Melodías ferroviarias, instrucciones insistentes y sirenas amables: el mapa de los sonidos de Tokio

Estridentes megáfonos conviven con composiciones creadas específicamente para las estaciones de metro en la capital japonesa, una de las ciudades más ruidosas del mundo

Un agente de policía instruye a reporteros y peatones con un megáfono, en Tokio.SOPA Images (LightRocket / Getty Images)

Cuando Tokio aparece en la lista de las ciudades más ruidosas del mundo, se cita la contaminación acústica generada por sus autopistas de múltiples niveles, las enormes pantallas digitales con publicidad, los ubicuos megáfonos transmitiendo indicaciones y el constante ruido de las construcciones en una ciudad que, pese a la contracción demográfica y a su propensión a los terremotos, sigue creciendo hacia arriba. Aunque los barrios tokiotas han fijado normativas de ruido de entre 52 y 69 decibelios (...

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Cuando Tokio aparece en la lista de las ciudades más ruidosas del mundo, se cita la contaminación acústica generada por sus autopistas de múltiples niveles, las enormes pantallas digitales con publicidad, los ubicuos megáfonos transmitiendo indicaciones y el constante ruido de las construcciones en una ciudad que, pese a la contracción demográfica y a su propensión a los terremotos, sigue creciendo hacia arriba. Aunque los barrios tokiotas han fijado normativas de ruido de entre 52 y 69 decibelios (el promedio de la Organización Mundial de la Salud es de 55 Db), el límite es ignorado en tiempo de elecciones. Durante las campañas, los candidatos suben a bordo de pequeñas furgonetas dotadas de megáfonos para llevar sus repetitivas y estruendosas arengas a los más recónditos callejones.

Para las manifestaciones y protestas populares, sin embargo, la policía dispone de vehículos equipados con sonómetros y vigila que los megáfonos de turno acaten el nivel de ruido permitido en el barrio respectivo. El mapa sonoro de Tokio es abigarrado, orgánico y, como su trazado urbano, puede parecer caótico al recién llegado. Con casi 14 millones de habitantes, el control de las multitudes es una prioridad. El cumplimiento de las normas cívicas está garantizado por una cultura preceptiva que se inculca en la escuela. Aun así, los sistemas de transporte transmiten incesantes indicaciones, recomendaciones, advertencias o recordatorios. En la cacofonía de las estaciones de metro, destaca una música que suena puntual cada vez que un tren está a punto de cerrar sus puertas y partir.

Se trata de melodías que duran unos segundos y cuya función es anunciar la inminente partida de los vagones en un tono festivo que evoca carrillones navideños. “Antes se transmitía la urgencia de la partida con un agudo pitido de alarma y había muchos accidentes de pasajeros que se apresuraban a subir al tren en el último segundo”, dice Minoru Mukaiya, uno de los compositores de un peculiar género musical nipón conocido como las “melodías de partida” (hasha-merody, en japonés). Mukaiya es un músico de 68 años, famoso por haber sido durante más de tres décadas el teclista de la banda Casiopea, popular grupo japonés de jazz creado en 1976 y aún activo con un nuevo elenco. Su gran afición a los trenes lo llevó a fundar en 1985 una empresa que hoy desarrolla videojuegos de trenes y simuladores electrónicos para entrenar a los maquinistas de las empresas ferroviarias.

En 2004 empezó a crear hasha-merody y su repertorio actual ronda las 350 piezas originales de siete segundos compuestas para trenes de todo Japón. Algunas, como la del andén de la línea Toyoko en la estación tokiota de Shibuya, son tarareadas por jóvenes que frecuentan la zona, compartidas y celebradas en cuentas de redes sociales. Tokio tiene más de 800 estaciones de tren y metro. Cuando las empresas de transportes no contratan a compositores especializados como Mukaiya, recurren a piezas de música clásica o a temas famosos que le imprimen un sello inconfundible a sus estaciones y, en algunos casos, a todo el vecindario.

En la estación de Ebisu, por ejemplo, las vías están elevadas y a lo largo del día se filtra a las calles aledañas la versión hasha merody del tema principal de la película El tercer hombre (1949), de Carol Reed. La célebre composición del músico austriaco Anton Karas fue usada en los anuncios del fabricante de cervezas que tiene su sede en el barrio y que da nombre a la estación. Una parada obligatoria para los aficionados a la cultura popular japonesa es la estación de Takadanobaba, donde resuena el alegre himno del anime Astro Boy. El superhéroe con forma de niño androide, creado por el “dios del manga” Osamu Tezuka (1928-1989), se construyó en un ficticio Ministerio de la Ciencia situado, según el relato, en este céntrico barrio.

En las sosegadas zonas residenciales de la capital nipona se oyen canciones infantiles en los semáforos y los camiones de reparto indican su cambio de dirección con indicaciones habladas. Residentes como Sakura Otsuki, empleada de una fundación humanitaria que ha cambiado cinco veces de casa en sus cuarenta y tres años de vida en Tokio, consideran que los sonidos actuales de su ciudad reflejan la imparable crisis demográfica: “Hasta el año pasado viví en un barrio en el que no se oye nunca la voz de un niño”, afirma. Añade que, en años recientes, se oyen menos sonidos de su infancia, como la melodía de piano emitida por la radio pública para acompañar ejercicios de calistenia con los que muchas personas inician la jornada en escuelas, oficinas y fábricas. Se llama Radio taisou (calistenia por radio) y Otsuki recuerda que se oía en las calles cuando la practicaban los obreros de alguna construcción: “Hoy la mayoría de los trabajadores son nepalís, vietnamitas o de otras nacionalidades y la costumbre ha empezado a desaparecer”, afirma.

Por haber vivido o viajado por varios países europeos, Otsuki subraya la estridencia de las sirenas policiales de las patrullas en Inglaterra, Francia y España. Las sirenas de las patrullas de Tokio suenan con un ritmo menos apremiante y se suelen alternar con afables anuncios del oficial de turno pidiendo dejar la vía libre, ofreciendo disculpas por las molestias causadas y dando las gracias al alejarse. Los templos budistas no tañen sus campanas con fines horarios, pero los ayuntamientos de los 23 distritos tokiotas han dispuesto altavoces que anuncian puntuales las 5 de la tarde con la versión en piano de una nostálgica canción infantil titulada Yuuyake koyake. El sistema de megafonía, situado en esquinas claves de los barrios, se usa además para anunciar la intensidad de los terremotos, el riesgo de secuelas o los lugares de refugio.

La industria electrónica nipona, por su parte, ha equipado máquinas fotocopiadoras, cajeros automáticos y expendedoras de bebidas o billetes de metro con una voz femenina que reproduce la extrema cortesía usada en la vida diaria para sus detalladas instrucciones de uso. Con el aumento del turismo, las indicaciones de aparatos, estaciones y calles de Tokio han comenzado a traducirse al inglés y al chino. Es un intento de usar la banda sonora de la ciudad para transmitir a los visitantes extranjeros su arraigado sentido del orden.

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