La Plazuela: lo han petado en la música y ahora toca la difícil tarea de asimilarlo

El dúo granadino, con uno de los discos de debut más alabados de 2023, relata cómo se enfrenta a las dos caras del éxito justo cuando afronta sus conciertos más masivos

Luis Abril 'Nitro' y Manuel Hidalgo 'Indio', La Plazuela, fotografiados en Madrid el pasado 14 de marzo.JUAN BARBOSA

Uno de ellos, Indio, llega puntual y con el rostro amodorrado oculto tras unas grandes gafas de sol. Son las 14 horas, pero para él acaba de empezar el día. Ayer se lio: un concierto de flamenco, unas cervezas en compañía, otra ronda… Una noche de un miércoles cualquiera en Madrid. Nitro, su compañero, se presenta 15 minutos después con el semblante más despejado y con unas gafas que ha diseñado él mismo: de pasta negra, agujereada en la parte inferior y llena de aros dorados. Un modelo que pronto comercializará. Manuel Hidalgo Indio y Luis Abril Nitro, ambos de 25 años y nacidos...

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Uno de ellos, Indio, llega puntual y con el rostro amodorrado oculto tras unas grandes gafas de sol. Son las 14 horas, pero para él acaba de empezar el día. Ayer se lio: un concierto de flamenco, unas cervezas en compañía, otra ronda… Una noche de un miércoles cualquiera en Madrid. Nitro, su compañero, se presenta 15 minutos después con el semblante más despejado y con unas gafas que ha diseñado él mismo: de pasta negra, agujereada en la parte inferior y llena de aros dorados. Un modelo que pronto comercializará. Manuel Hidalgo Indio y Luis Abril Nitro, ambos de 25 años y nacidos en Granada, forman La Plazuela, grupo revelación de la temporada pasada gracias a su efervescente disco de debut, Roneo Funk Club (2023), con una música donde se palpa que está confeccionada por jóvenes que han escuchado mucho a Enrique Morente o Pata Negra, al rapero Anderson .Paak o al dúo electrónico Jungle. Fusión es la palabra.

Indio y Nitro llevan un año sin ofrecer entrevistas, justo cuando acabaron la promoción de Roneo Funk Club. Su exposición mediática les agobió de manera tan alarmante que comunicaron al manager y a la discográfica que o paraban, o estallaban. Salieron en muchos diarios, radios, podcasts y cadenas de televisión, y eso, acompañado de un buen álbum, ayudó a lanzar su carrera; pero lo pagaron. “No venimos de una familia de artistas y no estamos acostumbrados a este nivel de exposición. Desgasta mucho mentalmente”, apunta Indio arrastrando las palabras. Su compañero se suma: “Habíamos escuchado a otros artistas decir que cuando te profesionalizas te sientes solo. Hemos llegado a sentir un poco eso. A pesar de que todos los del equipo somos colegas, es verdad que es una época en la que no tienes ningún contacto externo. Es tanta la exigencia exterior y también la que nos imponemos nosotros que tienes momentos de bastante bajón. Yo llegaba a casa y no me acordaba de lo que había hecho de lunes a jueves. Te das cuenta de que no has visto a la familia, que estás en casa y no sabes qué hacer, que se te han olvidado hasta los deportes que hacías. Ya tu vida solo es La Plazuela. Así que debemos recuperar tiempo de calidad como amigos. No hay nadie que conozca mejor al Indio que yo, y nadie que me conozca mejor que el Indio”, reflexiona Nitro.

Otra imagen del dúo en el local donde ensayan, en el centro de Madrid, el 14 de marzo.JUAN BARBOSA

Indio y Nitro se conocieron en primero de Infantil en una escuela granadina, con tres años. Durante la adolescencia realizaron dos viajes que les transformaron. Nitro se marchó un año a México, con su familia. “En casa, en Granada, no teníamos una buena situación económica y mi padre se tuvo que plantear buscar trabajo en otro país. Se fue solo a México y al año nos sumamos mi madre, mi hermana y yo, que estaba en cuarto de la ESO. Imagínate: dejé aquí a mi novia y a mis colegas. Fue una follada gigante para mi cabeza. Lo pasé muy mal. Echaba de menos Granada. De hecho, fue allí donde empecé a escuchar flamenco”.

Nitro se colocó de animador en un hotel en Cancún. Allí conoció a unos rastafaris con los que tocó la guitarra y fumó sus primeros porros. “Me fui a México queriendo ser legionario y volví hecho un hippy”. Indio se marchó 12 meses a un país de donde surgió su mote, India. Esta vez no por necesidad, sino gracias a un intercambio. “Me sirvió de mucho, tío. Porque además en ese momento estaba con la típica inquietud de un chaval de 18 años que no sabe lo que quiere hacer. Por un lado, escuchaba que debía dedicarme a ‘lo que tiene salidas’, y por otro mi corazón me decía que tenía que trabajar en lo que me gustaba y atreverme a dar el paso. En India fui consciente de tener la suerte de haber nacido donde he nacido y por lo menos debía intentar hacer lo que sentía, dedicarme a la música. Mucha gente de allí no tenía elección porque su única preocupación era conseguir comida”.

Hubo un día clave. Los dos, con 18 años (solo se sacan nueve días), reunieron en una cafetería a sus madres, Alicia y Blanca, y les dijeron: “Mirad, nos vamos a dedicar a la música, queremos vivir solos y ya está. ¿Qué os parece?”. Les pareció bien, “porque algo se olían”. Comenzaron a conquistar los bares de Granada tocando a guitarra y voz versiones de Pata Negra, Manzanita o Los Chichos. Mientras, iban dando forma a La Plazuela, un proyecto que se nutría de sus querencias musicales: el flamenco, la música electrónica, el soul o el funk.

La Plazuela en concierto en A Coruña, en septiembre de 2023. Cristina Andina (Redferns)

Aunque lo que propone La Plazuela invita al baile y la juerga, sus letras desarrollan historias tan terribles como la de Tu palabra, que describe un episodio de malos tratos: “En el pasillo recuerdo voces y algún ladrido. / Mamá no sale. / Tira para el coche, te lo suplico. / No quiero roces. / Y poco a poco se fue calmando. / Y una tormenta que duró diez años”. “Sí, es una historia dura. Complicado, complicado… Pero afortunadamente ya pasó”, responde su letrista, Indio, que añade: “Para mí escribir canciones es una forma de puta madre de hacer terapia, tío. Cuando tengo algún problema escribo algo sobre eso y automáticamente me cambia el ánimo y siento que me descargo”. Nitro apunta: “Somos la generación de la salud mental por los suelos, la que tiene la oportunidad de plantearse las cosas en la vida porque no nos falta de comer y de nada. Creo que la palabra ansiedad se está utilizando muchísimo en estos últimos dos años. Somos la generación que está yendo al psicólogo y nadie nos mira mal, porque es una necesidad vital. Y creo que la gente se identifica mucho con nuestras letras porque hablamos de esto”.

En agosto pasado los dos se mudaron a Madrid. Antes compartían casa en Granada; hoy viven separados en la capital. Un dato más sobre su profesionalización. “Siempre hemos reivindicado nuestra cultura de Granada y eso no va a cambiar, pero en Madrid hay muy buenos músicos y nos gusta colaborar con ellos y desarrollar ideas. Nuestro proyecto hoy se ubica mejor en Madrid. En cuanto sintamos que nuestro tiempo aquí se ha terminado nos volveremos a Granada”, explican.

Antes de la llegada de su segundo disco esperan sus cuatro conciertos más masivos, rondando aforos de 10.000 (Barcelona, Madrid, Sevilla y Granada), 12 músicos en el escenario, muchos festivales y un EP, La Caleta, compuesto por cinco temas grabados junto a David de Jacoba (último cantaor de Paco de Lucía) y el grupo de electrónica granadino Texture. Está dedicado a la costa granadina (Salobreña, Motril, Castell de Ferro...). “Ha sido una investigación muy estimulante. Por ejemplo, hemos grabado una seguiriya con una base house”, señalan. Músicos juntándose a intercambiar ideas en un ambiente de compays. Con lo que más disfruta La Plazuela.

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