La pionera colonia de los 4.000 hombres libres de Hispania languidece entre chimeneas
Asociaciones y expertos reclaman mayores recursos para Carteia, en la provincia de Cádiz, un enclave oculto entre petroquímicas pero esencial para la historia de la Península Ibérica
Allá por el 171 a. C. una delegación que representaba a más de 4.000 hombres nacidos de soldados romanos y mujeres hispanas se plantó ante el Senado romano para reclamar sus derechos. La situación debió de ser tan singular que el historiador latino Tito Livio les definió como “una nueva clase de hombres”, a medio camino de la ciudadanía romana. Aunque en la práctica ellos solo pedían “una ciudad en la cual vivir” y un lote de tierra. Lo lograron en Carteia, una antigua localidad fenicia del siglo VII a. C. en pleno Estrecho de Gibraltar. La concesión la convirtió en la primera colonia de derec...
Allá por el 171 a. C. una delegación que representaba a más de 4.000 hombres nacidos de soldados romanos y mujeres hispanas se plantó ante el Senado romano para reclamar sus derechos. La situación debió de ser tan singular que el historiador latino Tito Livio les definió como “una nueva clase de hombres”, a medio camino de la ciudadanía romana. Aunque en la práctica ellos solo pedían “una ciudad en la cual vivir” y un lote de tierra. Lo lograron en Carteia, una antigua localidad fenicia del siglo VII a. C. en pleno Estrecho de Gibraltar. La concesión la convirtió en la primera colonia de derecho latino más allá del territorio la actual Italia. Pero ni ese peso en la historia de Hispania la ha librado de acabar 2.200 años después, ya como yacimiento, languideciendo oculta tras las chimeneas de una refinería.
Comparar los restos de la conocida localidad romana de Baelo Claudia (en Tarifa) con Carteia, enclavada en el municipio de San Roque, sería como confrontar en importancia, extensión y habitantes a los actuales municipios de Conil de la Frontera y Cádiz. Pero mientras que las primeras ruinas hoy son conjunto arqueológico —con museo, gestión propia y amplio horario de visitas—, Carteia solo es un enclave gestionado por la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales que ni siquiera cuenta con centro de interpretación, con aperturas limitadas —las mañanas de miércoles a domingo— y con apenas siete trabajadores para controlar sus 27 hectáreas de superficie. “Es una pena, como ciudad antigua es importantísima y como valor patrimonial es muy interesante (…). Es una las ciudades importantes del pasado romano en la península y eso está claro para el mundo investigador”, resume Lourdes Roldán, catedrática de Arte Antiguo de la Universidad Autónoma de Madrid.
La historia reciente de Carteia como yacimiento está ligada al devenir sociopolítico del Campo de Gibraltar y al desarrollo del polo petroquímico que hoy contamina visualmente su entorno. Aunque al menos desde el siglo XVI hay constancia de la existencia de restos arqueológicos en la zona, no es hasta la década de los años 50 y 60 del siglo XX cuando se excava y se delimita. Esos trabajos resultaron esenciales para la construcción de la refinería de San Roque que hoy colinda con el enclave. “El cierre de la Verja [de Gibraltar, decretado por el franquismo en 1969] conllevó la instalación de esas industrias y el deterioro de todo el entorno. Está abrazada por las chimeneas y ahora resulta que cuesta más trabajo ponerla en valor”, recuerda Margarita García, excoordinadora del espacio.
Esas chimeneas que afloran en las inmediaciones de un yacimiento con restos de una muralla púnica, un templo romano de época republicana, un edificio termal, varias domus o factorías de salazones también son un obstáculo para el catedrático en Arqueología de la Universidad de Cádiz, Darío Bernal: “He excavado durante años y ves y hueles la refinería. Además, es un yacimiento que se abrió al público más tarde que otros, al que tienes que desplazarte para ir a verlo. También es muy grande. Las distancias son mayores y eso lo vuelve más complejo”. Roldán, que ha estudiado los restos durante décadas, aporta más motivos para la aparente indiferencia que envuelve al lugar: “Ha tenido la mala suerte de que no se ha publicado todo lo que se ha hecho, no ha sido tan conocido a nivel científico. Hasta que no empezamos a trabajar con ella en 1994 en la UAM no se había publicado nada”.
El trabajo del equipo de Roldán sirvió para ubicar en el siglo VII a. C. los vestigios más antiguos hallados de la ciudad, entonces fenicia. También para comprender Carteia como “lugar estratégico que contactaba Oriente y Occidente, Europa y África. Era un lugar de paso y contacto. Su economía era básicamente productos del mar, pesca y salazones”, añade la catedrática. La historia del Imperio Romano le reserva también su espacio, gracias a que en el año 171 a. C. se convirtió en la primera colonia de derecho romano, más allá de la actual Italia, después de que esos hijos de soldados romanos e hispanas pidiesen ante el Senado un lugar en el que asentarse. Pero resultó que la concesión de Roma les dio un nuevo estatus, además de un hogar. “No implica que los habitantes de Carteia fuesen previamente esclavos, sino que estaban fuera del ordenamiento jurídico romano. Cuando al Senado se les plantea la cuestión, ellos encuentran que la mejor fórmula es la que ya seguían con los esclavos liberados”, explica el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Cádiz Lázaro Lagóstena. La catedrática en la Universidad de Cambridge y premio Princesa de Asturias Mary Beard fue más allá y tildó la decisión como “revolucionaria, el principio de ser ciudadano romano en cierto modo sin ser itálico”, según aseguró cuando visitó el enclave en su serie de reportajes Roma, un imperio sin límites.
Ya en aquel paseo televisado Beard se sorprendió de que, pese a su importancia, Carteia fuese “un sitio que hay que buscar a conciencia. No creo que forme parte de las rutas turísticas habituales”. Con todo, el ostracismo ha tenido sus fases. Margarita García llegó a ser coordinadora del enclave entre 2001 y 2007, en un periodo en el que a esta profesora, hoy jubilada, se la designó por comisión de servicio, dada la sintonía entre la Dirección de Bienes Culturales de la Junta y el Ayuntamiento de entonces por mejorar la gestión del enclave. Fueron buenos años para dar a conocer un yacimiento que incluso tiene en su interior tres búnkeres construidos por el franquismo durante la Segunda Guerra Mundial, ante el temor de una invasión de los aliados. Pero el interés pronto decayó, nadie sustituyó a García en su puesto, “ni al arqueólogo, ni al restaurador” que llegó a tener el yacimiento. “Hoy no hay equipo, no hay nadie al frente que promueva el desarrollo de Carteia. Eso debería ser un trabajo conjunto de Administraciones y de todas esas industrias que están allí y cuya instalación las hace responsables de que Carteia no sea Baelo”, denuncia la excoordinadora.
Pero en el inmovilismo que aparentemente ahoga al yacimiento hubo una gota que colmó el vaso. El pasado mes de marzo, un problema burocrático llevó al cierre del espacio durante días, después de que la única guía se quedase sin contrato. La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía resolvió el entuerto pocos días después, pero la mecha del malestar ya estaba prendida. García se unió a colectivos sociales y ecologistas para reclamar un cambio en la catalogación administrativa del bien a conjunto arqueológico. “Lo fundamental es su gestión, aquello no se puede administrar por un coordinador provincial cuyo centro de trabajo está disperso en 120 kilómetros”, apunta la activista. El colectivo, que ya se ha manifestado a las puertas del enclave, consiguió incluso que en mayo el Parlamento Andaluz aprobase una Proposición No de Ley para el cambio de gestión de Carteia en la que el PP se abstuvo.
La Consejería de Cultura andaluza asegura que “se está planteando” el cambio a conjunto arqueológico y cierran filas con el yacimiento al recordar que en abril el consejero Arturo Bernal visitó las excavaciones que la Universidad de Cádiz estaba realizando en el espacio, centradas en la pujante actividad de salazones que tuvo la ciudad romana. Allí, el consejero se limitó a asegurar que la plantilla “está perfectamente conformada”. Pero el catedrático Darío Bernal cree que “los recursos humanos son bastante limitados”. “Es un yacimiento muy relevante, muy bien conservado que arqueológicamente se entiende bien. Todos los esfuerzos serán pocos. Debería ser un sitio de referencia. El problema es que hay tantísimo patrimonio en Andalucía que es muy complicado mantenerlo. No es una inversión barata”, añade el arqueólogo. Pero Margarita García no pierde la esperanza y lanza una exhortación: “Es hora de cuidar lo que la industria se ha cargado”.