, desliza.

Durante el lustro en el que ha permanecido en un limbo, el Gran Museo Egipcio, situado no en el corazón de la ciudad, sino en zona de desierto, lo que le otorga una gran amplitud, se ha ido abriendo de forma parcial. En 2023, permitió el acceso a sus jardines y a una parte de su majestuosa recepción, y al año siguiente presentó las galerías centrales. Con su inauguración, que incluye las salas que más expectación despiertan, Ghoneim confía en alcanzar entre cinco y siete millones de visitas al año, lo que situaría al museo entre los diez más visitados del mundo.

La joya de la corona, como no podía ser de otra forma, serán las galerías de más de 7.000 metros cuadrados dedicadas al más célebre de los faraones: Tutankamón. El espacio se divide en varias secciones que reúnen más de 5.500 objetos y narran su historia completa, incluido el memorable hallazgo de su tumba intacta en 1922 en el Valle de los Reyes, en Luxor. Entre las piezas expuestas figurarán su icónica máscara funeraria dorada, uno de los objetos más reconocibles del planeta, su trono real y diversos equipos funerarios, como ataúdes.

El otro secreto mejor guardado del museo hasta ahora es la galería que albergará dos de las colosales barcas funerarias de Keops, halladas desmanteladas en 1954 durante los trabajos de limpieza en una zona del complejo funerario de la Gran Pirámide de Guiza. El recinto que las acoge ha sido diseñado específicamente para realzar estas reliquias, cuya función sigue envuelta en cierto misterio, aunque se cree que pudieron emplearse como embarcaciones de transporte durante el funeral del faraón o estar destinadas a su viaje al más allá.

Para reconstruir el primero de los barcos, de 42 metros, fueron necesarios más de 10 años, y durante décadas Egipto debatió el mejor lugar para ubicarlo sin tener que desmantelarlo de nuevo. Cuando en 2019 se decidió trasladarlo al Gran Museo Egipcio, se puso en marcha una delicada operación para recorrer ocho kilómetros que se prolongó durante tres días. La extracción de las piezas de madera del segundo barco comenzó en 2014, y los trabajos de conservación y reconstrucción podrán contemplarse en tiempo real dentro del museo.

Las 12 galerías centrales del recinto, dedicadas al Antiguo Egipto, se presentan de dos formas que pueden recorrerse según el interés del visitante. En sentido horizontal se extienden cuatro períodos históricos, del predinástico al grecorromano, que cubren 5.000 años de historia. En vertical, se despliegan tres ejes temáticos: la sociedad de cada época, que explora la vida cotidiana y las innovaciones que transformaron Egipto; la clase dirigente, con sus altibajos y su relación con los súbditos; y el sistema de creencias de cada época, sobre todo religiosas, incluida la evolución de costumbres funerarias, el panteón de dioses y la vida en el más allá.

Para acceder a estas salas, es necesario ascender primero por la imponente Gran Escalera, una especie de galería abierta en el interior del museo que ocupa una superficie de 6.000 metros cuadrados, alcanza una altura equivalente a seis plantas y alberga más de 60 grandes piezas, entre ellas estatuas y sarcófagos. Es un espacio ideal para selfis y fotos en grupo, especialmente en la parte superior, que ofrece una deslumbrante vista panorámica del complejo de las pirámides de Guiza, con las que el museo traza un vínculo visual directo.

Otra de las apuestas del Gran Museo Egipcio, que debe reservarse aparte, es su experiencia de realidad aumentada para adentrarse en los orígenes de las pirámides y en las creencias del Antiguo Egipto. Gracias a esta tecnología se podrá explorar la visión de los antiguos egipcios sobre la muerte, los funerales y el renacimiento, así como la ingeniería que se esconde detrás de las pirámides. “En el nuevo mundo de los museos no se trata de qué exhibes sino de cómo lo exhibes; y la forma en que exhibimos aquí es completamente diferente”, destaca Ghoneim.

Entre los otros grandes atractivos del museo destaca su amplia recepción, el Gran Vestíbulo, al que se accede por una entrada relativamente estrecha que recrea la base de una pirámide. El espacio está presidido por una imponente estatua de Ramsés II, de nueve metros de altura y más de 80 toneladas, que originalmente se alzaba frente al templo principal del dios Ptah en la antigua necrópolis de Menfis, hoy a las afueras de El Cairo. No obstante, el primer objeto monumental que recibe a los visitantes es el llamado Obelisco Colgante, una elegante mole de 87 toneladas y de 16 metros de altura colocada a las puertas del museo.

Aunque pasará inadvertido para la mayoría de los visitantes, el museo alberga también uno de los mayores centros del mundo dedicados a la conservación, preservación e investigación de objetos, incluidos aquellos seleccionados para su exhibición. Este espacio, inaugurado en 2010 en el ala oeste del museo y conectado con él por un túnel de 200 metros, cuenta con 19 laboratorios, seis almacenes y un equipo de expertos en momias, papiros, cerámicas o vidrio.

“Las expectativas son muy altas, pero este museo las cumple en todos los aspectos, ya sea por la cantidad de antigüedades expuestas, las historias que narra, la arquitectura, o la gestión y la atención a los aspectos modernos como la sostenibilidad”, sostiene Ghonaim.

La inauguración del Gran Museo Egipcio marca la culminación de una de las principales metas del plan maestro concebido por las autoridades egipcias para transformar por completo esta imprescindible zona del país. Además del museo, en los últimos años se ha inaugurado el nuevo aeropuerto de la Esfinge, a pocos kilómetros de distancia; se están construyendo hoteles y áreas de ocio en los alrededores, y se está remodelando el complejo de las pirámides de Guiza, con las que el museo quedarán conectado además mediante un paseo turístico.

“Si hablamos de turismo cultural, quienes visitan El Cairo venían al museo de antigüedades de la plaza Tahrir [en el centro de la ciudad], luego a las pirámides, y luego volaban a Hurgada o a Sharm el-Sheij [dos ciudades balneario situadas en el mar Rojo]”, expone Ghoneim. “Lo que intentamos conseguir esta vez es prolongar la visita de estos turistas”, manifiesta, y por ello “se está desarrollando la zona en torno a su corazón: el Gran Museo y las pirámides”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En