Paco de Lucía ‘Vuela’ en el baile de Sara Baras
La bailaora gaditana inaugura el XXVIII Festival de Jerez con el espectáculo dedicado al guitarrista de Algeciras
Sara Baras (Cádiz, 52 años) inauguró este viernes el Festival de Jerez completando el aforo del teatro Villamarta, sede principal del evento, con su nuevo trabajo, Vuela, dedicado a Paco de Lucía. La obra fue estrenada en el Teatro Real de Madrid a principios de este mes, justo 49 años después de que el guitarrista rompiese barreras en ese coliseo con un concierto que quedó grabado para la posteridad. Tras el estreno, Baras decidió arrancar en Je...
Sara Baras (Cádiz, 52 años) inauguró este viernes el Festival de Jerez completando el aforo del teatro Villamarta, sede principal del evento, con su nuevo trabajo, Vuela, dedicado a Paco de Lucía. La obra fue estrenada en el Teatro Real de Madrid a principios de este mes, justo 49 años después de que el guitarrista rompiese barreras en ese coliseo con un concierto que quedó grabado para la posteridad. Tras el estreno, Baras decidió arrancar en Jerez una gira para la que tiene concertadas un centenar de funciones nacionales en el presente año, antes de su periplo internacional. A Baras le une una larga relación con la ciudad gaditana y con la cita: participó en su primera edición (1997) como artista invitada y, en la segunda, en solitario, antes de que, en la tercera, debutara con compañía propia y con la obra Los sueños de Sara. Tras ella, ha sumado cinco participaciones más, una de ellas galardonada con el Premio de la Crítica (Juana la loca, 2001).
La bailaora celebra los 25 años de su compañía, y este ha sido el momento —cuando se cumplen diez años del fallecimiento del maestro— en el que dice haberse sentido preparada para afrontar una vieja asignatura pendiente: la de bailarle al maestro Paco de Lucía, a su memoria y a su música, en un espectáculo que tiene intención de homenaje, y es expresión de gratitud: “He querido celebrar mis veinticinco años agradeciendo”. Reconoce Baras que la obra es el resultado de un largo proceso de pérdida que le ha enseñado mucho. “El día que me llegó la noticia de su muerte estaba bailando La Pepa (una de sus creaciones), en el Teatro Sadler’s Wells de Londres y, cuando bajó el telón, me derrumbé”.
Sara había mantenido una relación muy personal con el guitarrista y siempre quiso reconocer cuánto él le había dado, buscando los puntos de unión —el mar, la misma tierra gaditana, gustos, afinidades…—, conjugando admiración y respeto. “Ha sido un proceso largo, muy cuidado y, a la vez, precioso”. En la elección de las músicas para el nuevo espectáculo, subraya el trabajo del guitarrista Keko Baldomero, director musical de la compañía, al que sitúa en el punto de partida del proyecto: “El planteamiento que le hice no era fácil: en la obra tenía que sonar la música del maestro, que aparece, aunque de una forma especial, pero a la vez la música que la obra de Paco le inspiraba a él”. Ni que decir tiene que, para ella, Baldomero ha superado todas las expectativas, una apreciación que extiende a todos los miembros de la banda que la acompaña en el proyecto, a los que cita uno a uno con admiración y gratitud: “Todos nos gustamos, nos inspiramos”, declara.
El espectáculo, que se articula en cuatro actos nombrados como ‘Madera’, ‘Mar’, ‘Muerte’ y ‘Volar’, se compone de 15 piezas que se presentan fluidas y alternando distintas presentaciones del baile y de la música. Nada más comenzar, Sara brilla en solitario por tientos con un vestido de tanto vuelo que ejerce casi de mantón, provocando hermosas figuras. El elenco de mujeres evocará el mar por alegrías, con bata y mantón, y la banda cobrará protagonismo con instrumentales que superan con mucho la función de tránsito. La seguiriya, en un paso a dos con Daniel Saltares, es el espacio de la muerte, pero con un tono positivo de liberación: “Estando muerto, yo vuelo”, recita Sara en off y May Fernández interpreta los versos que el mismo Paco le cantó a Camarón tras su fallecimiento. La música del maestro transita por toda la obra, unas veces de forma reconocible, otras veladamente. Baldomero se luce en solitario con una excelsa soleá y, acercándonos al final, el escenario se llena de kentias, la única decoración que el guitarrista de Algeciras tenía en sus conciertos.
En los espectáculos de Sara hasta los bises suelen estar estudiados, pero, en esta ocasión, no se trató de cualquier cosa. Tras un falso final en el que la artista, metiendo los pies y haciendo música con ellos, había entrando en comunión con el público y con su banda, el escenario se vacía para que, en apenas unos segundos, aparezca Sara para bailarle la copla ‘Ojos Verdes’ al saxo tenor de Diego Villegas, espléndido toda la noche, en lo que constituyó una suerte de regalo sorpresa.
Tras cerca de cuarenta años en escena —ella, que empezó muy joven, reivindica su etapa anterior a la compañía—, el baile de Sara mantiene los rasgos que siempre lo han definido: fuerza, transmisión, plasticidad, expresividad… Ella misma se sorprende de sentirse muy fuerte y recuerda que el cuidado al que se somete la mantiene, pero admite que “la madurez te da una ventaja”. Se reconoce una manera diferente de pisar: “se acaricia más el suelo, y siento que, cuando paro, estoy más parada, pero, cuando vuelo, vuelo más”. Igualmente admite que su estética bailaora sigue siendo la misma, y se muestra contenta de haber podido mantenerse en la línea flamenca que entiende y de no haber necesitado de otros registros para expresarse. Con el incombustible entusiasmo y la pasión que la define concluye: “Me siento muy afortunada de poder defender tu arte y compartirlo, incluso cuando expresa el dolor”, declara en referencia a Alma, la anterior producción dedicada a su padre, ya fallecido y al que también ha citado en esta nueva obra.