Traducción o invención: la polémica versión en inglés de la Nobel Han Kang
La edición de ‘La vegetariana’ de Deborah Smith cuenta con el beneplácito de la escritora Han Kang, pero ha recibido duras críticas académicas
Cuando la escritora surcoreana Han Kang fue galardonada en 2016 con el Man Booker International, el premio literario más prestigioso del Reino Unido a una novela extranjera traducida al inglés ese año, por La vegetariana, compartió las 50.000 libras esterlinas (unos 60.000 euros) con su traductora al inglés, Deborah Smith, tal y como establecen las bases del galardón. Aquel fue su primer gran salto a la arena de los grandes reconocimientos literarios internacionales, una pirueta que este jueves culm...
Cuando la escritora surcoreana Han Kang fue galardonada en 2016 con el Man Booker International, el premio literario más prestigioso del Reino Unido a una novela extranjera traducida al inglés ese año, por La vegetariana, compartió las 50.000 libras esterlinas (unos 60.000 euros) con su traductora al inglés, Deborah Smith, tal y como establecen las bases del galardón. Aquel fue su primer gran salto a la arena de los grandes reconocimientos literarios internacionales, una pirueta que este jueves culminó con el fallo del premio Nobel de Literatura a favor de esta autora, la primera surcoreana en ser distinguida por la Academia Sueca.
La nueva premio Nobel de Literatura ha respaldado en todo momento el trabajo de Smith, con quien negoció casi palabra por palabra la versión de su obra en inglés. Y sin embargo, han sido varios los académicos surcoreanos que han arremetido en los últimos años con extrema dureza contra la traductora, a la que acusan de “negligencia” y de cometer abundantes errores de vocabulario y de concepto.
Dos años después del premio, Kim Woo-dong, profesor emérito de la Universidad de Sogang, abría fuego contra Smith, y atribuía todos los errores detectados a la “negligencia e incapacidad de traducir” de la intérprete. Otro académico, Charse Yun, acusaba a Smith en un artículo publicado en la revista digital Korea Exposé, de haberse alejado de modo extremo del espíritu y estilo de la novela de Kang. “No puedo recalcar suficientemente lo diferente que resulta el estilo de Han Kang cuando lo lees en coreano. Sus frases son sobrias y tranquilas, y a veces con un final fragmentado. Por el contrario, Smith usa un estilo elevado y formal con florilegios líricos. Como ha señalado un crítico, su traducción tiene un ‘sonido del siglo XIX’ que recuerda a Chejov”, acusaba el académico.
Tres años para dominar el coreano
Smith tenía 27 años cuando tradujo La vegetariana. Se decidió a aprender coreano al finalizar su grado universitario, con 21. Entendió entonces que tenía todo un campo de oportunidades abierto con una lengua que apenas disponía de traductores en el Reino Unido, y con una cultura, la surcoreana, que comenzaba a hacerse un hueco internacional relevante en el mundo.
La intérprete ha defendido durante todo este tiempo con uñas y dientes su trabajo, con el argumento, aplaudido por muchos expertos, de que cualquier versión traducida, si aspira a ser fiel a la musicalidad o al tono de la obra original, debe ser en cierto modo un texto nuevo. “Decir que mi traducción al inglés de La vegetariana es un libro completamente diferente al original coreano es, en cierto sentido, algo completamente correcto. No existe una traducción literal verdadera. No hay dos gramáticas que coincidan plenamente. Los vocabularios divergen, e incluso las puntuación puede tener diferente énfasis. Es imposible que una traducción no tenga algo de creativo”, escribía Smith en el periódico Los Angeles Times en 2018.
Muchos de los errores de la traducción son mínimos, casi anecdóticos. Algunos, según los defensores de Smith, ni siquiera pueden considerarse errores, sino más bien mejoras de la obra en su versión inglesa. Pero otros pueden desvirtuar la naturaleza de Yeong-hye, la protagonista de la novela.
“Los lectores ingleses apenas percibirán errores como que anbang, que es el dormitorio principal, acaba traducido como ‘salón’; o pocos se darán cuenta de que dakdoritang se confunde como sopa de pollo y pato. Pero en alguna ocasión la traducción provoca efectos más graves, como cuando Smith confunde ‘brazo’ (pal) con ‘pie’ (bal). Yeong-hye aparece, de repente, como alguien más enérgico: ‘...estira su pie y, de modo pausado, empuja la puerta cerrada’, escribe el académico Yun toda una panoplia de errores detectados en el texto.
La rigidez mostrada por algunos críticos, sin embargo, es contrastada por otros tantos que recuerdan cómo obras anteriores de autores surcoreanos han pasado injustamente inadvertidas por culpa de unas traducciones excesivamente literales. “Trasladar del coreano al inglés supone saltar de una lengua más adaptada a la ambigüedad, la repetición y la prosa plana a una que favorece la precisión, la concisión y el lirismo”, ha defendido Smith. Y la autora, Han Kang, está de acuerdo.