El heavy empuja Zamora con el festival metalero Z! Live

La cita musical atrae a 30.000 personas a la ciudad y la provincia y deja cinco millones de euros en esta parte de la España despoblada

Asistentes al concierto de Europe en el Z! Live Rock Festival de Zamora, el jueves pasado.Emilio Fraile

El heavy ha conquistado Zamora con tropas uniformadas. Hordas de soldados negros, con ropajes oscuros pese a que aprieta el calor con la proximidad del verano, toman posiciones. Abundan las melenas, las huestes se saludan con camaradería y con los índices y meñiques enhiestos a modo de cuernos y corre la cerveza entre esta especie de cosacos sedientos. Los miles de hombres, mujeres y no pocos niños arribados a Zamora descubren civilizadamente las maravi...

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El heavy ha conquistado Zamora con tropas uniformadas. Hordas de soldados negros, con ropajes oscuros pese a que aprieta el calor con la proximidad del verano, toman posiciones. Abundan las melenas, las huestes se saludan con camaradería y con los índices y meñiques enhiestos a modo de cuernos y corre la cerveza entre esta especie de cosacos sedientos. Los miles de hombres, mujeres y no pocos niños arribados a Zamora descubren civilizadamente las maravillas románicas, el peso de la Semana Santa y la gloriosa gastronomía horas antes de acercarse al escenario para rasgarse las gargantas y agitar el cuello hasta límites insospechables. El festival ‘Heavy Z! Live’ ha roto sus registros gracias a los fieles a un género marginado en la radio generalista pero que sigue teniendo miles de correligionarios. Unas 30.000 personas, la mitad del censo zamorano, han acudido al Z! atraídas por mitos internacionales como Europe, Avantasia o Kreator junto a grupos nacionales como Leo Jiménez, Obús u Opera Magna. Con ellas, un impacto económico de cinco millones de euros, potosí en un lugar de escasas bonanzas.

El desembarco del metal se pulsa en las calles. Por aquí, un menú del día bautizado como “Menú Z! Live”, con arroz a la zamorana o ensalada y bacalao a la tranca o solomillo al roquefort, postre y bebida por 20 euros. Los atuendos corroboran la semana temática: imaginería mitológica, demonios de toda índole, calaveras a mansalva y caligrafías góticas acompañan a nombres ilustres para el colectivo: Judas Priest, Iron Maiden y Metallica a tutiplén, Zenobia, AC/DC, Marea o Saurom, entre muchas otras bandas. Las botas negras y los ropajes oscuros representan a visitantes como Amaia Muruamendianaz, de 49 años, y Conchi Gómez, de 55. Ambas amigas han llegado a orilla del río Duero desde Mondragón (Gipuzkoa), donde algo saben del metal, y las pulseras de sus muñecas evidencian la asistencia a muchos eventos como este.

Otros años acudían a Barcelona, pero desde hace dos optan por el Z!; en 2023 la lluvia aguó sus expectativas y llegan de muevo a esta cita con ganas de resarcirse y botar y gritar viendo a Hammerfall o Avantasia, dos platos fuertes del cartel. “Es una ciudad muy amable, muy bonita, ahora llena de heavies”, agradece Muruamendianaz, bromeando con su amiga sobre las miradas que siguen despertando al pasear. “Es un festival pequeño y bien organizado”, aplaude Gómez poco antes de dirigirse al autobús especial habilitado por el Ayuntamiento para trasladar a la explanada de este encuentro musical y social. Dentro, más ropa negra entre los pasajeros, muchos de ellos veteranos del metal, algo asados cuando el sol achicharra las cristaleras.

Un asistente al Festival bebe cerveza de un cuerno.Emilio Fraile

“Somos gente de paz”

El sueño musical comenzó en 2016 gracias a un grupo de heavies con ganas de remover el ambiente cultural de la ciudad. Hoy, su apuesta por un modelo sostenible y con bandas año a año más potentes pero sin abarrotar el cartel ni saturar al público, se ha traducido en el respaldo del público y la confianza en los promotores de giras de grupos reconocidos. Andrés Cid, uno de los tres socios organizadores, destaca el despliegue de los hombres de negro desde principios de semana: hay gente que viene desde el lunes —la cita trascurre de jueves a sábado— y se entretiene con el turismo y las charlas o conciertos locales ofrecidos por la organización. “La gente se ha acostumbrado, nos portamos muy bien, somos muy majos, no molestamos, el negro va por fuera y somos gente de paz”, celebra Cid, pues antaño la población local, solo habituada a las telas oscuras de la procesión de Jesús Nazareno, conocida popularmente como la de los borrachos, se extrañaba ante tanta camiseta negra. Otro socio, Javier Hernández, ejemplifica así: “Tengo amigos afroamericanos flipando con la Semana Santa y los capuchones, para los de aquí es lo mismo”.

Su compañero estima que este 2024, gracias al buen tiempo sin demasiada calorina, habrá 30.000 asistentes y un impacto de cinco millones de euros. “Repercute mucho en una provincia tan abandonada”, agrega, pues miles de espectadores se alojan en los alrededores y descubren Zamora, una joya poco habitual en las guías turísticas. El Z! Live aprovecha para fomentar productos de proximidad y trabajar con empresas locales, aunque la envergadura de los escenarios provoca la contratación de entidades especializadas, pues no hay compañías zamoranas con tanta capacidad. Grupos míticos como Europe han propiciado que muchos lugareños, quizá no tan heavies como sí rockeros clásicos, se hayan apuntado, algo no tan habitual.

Andrés Cid y Javier Hernández, promotores del festival de heavy metal Zlive.Emilio Fraile

Hasta los garitos se adaptan a estos clientes ávidos de cerveza y yantar: “Los bares se hacen heavies de pronto, hay poco reggaeton y tecno y mucho rock y heavy, se reconvierten para dar alegría a sus visitantes”. El festival coincide con la Feria de la Tapa y algún cocinero, como en La pinta de oro, se ha unido a la ola: el pincho Back in black, guiño a AC/DC, conquista paladares. Aún queda para ver bandas así, o Metallica o Iron Maiden, acepta Andrés Cid: arrastrarían tal volumen de personas que podrían desbordar Zamora. Ellos prefieren ser prudentes e irse preparando para no morir de éxito.

El alcalde, Francisco Guarido (Izquierda Unida), destaca el peso económico y “la calidad musical” de un género a veces prejuzgado pero muy del gusto del regidor: “Todo lo que sea el ruido y mucha guitarra me va. Estos traen a los primera línea y ocupan todos los hoteles, es gente con un atuendo especial, barbas, cuero, pelo largo… una ciudad tan conservadora se va acostumbrando. El prototipo de que es conflictivo es todo lo contrario, nunca hubo incidentes y tienen un aceptable nivel adquisitivo”. El bolsillo abierto se confirma en la campa del Z!: las barras trabajan sin tregua pero sin grandes colas, con público variopinto: desde rudos descendientes de vikingos con tatuajes intimidatorios y bebiendo en cuernos hasta madres amamantando a sus vástagos o señores con pinta de funcionarios de Correos sacando los cuernos a pasear.

La familiaridad de la fiesta se nota hasta en actuaciones de bandas legendarias. Los suecos Europe, con casi 50 años de carrera y 25 millones de discos vendidos, saludan a la masa con un amigable “¡Qué pasa, majos!”, acogido con un rugido sorprendido por la cortesía. En primera línea, una señora en edad de jubilación, concepto desconocido en el rock, enloquece y hace temblar su permanente; de fondo, puestos donde catar arroz a la zamorana.

Momento del concierto de Eluveitie en el Z! Live Rock Festival de Zamora, el pasado jueves.Emilio Fraile

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