Obús: gloria, declive y orgullo del ariete del heavy español que reinó en los barrios
Triunfaron en los ochenta y en los noventa tuvieron que buscar empleos alejados de la música para sobrevivir. Reconstruimos la historia de la banda madrileña, que estrena documental y sigue ofreciendo contundentes conciertos
Un cigarro colgando de la comisura de los labios. Una pierna apoyada en los monitores. Pantalones elásticos de vinilo rojo. La melena rizada. El rostro extasiado. Colgando del cuello, un bajo en forma de hacha. La imagen de Juan Luis Serrano en un escenario representó buena parte de lo que fue Obús: actitud, chulería, dureza. En 1980 Serrano fundó junto al guitarrista Paco Laguna Obús, estandarte del heavy metal español. Él fue el letrista de grandes temas del cuarteto, esas polaroids sonoras ...
Un cigarro colgando de la comisura de los labios. Una pierna apoyada en los monitores. Pantalones elásticos de vinilo rojo. La melena rizada. El rostro extasiado. Colgando del cuello, un bajo en forma de hacha. La imagen de Juan Luis Serrano en un escenario representó buena parte de lo que fue Obús: actitud, chulería, dureza. En 1980 Serrano fundó junto al guitarrista Paco Laguna Obús, estandarte del heavy metal español. Él fue el letrista de grandes temas del cuarteto, esas polaroids sonoras de la vida en los ochenta en un barrio como Entrevías (distrito Puente de Vallecas, Madrid), donde o eras heavy o morías. Los personajes que habitaban esas calles abrumadas por el desempleo, la heroína, la delincuencia, la desconfianza policial y una juventud deseosa por vivir el presente son los protagonistas de temas como Va a estallar el obús, Dosis de heavy metal, El que más, Vamos muy bien, Cállate… Es heavy metal puntiagudo; simple y directo, sincero y visceral. Estas canciones las sigue interpretando el grupo en directo tras cuatro décadas de su primer disco. Estos días, además, estrenan un documental que cuenta su historia, Obús. 40 años por y para la música, de Adrián García Cuadrado.
Juan Luis Serrano, 68 años, dejó Obús en 2004, “porque estaba harto de mentiras”, cuenta desde Horcajo de Santiago (Cuenca), donde se fue a vivir precisamente hace 20 años, cuando se marchó del grupo. Habla con dificultad ya que tiene “un agujero precioso en la tráquea”. Durante la conversación se disculpa por no ser preciso con las palabras. Se toma unos segundos, carraspea, se repone y vuelve al ataque. La historia misma de Obús. A Juan Luis le diagnosticaron un cáncer de garganta y le operaron en 2009. Con la lógica dificultad para vocalizar sigue haciendo su vida y subiéndose a un escenario: hace unos días tocó con Guadaña y en breve acompañará a Coz. Tiene tres hijos y un nieto. Cuando vinieron mal dadas para Obús (y para todo el rock duro español), a finales de los ochenta, se recicló en transportista. Primero conduciendo y más tarde con una flota de cuatro vehículos. Ha sido su sustento durante 33 años hasta que se jubiló en 2020. Lo que sacaba con Obús a partir de los noventa suponía un extra. “El heavy metal español decayó porque perdió la conexión con la calle. Vinieron bandas que hablaban de flautistas y caballeros, temática que importaba poco en los barrios obreros”, cuenta.
Serrano siempre tuvo conciencia política de izquierdas, votando al Partido Comunista de España y ejerciendo de enlace sindical de Comisiones Obreras en su empleo de oficinista, a finales de los setenta. Habla de la letra que escribió para El que más, el clásico de Obús, que dice: “El que más, levantando un coche. / El que más, pasándote costo. / El que más, tirando de un bolso. / El que más, burlando a la poli”. “Me inspiré en un chico que me encontraba todos los días en un semáforo de Vallecas y que siempre me quería vender radiocasetes o una china de costo. En mis letras hablaba de la gente que veía en el ambiente donde me movía, el barrio”, cuenta. Esas canciones suenan todavía hoy gracias a la tenacidad e ilusión irrompible de Fortu Sánchez (70 años, voz) y Paco Laguna (67, guitarra), los dos únicos miembros que quedan de la formación clásica en Obús. Serrano se marchó en 2004 y Fernando Sánchez, el batería, en 2010.
Fortu y Paco se encuentran con EL PAÍS en Vallecas, donde se formó la banda. Laguna recuerda estampas de los primeros ochenta en el extrarradio madrileño: “La heroína estaba por todas partes. Cayó mucha gente. Pero no solo en Entrevías, en muchos barrios periféricos. Recuerdo estar ensayando y que venían chicos a vernos. En un momento dado se sentaban apoyados en la pared y se empezaban a pinchar y a intercambiar jeringuillas. No había información y el sida estaba a las puertas. Nosotros no caímos porque nos daban repelús y miedo aquellas escenas con las jeringuillas”. Una noche, sus propios colegas entraron en el local de ensayo y robaron guitarras, amplificadores, micrófonos… “para pagarse los chutes. Tuvimos que irnos a ensayar a otros locales, fuera del barrio”, apunta Laguna.
Lo que significó Obús en aquellos primeros 80 en la música española lo expone por teléfono Fernando Galicia, autor de Inoxidable. Formación, cristalización y crecimiento del heavy metal en España 1978-1985: “Obús trajo al heavy metal español la estética de cuero y tachuelas que en Inglaterra ya habían popularizado Judas Priest. Esa imagen, unida a una actitud desafiante, les convirtió en el prototipo de grupo macarra, despertando el recelo de determinados círculos sociales y culturales. Frente a la colorida y cosmopolita nueva ola, desde Vallecas Obús se posicionaron como referentes de la juventud del extrarradio madrileño, de los barrios humildes, consiguiendo generar un sentimiento de pertenencia en el que se vieron reflejados muchos chavales”.
Fue audaz el cuarteto en estos primeros años al relacionarse con Tino Casal, un moderno en las antípodas del colegueo barrial. Fortu: “A Tino Casal no le conocía casi nadie por esa época. Nosotros cuando le vimos flipamos. Nos cautivó y nos enseñó mucho. Fue un gran productor, un gran arreglista… Me tiraba las horas con él. Me ayudó mucho con la voz”. Casal se encargó del sonido de los dos primeros discos de Obús, de crear el logotipo que todavía exhiben y de vestirlos. Paco: “Tenía mucha ropa porque iba a Londres con frecuencia. Abríamos su ropero y cogíamos lo que cuadraba con nuestro rollo. También diseñaba él cosas que nos encantaban”.
El éxito de Obús fue inmediato. A los cuatro meses de publicar su primer disco, Prepárate (1981), llenaron el local heavy de la capital, el Pabellón de Deportes del Real Madrid (5.000 personas). Cogieron la buena ola del rock fuerte, cuando los jóvenes devoraban la música de bandas internacionales como Judas Priest, AC/DC, Saxon, Motörhead, Iron Maiden… Ellos sonaban igual de vertiginosos, pero les hablaban a los chavales en su jerga. “Utilizaban un lenguaje directo, sin pelos en la lengua y con expresiones coloquiales que lo sitúan en un marco eminentemente llano y popular”, señala Galicia. Su primer trabajo fue el que les abrió camino, y el tercero, El que más (1983), el más completo. Se gastaban el dinero en montajes escénicos pirotécnicos: calaveras tapando los amplificadores, bombas, fuego, cañones… Sus conciertos eran potentes y divertidos con un vocalista dominador al frente. La rivalidad con la otra gran banda española de rock duro, Barón Rojo, llegó a ponerse antipática. En el documental, el manager de carretera de los primeros años de Obús, Darío McBrian, afirma que Barón Rojo vetó a los vallecanos en varios festivales: o ellos o nosotros. Fortu afirma hoy: “Si lo dice Darío es que ese veto es cierto”. “Últimamente las cosas han cambiado y el año pasado compartimos cartel con Barón Rojo sin problemas”, tercia Paco.
A finales de los ochenta llegó el declive y el grupo se separó a principios de los noventa. “Nuestras letras eran importantes para la generación de los ochenta, pero en los noventa ya no llegaban tanto. Además, el grunge y Nirvana barrieron el rock duro”, asume el guitarrista. En los noventa el mensaje proletario de Obús se desinfla. España se abre al mundo, llegan los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla... Se vive bien. La especulación urbanística fluye. El público quiere colores, no tipos vestidos de negro que les canten las miserias de hace una década.
Fortu se integró en Saratoga y Juan Luis y Fernando montaron Venganza. Pero tuvieron que salir en busca de otros trabajos. El cantante se centró en la hostelería, montando y desmontando restaurantes y pubs; Paco encontró empleo en una agencia de publicidad; Juan Luis de trasportista… “Sí, generamos dinero para compramos una casa y un deportivo, pero antes no se ganaba lo que décadas después. Pasa un año, otro; tienes familia, no ingresas… Tuvimos que buscar otros empleos”, explica Fortu. A finales de los noventa los cuatro miembros originales se sintieron fuertes para volver. En 2000 grabaron Desde el fondo del abismo, un disco de sonido moderno, que algunos colocan entre lo mejor de su carrera. No contaban con la audiencia de los ochenta, pero estaban otra vez enchufados.
Sin embargo, poco tiempo después las tensiones agitaron el ambiente. Juan Luis: “Era 2004 y nos citó la compañía para acordar los derechos editoriales. Cuando leí el contrato lo firmaba gente de la compañía y Fortu. Lo más lógico es que estuviéramos los cuatro obús en ese contrato. Me pareció una puñalada por la espalda y me marché”. Fortu niega esa versión y apunta que Juan Luis les dejó tirados en medio de una gira. El batería, Fernando, lo fue en 2010. Así lo argumenta en el documental: “Tuve un problema de espalda, me operaron y durante la convalecencia la reacción de mis compañeros no fue la que yo esperaba”. En 2012 Fortu acaparó el foco mediático más que en toda su carrera como vocalista de Obús. Fue a defender a su hija en el programa de telerrealidad Gran Hermano y los organizadores vieron en él un filón. Los años siguientes participó en Supervivientes, ¡Mira quien salta!, Tu cara me suena, Gran Hermano Dúo… “Lo hice por dar visibilidad al grupo, por dinero y porque me gustan los retos. Creo que no fue perjudicial para el grupo; al revés, hubo mucha gente que me dijo: ‘Anda, no sabía que tenías un grupo de rock’. Nos dio mucha promoción”, señala el cantante.
¿Surgirá una reunión de los cuatro Obús clásicos? Paco y Fortu afirman que Fernando “es un caballero” y que le han planteado tocar en algún concierto de la gira de Obús; confían en que sea posible. A Juan Luis también se lo han propuesto, pero el bajista y letrista no quiere. “Les dije que no por mis convicciones y mi forma de ser. Pero pon en el reportaje, por favor, que para mí Fernando, Fortu y Paco son los mejores músicos que ha dado Vallecas. Cada uno podemos tener nuestros rollos, pero para mí son los que más”.
Acompañados de otros dos músicos (el batería Carlos Mirat y el bajista Luisma Hernández), Paco y Fortu siguen orgullosamente adelante. Esta semana han publicado Hasta la última estación, canción adelanto de un nuevo disco, y continúan de gira. “Sumamos unos 40 conciertos por año y eso nos permite vivir del grupo sin tener otro empleo. Pero los meses que no tenemos concierto lo pasamos económicamente regular”, afirma Paco, que reside a las afueras de Madrid. Fortu se mudó a Almería con su pareja. “Siempre deseé vivir en el Mediterráneo. Pero estoy preocupado. Me he metido en una hipoteca de una casa hace poco tiempo y no sé cuanto va a durar la salud. Porque tengo que seguir tocando ya me espera la jubilación mínima”. Y sentencia: “Nosotros tenemos que continuar con la cabeza bien alta y mirando al frente, siempre. Lo que hicimos es importante, pero debemos seguir picando piedra todos los días”.