Primavera Sound Madrid: una peregrinación demasiado complicada

El festival reanuda sus conciertos tras la suspensión del jueves por la lluvia, con un público en su mayoría español, que disfrutó de figuras como Depeche Mode o Kendrick Lamar y con problemas en el acceso al recinto

Asistentes al Primavera Sound Madrid, en Arganda del Rey, este viernes.Santi Burgos
Arganda del Rey (Madrid) -

Por fin, tras 48 horas de incertidumbre, el Primavera Sound abrió sus puertas en Madrid. En un lugar ubicado a 37 kilómetros del centro y con un plan de movilidad que se antojaba angustioso para las casi 40.000 personas que pisaron la Ciudad del Rock este viernes. Una cifra que se superará “el sábado de Rosalía”. Así se puede llamar perfectamente a la jornada más esperada del festival. Desde el lunes, las salas madrileñas han sido invadidas por los nombres más destacados de la programación, una suerte de sueño en el que...

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Por fin, tras 48 horas de incertidumbre, el Primavera Sound abrió sus puertas en Madrid. En un lugar ubicado a 37 kilómetros del centro y con un plan de movilidad que se antojaba angustioso para las casi 40.000 personas que pisaron la Ciudad del Rock este viernes. Una cifra que se superará “el sábado de Rosalía”. Así se puede llamar perfectamente a la jornada más esperada del festival. Desde el lunes, las salas madrileñas han sido invadidas por los nombres más destacados de la programación, una suerte de sueño en el que se ha podido disfrutar de la fuerza de Villano Antillano y de las guitarras de The War on Drugs. Por el camino, una peregrinación que exige a los asistentes mucha planificación y cautela. Más de 50 minutos de recorrido en autobús desde el Cívitas Metropolitano y en algunos casos, cuando la hora Depeche Mode se acercaba sobre las nueve de la noche, esperas de más de dos horas dentro de las casi cien lanzaderas que la organización ha puesto a disposición de la gente en esta cita made in Barcelona.

Unas lanzaderas que se pueden utilizar de forma gratuita desde las 15.00 hasta la medianoche y que unen la ciudad con el festival. La ansiedad del transporte ha provocado retrasos y quejas, y atascos muy propios de Madrid. Tanto, que la organización tuvo que retrasar el inicio del show de los autores de Personal Jesus media hora. Propuesta arriesgada la del Primavera, una marca que ha logrado conquistar ya siete ciudades en todo el mundo y que ha tenido que lidiar con la difícil tarea de convencer a la gente para que acuda. No ha sido fácil conquistar al público con un precio que alcanzaba los 335 euros en el caso de un abono y los 132 para la entrada de día. Y en esta tarea tampoco han ayudado las distancias y la logística.

Ambiente en el Primavera Sound Madrid este viernes.Santi Burgos

En la mente de los asistentes al Primavera de Madrid siempre estuvo el camino de vuelta, en este caso el festival ofrece la posibilidad de regresar en transfer a la civilización a partir de la medianoche y hasta las 7.30 de la madrugada. El recorrido, de hasta dos horas y media en las horas punta de salida, permite llevar a los asistentes hasta zonas de la capital como Méndez Álvaro, Plaza de Castilla o el Metropolitano. Este viernes, una marea de taxis transformó el exterior de la Ciudad del Rock en una especie de terminal de aeropuerto. Eso sí, con unos viajeros ligeros de equipaje.

La tecnología contra la reventa ha posibilitado que no se haya especulado con los boletos, que en esta ocasión no se pueden añadir a la lista de espera para su puesta a la venta, pero que si se pueden transferir a otras personas sin transacción económica oficial de por medio. Lo cierto es que la venta, que no ha superado las expectativas iniciales del festival ni mucho menos las de la edición catalana, logrará acercarse a lo esperado este sábado, gracias al atractivo de nombres como Rosalía, Måneskin o Calvin Harris.

Una vez dentro del recinto, la gran duda: ¿Cómo está el recinto? Pues bien, mejor de lo esperado y mucho mejor de lo imaginado tras las imágenes viralizadas durante el miércoles. Esta superficie de 350.000 metros cuadrados (similar a 6,3 estadios del Camp Nou) parece no ser la misma que protagonizó hace unos días la atención de los medios por las lluvias y que llevó a la organización a suspender su primera jornada. La avenida principal de la Ciudad del Rock se llenó con cada vez más ganas a partir de las 18.00 y alcanzó su momento álgido entre Depeche Mode y Kendrick Lamar. De hecho, a media tarde y a pesar del concierto de Guns and Roses en el estadio del Atlético de Madrid, las colas para conseguir la pulsera y un traslado al recinto, eran bastante amables. Los autobuses especiales que ofrecía la organización fueron los encargados de abrir camino hasta este lugar ubicado entre Arganda del Rey y Perales de Tajuña. Un viaje que se posicionó como la mejor opción, aunque lejos de la perfección. Mejor que el metro, que exigía otro autobús y otros 20 minutos de traslado en el mejor de los casos, y más dinámico que el aparcamiento, que agotó sus plazas y al que se accedía lentamente.

Público asistente al Primavera Sound Madrid.Santi Burgos

El público, en su mayoría nacional, a diferencia de la cita barcelonesa, asiste con un marcado objetivo: ver a los grandes, más que dejarse llevar por la ecléctica programación que protagonizan los más de 200 artistas programados en ambas ediciones. Un cartel espejo que pudieron disfrutar la semana pasada en Barcelona más de 250.000 personas. Lo cierto es que en esta primera edición en la capital mandan las entradas de día, la efusividad de disfrutar gratis de bandas históricas y futuristas como Pet Shop Boys o de la mirada urbana de Bad Gyal o Tokischa. Mientras, en el césped, creado por y para el Rock in Río de 2008, la vida se abre camino, pero con una naturalidad comparable a la de los asistentes al Primavera, un cúmulo de estilos y edades que similares a la cantidad de escenarios, 12, que se pueden disfrutar en esta cita.

La música se extiende por una ciudad que hace años abandonó la frustración del Rock in Río y que pretende recuperar su objetivo: ser la plaza principal de los grandes artistas. Precisamente a las 20.00 en punto salió al escenario principal Babe Keem, un cabeza de cartel con Premio Pulitzer, más conocido como Kendrick Lamar. Apareció con toda la voracidad de un rapero criado en Las Vegas para levantar el espíritu de un público que se situó desde bien temprano para degustar a una banda inapelable, Depeche Mode. Sin duda, los encargados de atraer a varias generaciones a un recinto en el que se ha podido ver con total naturalidad paseando a la esencia rockera española, como Christina Rosenvinge.

Una campiña moderna en la que predomina el glitter (purpurina) que propaga desde hace años el espíritu de Coachella. Esta es la esencia de un Primavera en el que nadie es normal, como bien dice su grito de guerra, un lema que quedó plasmado este viernes en el indie de The Delgados y la electrónica refinada de Fred Again. En el autobús, en el camino de ida, dos amigos escenificaban a la perfección la efusividad festivalera, sabiendo que son parte de un evento al que se viene a descubrir, a buscar lo que no se ha encontrado y a ser parte de este mundo acelerado en el que importa más los artistas que quieres ver mañana que el que tienes delante de ti. No es Glastonbury, aunque haya restos de barro de la borrasca Óscar y un marcado toque british en cada esquina; tampoco es Barcelona, falta el mar Mediterráneo. Esta es la edición madrileña, la de las distancias y el transporte, pero también la edición de las reinas, que mandan en un cartel protagonizado ampliamente por mujeres, empezando por su directora, Almudena Heredero.

El viernes, Enjoy the Silence, de Depeche Mode, fue de todo menos literal. Este sábado más. Desde las 16.00 hasta bien entrada la madrugada, la propuesta del Primavera sigue siendo la de aunar géneros y terminar la fiesta con el emblemático DJ Coco. Ya lo saben, a quien madruga Dios le ayuda, así que vayan con tiempo para disfrutar de una primavera que todavía no ha terminado.

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