Cultura se compromete a no premiar o contratar obras creadas íntegramente con inteligencia artificial

El ministerio dirigido por Ernest Urtasun emite una guía de buenas prácticas tras semanas de quejas y acusaciones de desprotección por parte de decenas de dibujantes e ilustradores

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en la sesión del control al Gobierno en el pleno del Senado del pasado 6 de febrero.Kiko Huesca (EFE)

Al Ministerio de Cultura debían de silbarle los oídos desde hacía días. Decenas de dibujantes e ilustradores han compartido recientemente en redes sociales su indignación por el uso cada vez más masivo de la inteligencia artificial (AI) en su disciplina: portadas de libros de grandes sellos, imágenes premiadas en concursos públicos o promoción de entidades oficiales como el Ministerio de Juventud, que terminó disculpá...

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Al Ministerio de Cultura debían de silbarle los oídos desde hacía días. Decenas de dibujantes e ilustradores han compartido recientemente en redes sociales su indignación por el uso cada vez más masivo de la inteligencia artificial (AI) en su disciplina: portadas de libros de grandes sellos, imágenes premiadas en concursos públicos o promoción de entidades oficiales como el Ministerio de Juventud, que terminó disculpándose por ello, o el Organismo Autónomos Parques Nacionales. A menudo, estos creadores atacaban abiertamente a Ernest Urtasun, responsable de Cultura, por su presunta inacción. Este lunes han recibido una primera respuesta: una guía de buenas prácticas con la que el ministerio se compromete, entre otras cosas, a no otorgar los Premios Nacionales a trabajos realizados íntegramente con IA y a contratar “preferentemente obras protegidas por derechos de propiedad intelectual creadas por personas” y que en ningún caso hayan usado esa tecnología “de manera sustitutiva del desempeño humano”.

Se trata de la primera postura oficial recogida por un documento escrito del departamento de Urtasun sobre este ámbito, dirigida a todas las unidades y entidades que dependen de él. Pero, a la vez que desvela la visión y la línea de actuación de Cultura, deja sin respuesta muchos interrogantes: el mayor se resume en cómo podrá cumplir sus promesas y conocer o averiguar efectivamente y al detalle origen y desarrollo de cada obra que se vaya a premiar, subvencionar o contratar. De momento, además, se trata de una política circunscrita a este departamento y no al resto del Gobierno u otras administraciones.

“Consideramos muy decepcionante la propuesta. Permitir el uso parcial de la IA en Premios Nacionales, contratación y subvenciones supondría normalizar el uso de las IAs generativas, contruidas y desarrolladas robando el trabajo de los creadores. El Gobierno debería posicionarse en contra. Grandes multinacionales tecnológicas se han apropiado del trabajo de los artistas de forma ilegal (bajo la excusa de que son imágenes publicadas en la red) para desarrollar herramientas que automatizan los procesos creativos y conseguir lucrarse. Y esta vulneración se está consintiendo por parte de las instituciones”, argumentan fuentes de la APIM, la Asociación de Profesionales de la Ilustración de Madrid.

Desde el principio del documento, en todo caso, Cultura reivindica la función que tantos creadores le recordaban: “El ministerio es el órgano encargado de la protección, promoción y difusión de la cultura española. Por tanto, se encuentran en el centro de su actividad la salvaguarda de los intereses de los creadores, las creadoras y demás personas que trabajan en el sector cultural, así como la protección de la diversidad cultural”. Urtasun se posiciona así después de semanas de polémicas crecientes y la invasión cada vez mayor de la IA en muchos aspectos de la vida. El reciente lanzamiento de Sora, una herramienta desarrollada por Open AI capaz de generar vídeos de 60 segundos tan solo a partir de un escueto texto, es el último capítulo de una revolución que pretende cambiar el mundo. Y amenaza el derecho de autor y el trabajo creativo, según muchos de sus protagonistas. “La IA no es una herramienta; no crea y no debe servir como base o apoyo en el trabajo porque ha sido desarrollada apropiándose de obras ajenas sin permiso y sin remuneración. Permitirla, en cualquiera de sus formas, significa normalizarla”, insisten desde la APIM.

“Estos sistemas y su empleo han de cumplir con el marco regulatorio de propiedad intelectual, que supone que cualquier uso que se realice de obras y prestaciones protegidas por derechos de propiedad intelectual, como pudiera ser el entrenamiento de los modelos a través del llamado dataset, debe ser autorizado por sus titulares o ampararse en algún límite y, en su caso, ser remunerado”, escribe Cultura en su nota. Y aborda, así, uno de los mayores debates relacionados con la IA. Escritores como George R. R. Martin, intérpretes como Stephen Fry o Scarlett Johansson y dibujantes como Pepe Larraz han lamentado o incluso demandado en los tribunales el uso presuntamente indebido, no autorizado y no pagado de sus creaciones, su imagen o su voz para mejorar las capacidades de los programas de IA.

La UE alcanzó en diciembre un acuerdo entre Estados y Parlamento Europeo —aún por ratificar por las dos partes antes de entrar en vigor— para sacar adelante la primera ley del mundo que aborde de forma completa la nueva tecnología. Y el texto, entre otros asuntos, establece que tendrá que cumplir criterios de transparencia, como explicitar las obras que han sido realizadas gracias a la IA y garantizar que los datos que se han empleado para entrenar a los sistemas respetan los derechos de autor.

La guía de Cultura establece también que los proyectos que incluyan modelos de IA podrán recibir subvenciones y ayudas solo si garantizan “el máximo respeto a la normativa reguladora en materia de inteligencia artificial y de propiedad intelectual”. Y el ministerio decide que, en cualquiera de sus actividades, “en el caso de utilizar modelos de inteligencia artificial, el proveedor deberá informar de ello, así como detallar el nivel de intervención y, en su caso, el papel de revisión de las personas físicas que desarrollen el proyecto”.

El documento, a la vez, se muestra consciente de la relevancia que tiene y está destinada a tener la IA. De ahí que Cultura pretenda regularlo y elogie sus potenciales positivos: crear nuevos lenguajes y herramientas que ayuden a los artistas a crear e incluso agilizar y modernizar el propio funcionamiento del ministerio. Nunca, eso sí, “deberán sustituir el recurso a la creación artística”. Ya se conocen, pues, las primeras intenciones del ministerio. Queda por ver cómo se implementarán. Y cómo evolucionará, a la vez, la propia IA. Aunque eso, actualmente, no lo sabe nadie.

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