La hora de María Goyri: una de las primeras licenciadas en España, filóloga, pedagoga y defensora de los derechos de la mujer

Exposiciones, publicaciones y conferencias impulsan que se valore la labor de una figura más conocida hasta ahora por ser esposa de Menéndez Pidal y de la que se cumple el 150 aniversario de su nacimiento

María Goyri, reflejada en varios espejos en una imagen de 1914.Fundación Ramón Menéndez Pidal

Pionera en licenciarse y lograr un doctorado en España, impulsora de una pedagogía reformista, en la que abogaba por la enseñanza mixta; defensora de los derechos de las mujeres, filóloga, estudiosa del Romancero y de Lope de Vega, fundamental en las investigaciones de su marido, Ramón Menéndez Pidal, y “una de las personas más peligrosas de España”, según un cargo franquista. ¿Quién fue ...

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Pionera en licenciarse y lograr un doctorado en España, impulsora de una pedagogía reformista, en la que abogaba por la enseñanza mixta; defensora de los derechos de las mujeres, filóloga, estudiosa del Romancero y de Lope de Vega, fundamental en las investigaciones de su marido, Ramón Menéndez Pidal, y “una de las personas más peligrosas de España”, según un cargo franquista. ¿Quién fue María Goyri? Con motivo de que este año se cumple el 150 aniversario de su nacimiento, con exposiciones, publicaciones y conferencias, la Fundación Ramón Menéndez Pidal (FRMP), impulsora de esta celebración, quiere dar a conocer sus obras y proyectos, su figura adelantada a un tiempo en el que una joven con estudios y ambición de progresar solía ser mirada con displicencia.

Goyri, nacida en Madrid, el 29 de agosto de 1873, de madre soltera, Amalia, vivió sus primeros años en Deusto (hoy Bilbao, pero entonces con ayuntamiento propio) con su abuela, hasta que regresó a la capital. Amalia la educa en casa. “Cuando estaban a solas hablaba a su hija en francés”, dice la investigadora asociada a la FRMP Susana Martín Zaforas en la sede de esta institución en Madrid. “No era raro porque entonces la ley permitía a las familias dar a sus hijos en casa esta clase de instrucción. Lo extraño es que su madre tuviera esa formación”.

Despacho de Ramón Menéndez Pidal en la casa familiar, hoy sede de la Fundación Ramón Menéndez Pidal.Álvaro García
Retratos de Ramón Menéndez Pidal y María Goyri en la Fundación Ramón Menéndez Pidal.Álvaro García
Desde la izquierda, el presidente de la Fundación Ramón Menéndez Pidal, Jesus Antonio Cid, la investigadora Susana Martín Zaforas, el escritor Jon Juaristi, patrono de la fundación, y Sara Catalán, bisnieta de Menéndez Pidal y Goyri y vicepresidenta de la fundación.Álvaro García
Despacho en el que trabajaba María Goyri en la casa familiar en Madrid.Álvaro García
Biblioteca de autores contemporáneos en la Fundación Ramón Menéndez Pidal.Álvaro García

Sara Catalán, bisnieta de Ramón Menéndez Pidal y María Goyri y vicepresidenta de la fundación, añade que Amalia “posiblemente recibió el apoyo de sus hermanos, que estaban bien situados, ya que madre e hija vivían en un buen barrio de Madrid”. La peculiar formación de Goyri continuó en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, creada en 1870, orientada a que las mujeres se introdujeran en el mundo laboral. Su madre la envió allí, “donde hizo estudios de comercio y de institutriz”. Entre 1894 y 1897 ella misma dio clase en este lugar, que definió como “cuna del feminismo español”, vinculado a la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y donde conoció a Emilia Pardo Bazán. En un congreso pedagógico, en 1892, Goyri hizo una apasionada defensa de la pensadora y escritora Concepción Arenal y pidió que las asignaturas del Bachillerato que se convalidaban a los jóvenes también lo fueran para ellas.

Comienza los estudios, como oyente, en Filosofía y Letras, en la Universidad Central de Madrid, porque la matrícula oficial requería una solicitud y que los catedráticos que le fueran a dar clase certificaran que esa presencia no iba a distorsionar el desarrollo de las clases. “Ese primer año, cada profesor la recogía en el Decanato, la acompañaba a clase y luego la devolvía al mismo sitio”, explica Martín. Posteriormente, ya se matriculó oficialmente.

En 1896 se licencia y luego se doctora. En la exposición María Goyri en la Universidad, en la biblioteca Marqués de Valdecilla, en Madrid hasta el 27 de septiembre, comisariada por Juan Miguel Sánchez Vigil y Antonia Salvador, puede verse la orla del doctorado: 26 hombres y ella; compañeros de los que aseguró recibir “siempre muestras de cortesía”. Para noviembre se prepara otra muestra, sobre su vida y actividades, en la Sala El Águila (Madrid), con el título de María Goyri. El progreso de la mujer. Sin vuelta atrás.

Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, en uno de sus paseos por el campo, en 1898.Fundación Menéndez Pidal

Pero Goyri tenía vida más allá de las aulas. La exposición en la Casa del Lector, en Madrid, titulada María Goyri. Abriendo camino (hasta el 15 de septiembre), en la que varios artistas se han inspirado en sus palabras y vida, recuerda su afición por el excursionismo. “El hacer vida de Robinson tiene muchos alicientes […] pasar días vivaqueando en una tienda de campaña en Peñalara constituía nuestra mayor diversión”, decía.

Para entonces había conocido a Menéndez Pidal. El escritor Jon Juaristi, patrono de la FRMP, dice que a la pareja los presentó el filólogo e historiador Marcelino Menéndez Pelayo: “Había sido profesor de los dos, además, se veían por la universidad”. Menéndez Pidal y Goyri se intercambian cartas, libros y fotos: “Le envío el retrato de Carmen [Gallardo, íntima amiga de Goyri] y el mío con nuestras bicicletas”. El presidente de la FRMP, Jesús Antonio Cid, completa: “Trabajaban sobre la misma obra. Ella preparaba una edición de El conde Lucanor y la tesis de él era sobre su autor, Don Juan Manuel. Curiosamente, ninguno de los dos llegó a publicar esos trabajos”.

Sin embargo, la familia de él, conservadora, no ve con buenos ojos la relación: “A mí ni me gustan las literatas ni las mujeres con carrera”, escribió su hermano en una carta. No obstante, se casan el 5 de mayo de 1900. Ella “no prometía ninguna rica dote, sino las de una gran inteligencia y su austera discreción”, dijo su marido.

La pareja emprendió un peculiar viaje de novios: seguir la ruta del destierro del Cid, en tren o a mula, para conocer la topografía del célebre cantar. “Ramón es si cabe mejor de lo que habíamos supuesto”, pone por carta a su madre. En ese recorrido sucede un hecho fundamental para ambos. En Burgo de Osma (Soria), donde habían parado para ver un eclipse solar, María habla con una lavandera que le recita romances, como Muerte del príncipe don Juan (hijo de los Reyes Católicos). Copian este y otros y comprueban que en esa localidad pervive el Romancero transmitido oralmente.

Sara Catalán, con los retratos de sus bisabuelos Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, en la sede de la Fundación Ramón Menéndez Pidal, el 9 de junio.Álvaro García

Al regreso, pronto serán padres. En 1901 nace Jimena, en 1904, Ramón, que fallece cuatro años después. En 1911 llega el tercer hijo, Gonzalo. En otra carta en la biblioteca Marqués de Valdecilla ella cuenta una sesión de fotos con sus hijos en el estudio de Kaulak, seudónimo del fotógrafo Antonio Cánovas del Castillo (sobrino del político). “He llevado a los chicos a retratar […] Cánovas ha traído unas máquinas magníficas. Ramoncito no se estuvo quieto”. La desgracia del hijo fallecido los impulsa a viajar por varios países. En París, a Goyri le admira “ver la universidad tan limpia, nadie fuma ni escupe, no hay una raya ni una mancha en los bancos”.

Además, ayuda a su marido en su obra; el intelectual, filólogo, medievalista, miembro de la Real Academia Española (RAE), de la que sería director la década anterior a la Guerra Civil (retomó el puesto en 1947 hasta su fallecimiento, en 1968). “Hay 14 conferencias que él da en Buenos Aires, que incluyen notas y aclaraciones de ella; las pruebas del diccionario las corregía ella, organiza el archivo del Romancero…”, apunta Cid.

En cuanto a sus propios estudios, sobresalen los de Lope de Vega, con una perspectiva que levantó ampollas entre los ortodoxos. “Yo no disputo, expongo datos”, rebatía ella, que abogaba por la importancia del sentimiento erótico en la dramaturgia del autor. “Yo fui la última conquista de Lope”, afirmaba. Sobre su labor docente, se desarrolló en el Instituto-Escuela, vinculado a la ILE, desde su creación en 1918, y en la Residencia de Señoritas, abierta en 1915. También le interesaban otras etapas de la educación: “La escuela primaria debe ser cuidada maravillosamente porque la pedagogía no es una palabra baldía”.

Una joven María Goyri, leyendo en 1897.Fundación Menéndez Pidal

La vida de los Menéndez Pidal-Goyri salta por los aires con la Guerra Civil. Él se marcha de España (no volverá hasta que acabe la contienda) y ella queda en Segovia con sus dos hijos y su yerno. Cid explica que Menéndez Pidal “había sido favorable a la República, pero se decepcionó con los estatutos de autonomía y chocó con el Frente Popular”.

A la vez, el lado franquista considera que ellos representan la intelectualidad que ha corrompido España. Por ello, cierran la Residencia de Señoritas y el Instituto-Escuela. A María, además de “peligrosa”, la consideran “una de las raíces más robustas de la revolución” y que ha “pervertido a su marido”, según el presidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza del Gobierno en Burgos, Enrique Súñer, quien, no obstante, reconoce su “gran talento y cultura”.

“No sabían la opinión que se había creado de ellos”, apunta Catalán. De ahí que los intentos desde universidades estadounidenses por sacarla de España a ella y sus hijos para reunirlos con Menéndez Pidal son denegados una y otra vez.

Tras la guerra, Goyri recupera el espíritu de la ILE en el Colegio-Estudio, fundado por su hija Jimena en 1940 y del que será su directora. Por fin tiene tiempo para terminar sus obras sobre Lope y el Romancero antes de fallecer el 28 de noviembre de 1954 en Madrid, a los 81 años. El longevo Menéndez Pidal, que la sobrevivió 14 años, quedó desolado: “Ella me deja en toda su vida ejemplo de fortaleza austera, consagrada al bien en sí misma y al bien de los demás”.

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