El librero Javier García: “El español en Texas es un idioma aspiracional”
Dos amigos convierten su establecimiento en Dallas en uno de los focos culturales más importantes del sur de Estados Unidos con las artes latinoamericanas como motor
Durante muchos años, Javier García del Moral (44) fue un ingeniero de Ferrovial nacido en Logroño y destinado en Dallas, segunda ciudad en tamaño de Texas, al que le gustaban los libros, la cultura latinoamericana, escuchar a sus autores favoritos y tomar cervezas mientras comentaba los nuevos libros de Yuri Herrera, Horacio Castellanos Moya o Carlos Manuel Álvarez. Poco a poco aquella pequeña librería fue creciendo hasta convertirse en uno de los centros culturales más importantes del sur de Estados Unidos. Perdida entre sombreros de cowboys, pozos petroleros y cultura tex-mex, la libr...
Durante muchos años, Javier García del Moral (44) fue un ingeniero de Ferrovial nacido en Logroño y destinado en Dallas, segunda ciudad en tamaño de Texas, al que le gustaban los libros, la cultura latinoamericana, escuchar a sus autores favoritos y tomar cervezas mientras comentaba los nuevos libros de Yuri Herrera, Horacio Castellanos Moya o Carlos Manuel Álvarez. Poco a poco aquella pequeña librería fue creciendo hasta convertirse en uno de los centros culturales más importantes del sur de Estados Unidos. Perdida entre sombreros de cowboys, pozos petroleros y cultura tex-mex, la librería The Wild detectives se ha convertido en puerta de entrada para una generación de grandes escritores latinoamericanos mientras Texas se consolida como el lugar de referencia de la cultura hispana.
Pregunta. Hasta que llegó The Wild Detectives solo había una librería en Dallas. ¿No parece el negocio más rentable?
Respuesta Éramos dos amigos ingenieros españoles haciendo lo que más nos gustaba. Poco a poco comenzaron las conexiones con los escritores y con las ferias literarias de México, Argentina o Colombia y de repente todos esos escritores y editores que eran amigos aceptaban pasar por un lugar tan hostil como Dallas. Todo lo demás fue llegando. Pero sí, el panorama hace una década era ese: una librería propiedad de una cadena en una zona urbana de casi siete millones de habitantes.
P. ¿Qué está pasando en Texas?
R. Está llegando una emigración muy fuerte desde las dos costas de Estados Unidos, especialmente California y Nueva York y Texas se está beneficiando de ello. Se pagan menos impuestos y son más baratos los alquileres y esto ha provocado la llegada de un perfil de profesionales liberales más abiertos y receptivos a la cultura de la que Dallas se está beneficiando.
P. La Universidad de Texas tiene los manuscritos de García Márquez o Borges y en el museo Meadow un capitel de Medina Azahara o cuadros de Goya ¿Texas es la referencia de lo latino?
R. En Texas los hispanos son más del 40% de la población y el español ha dejado de ser un idioma vinculado a lo marginal o estigmatizado socialmente para convertirse en un idioma aspiracional. Son bilingües de facto y están aprovechando todos eso. En Dallas es posible vivir sin necesidad de saber inglés porque hasta los documentos públicos están escritos en los dos idiomas.
P. ¿El español es una industria en Estados Unidos?
R. La cultura latinoamericana en un reclamo y el español es el idioma que todos quieren saber. Ahora se habla español sin complejos y, por extensión, España se beneficia de ser la cuna de todo eso que está pasando. Hay mucha gente sin vínculos latinos que llama a su local, por ejemplo, ‘La bonita’, porque es más elegante. A nivel literario no es una industria grande, pero que ha ido creciendo y las grandes editoriales tienen colecciones exclusivamente en español.
P. ¿El interés en Estados Unidos por la literatura latinoamericana tienen la misma fuerza en España?
R. España siempre ha mirado con admiración lo que viene de Francia o Inglaterra y ha tratado con desprecio la producción nacional o lo que llega de América Latina. En Estados Unidos solo se lee un 3% de libros traducidos frente a España que lee casi un 25%, cuando hay un continente con 500 millones de personas produciendo una cultura brutal. Es para hacérselo mirar.
P. ¿Qué libro y que charlas le han sorprendido recientemente?
R. Como libro me sorprendió Fortuna de Hernán Díaz (Anagrama) que ganó el Pulitzer, y como evento una charla reciente de Cartarescu. Doscientas personas escuchando con la boca abierta hablar sobre las diferencias entre el modernismo y el postmodernismo rumano fue una sorpresa. Son cosas que antes solo pasaban en San Francisco o Nueva York pero no en Dallas. Es como si a Logroño llegaran los Beatles.
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