Alain Touraine, el sociólogo de la acción
“A mí lo que me interesa, lo que trato de sacar a la luz en todas partes, es el conflicto”, decía el pensador, fallecido a los 97 años, sobre el hilo conductor de su trabajo
Hace unos días conocíamos el fallecimiento, a los 97 años, del sociólogo francés Alain Touraine, uno de los investigadores sociales de mayor relevancia de la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del XXI. A caballo entre Europa y América Latina, en 1956 fundó el Centro de Estudios para la Sociología del Trabajo de la Universidad de Chile, en 1958 el Taller de Sociología Industrial de París que acabaría ...
Hace unos días conocíamos el fallecimiento, a los 97 años, del sociólogo francés Alain Touraine, uno de los investigadores sociales de mayor relevancia de la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del XXI. A caballo entre Europa y América Latina, en 1956 fundó el Centro de Estudios para la Sociología del Trabajo de la Universidad de Chile, en 1958 el Taller de Sociología Industrial de París que acabaría llamándose Centro para el Estudio de los Movimientos Sociales, y posteriormente el Centro de Análisis de Intervención Sociológica, que dirigió hasta 1993. Su carrera pública la culminó como director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París. Entre otros reconocimientos, en 2010, junto a Zygmunt Bauman, recibió el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Autor de más de 50 libros, comenzó sus investigaciones en las fábricas de Renault, donde pudo investigar el impacto del desarrollo de las máquinas y la automatización en el trabajo obrero, conclusiones que plasmó en una de sus obras más conocidas, La evolución del trabajo obrero en las fábricas Renault (1955). Interesado en analizar lo que significaban los cambios sociales que se produjeron durante “los treinta gloriosos” y en adelante, Touraine identificó los nuevos elementos que componían La sociedad postindustrial (1969), entendida como aquella en la que la industria sigue manteniendo su centralidad, pero en la que comienzan a emerger nuevos actores sociales que incorporan elementos de cuestionamiento del sistema más allá del conflicto entre capital y trabajo.
Llega así Touraine, intentando entender a esos nuevos actores sociales que portan nuevos modelos y propuestas, al estudio de los movimientos sociales, al que dedica buena parte de su pensamiento. Desde el mayo francés del 68, pasando por el Chile del 73, los denominados Nuevos Movimientos Sociales, el movimiento social polaco y el nacimiento del sindicato Solidaridad, los zapatistas o los indignados españoles, hasta las recientes movilizaciones de los chalecos amarillos en Francia, Touraine piensa los movimientos sociales como portadores de concepciones sociales en conflicto que se encuentran en el origen del cambio, dando lugar así a una suerte de autoproducción de la sociedad. La relación entre movimientos como el feminista, el ecologista o el sindical, con el Estado y la lucha de clases, protagonizaron buena parte de sus investigaciones. Fruto de estas, su concepción de la sociedad acabó siendo la de un sujeto histórico en permanente actuación para superar sus propias normas.
En el campo de la teoría sociológica, Alain Touraine profundiza en la idea de la acción social. La sociología de la acción, (1965), comienza afirmando que “la Sociología es la ciencia de la acción social”, con lo que sitúa a la acción social como la razón de ser de la investigación sociológica, y al promotor de la acción como protagonista. “El análisis sociológico consiste en situar al actor en un tiempo y en un lugar, en un oficio, una categoría de edad o una clase social, en una sociedad y en una cultura”, aclara.
La sociología de la acción, según el propio Touraine, tiene como propósito estudiar cómo la sociedad se crea, cómo se produce a sí misma, cómo reconstruye el sentido del sistema de relaciones, y de esa forma, mediante el conflicto de concepciones en pugna, se reinventa.
Su trabajo tuvo un hilo conductor que él mismo reafirmaba en una conferencia en 2017: “A mí lo que me interesa, lo que trato de sacar a la luz en todas partes, es el conflicto”.
Ya entrado el siglo XXI, Touraine presta especial atención a las reivindicaciones feministas, a las que entendía como un movimiento moderno capaz de desempeñar un papel de vanguardia dentro de la sociedad postindustrial. En Le Monde des femmes (2006) hace un alegato contra las “ideologías de la dominación” y una identificación del “sujeto” de la acción como el individuo moderno que afirma el derecho universal de todas las personas a la libertad. Insistió en la importancia del feminismo para la democracia en El fin de las sociedades (2013) y El nuevo siglo político (2016).
Preocupado por el devenir del capitalismo especulativo, y con la gestión de la crisis de 2008 en Europa bajo el paradigma neoliberal, dio la voz de alarma sobre el ascenso de la extrema derecha y clamó por una reinvención del Estado. En las últimas décadas Touraine se mostró escéptico con la posibilidad de que las sociedades actuales sean capaces de encontrar marcos para pensarse, llegando a decir que “Hoy lo social ya no tiene sentido”. Con su muerte, se va una de las figuras del pensamiento que entendió y ayudó a entender la potencia transformadora de la acción colectiva.