U2 no tiene quien le quiera: decepciona a sus seguidores e irrita al resto

El grupo irlandés encadena una serie de malas decisiones que le pone en el centro del debate musical: ¿están acabados?

Una de las últimas presencias públicas del cuarteto, el 4 de diciembre de 2022, en la 45ª Edición de los Premios del Kennedy Center, en Washington, donde se les rindió homenaje. De izquierda a derecha: Adam Clayton, Bono, The Edge y Larry Mullen Jr.Foto: PAUL MORIGI (GETTY IMAGES)

Se busca a alguien al que le haya gustado el último disco de U2. Las críticas negativas han sido tan generales que The Edge y Bono se han remangado para ofrecer entrevistas e intentar reducir el impacto. “Estamos trabajando en un disco ruidoso de guitarras. Creemos que viene una época de resurgimiento de las guitarras y queremos estar ahí”. Y se precipitan: “Va a ser muy difícil que U2 se separen”. ¿Separación? ¿Quién ha hablado de ello?

Todo este jaleo viene por ...

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Se busca a alguien al que le haya gustado el último disco de U2. Las críticas negativas han sido tan generales que The Edge y Bono se han remangado para ofrecer entrevistas e intentar reducir el impacto. “Estamos trabajando en un disco ruidoso de guitarras. Creemos que viene una época de resurgimiento de las guitarras y queremos estar ahí”. Y se precipitan: “Va a ser muy difícil que U2 se separen”. ¿Separación? ¿Quién ha hablado de ello?

Todo este jaleo viene por Songs of Surrender, un trabajo donde reescriben 40 de sus temas antiguos (dos horas y 46 minutos de música) y que se ha convertido en el pimpampum de las redacciones musicales. The New York Times dice en un artículo titulado “U2 revisita su pasado, en nombre de qué exactamenteque “en Songs of Surrender menos es simplemente menos” y que lo que transmiten estas canciones “no es intimidad, sino distancia”. The Guardian apunta que los “tratamientos acústicos son apagados”, Pitchfork entona que es “una frustrante oportunidad perdida” y los siempre entusiastas NME anuncian: “No es el desastre que amenazaba ser”. Por aquí aparece alguien al que le ha gustado: “U2 revisa el cancionero y se descubre a sí mismo”, se desmarca Uncut. En España han sido incluso más duros. “Un movimiento dolorosamente pretencioso para una banda que lleva tiempo a la deriva”, señala Mondosonoro, mientras que Rockdelux sentencia: “Hay que ser muy fan fatal, acérrimo hasta las trancas, incondicional hasta la sinrazón, para digerir este disco de un tirón sin esbozar un enorme bostezo”.

Ya que invocamos a los fanáticos igual conviene acudir a ellos. Xavier Balart (Barcelona, 51 años), autor del documentado libro U2 en España, ha presenciado más de 50 conciertos del cuarteto irlandés, todas las giras desde 1993 en Europa y Estados Unidos. “El mayor problema del nuevo disco es que las versiones originales eran excelentes, y todos tendemos a comparar. Si huyes de esa comparativa, igual alguna canción te parece interesante. Pero sí, hay pocas. Creo que era un disco innecesario y que no suma. Está claro que el grupo atraviesa una etapa de falta de creatividad”, señala. Mikel Aranguren (Bilbao, 56 años) acumula una treintena de conciertos de U2 y lanzó allá por 1996 la página en español más informada sobre la banda, East Link: “No hay por dónde coger el disco, no lo necesito. Estoy convencido de que sacarlo no es plato de buen gusto para ellos. Lo promocionan porque son sus canciones y no van a hablar mal de ellas. Pero no creo que sea lo que hubieran deseado, sinceramente”.

En el centro de las críticas se encuentra la falta de alma de las versiones y el hecho de que hayan reescrito algunas letras, temas sagrados para los seguidores como Sunday Bloody Sunday. “No tiene sentido. Si tienes que contar algo nuevo escribe una canción nueva. Dice Bono que hay que adaptar el tema a los tiempos que corren. Pero por qué. New Year’s Day se escribió cuando se escribió, Sunday Bloody Sunday igual, y están bien ahí, con ese contexto y con esa letra. La canción no habla de ahora, habla de entonces”, sentencia Aranguren.

El grupo irlandés, durante su última gira, en diciembre de 2019, en Seúl. Chung Sung-Jun (Getty Images)

Algunos tienden a comparar estos días a los irlandeses con Depeche Mode, casi compañeros de generación: U2 debutó discográficamente en 1980 con Boy y los ingleses en 1981 con Speak & Spell. Y sale ganando la banda de Dave Gahan y Martin Gore, que acumula elogios gracias a su nuevo trabajo, Memento Mori, publicado a finales de marzo.

Songs of Surrender está vinculado al libro que publicó Bono (62 años) en noviembre de 2022, Surrender. 40 canciones, una historia, un texto de 700 páginas donde cuenta su vida y que presentó en una gira por teatros (en España actuó en el Coliseum de Madrid para 1.300 personas). Todos los consultados disfrutaron ese espectáculo y de hecho creen que es de lo poco positivo de la actualidad del cuarteto. Para la grabación del álbum, Bono ha contado con el resto del grupo: el guitarrista The Edge (61 años) ha participado profusamente y la aportación del bajista Adam Clayton (63 años) y el batería Larry Mullen (61 años) ha sido escasa. En el documental que acaba de estrenarse para apoyar el álbum, Bono & The Edge: A Sort of Homecoming with Dave Letterman (Disney +), junto al veterano presentador estadounidense, ni siquiera aparecen Clayton y Mullen.

Las malas decisiones de los autores de With or Without You no se quedan ahí. Está el asunto de Las Vegas. El grupo tiene anunciada una residencia en la Ciudad del Juego, movimiento considerado dentro de la industria musical como el síntoma de que una carrera no pasa por un buen momento. O que directamente están en el ocaso. Balart no cree que vayan por ahí los tiros: “No nos equivoquemos. Van a hacer 12 o 14 conciertos y se acabó. No es como una residencia tipo Céline Dion, que está tres años en Las Vegas. U2 quiere inaugurar un recinto que se anuncia espectacular. Si en vez de Las Vegas se hiciese en Londres, la gente no diría que están acabados”. En efecto, Sphere es una vanguardista construcción en forma de esfera que promete virguerías para el ojo y el oído del espectador. Eso que se llama ahora “vivir la experiencia”. Y U2 quiere apuntarse el tanto de inaugurarlo. Pero una vez más surgen las dificultades. Los conciertos, donde representarán su indiscutible disco de 1991 Achtung Baby, se anunciaron a bombo y platillo en febrero en la Super Bowl para celebrarse a finales de septiembre, pero todavía no se han concretado las fechas ni se han puesto las entradas a la venta. ¿El problema? El recinto sigue en obras y es posible que no esté terminado para septiembre.

Siendo un poco desconcertante, este episodio no es el más grave. Lo que realmente extraña y duele a los fans es que allí no estará uno de los componentes del grupo, Larry Mullen Jr. El batería sufre unas lesiones de huesos que debido al hermetismo del entorno se han convertido en un misterio. ¿Tan mal está para necesitar casi un año de recuperación? Quizá haya que recordar que una de las peculiaridades de U2 es cumplir 45 años de carrera con la misma formación, un núcleo compacto que parecía irrompible. Oficialmente, Mullen no puede aguantar un concierto porque se está recuperando de unas lesiones de huesos que han necesitado cirugía. El batería es el miembro menos hablador del cuarteto y casi siempre consigue eludir los encuentros con periodistas. En una reciente entrevista en Rolling Stone, se le preguntó a The Edge: “¿Tiene esperanzas de que Larry vuelva a los escenarios el próximo año [por 2024]?”. La respuesta del guitarrista sembró aún más el campo de dudas: “Tan pronto como esté listo para reunirse con nosotros nos encantaría verlo en el taburete de la batería. Solo conocemos lo que él nos quiere transmitir. Estamos esperando ansiosamente escuchar noticias de su progreso”.

Para los conciertos de otoño de Las Vegas ya tienen sustituto, Bram van den Berg, un batería holandés de 40 años sin mucha experiencia en bandas grandes. Otro dato sobre este asunto: a Mullen se le ha visto recientemente en fotos publicadas en redes sociales con buen aspecto y disfrutando una cerveza con amigos. El periodista inglés Neil McCormick, el mejor informado sobre U2 ya que les conoció de adolescentes y conserva hilo directo, ofreció información valiosa en un chat con seguidores: “Me consta que Bono y The Edge están ansiosos por grabar música nueva. Están (honestamente) esperando a que su batería regrese a su puesto. ¿Mi conjetura? 2025″. Sobre el funcionamiento íntimo actual de la banda, apuntó: “U2 todavía tiene un voto democrático en todas las decisiones importantes, lo que significa que Larry ha firmado el último álbum y firmó las fechas de Las Vegas. Pero Bono y The Edge siempre han sido los líderes creativos de U2, impulsando la agenda. Dado que ya no viven todos en el mismo país y no interactúan a diario, puede significar que las cosas progresan sin que ciertos miembros (bueno, Larry) estén íntimamente involucrados en todos los pasos intermedios. Pero le pregunté a The Edge sobre este tema y me dijo: ‘Si U2 es una dictadura, hay cuatro dictadores”.

“Claro que me fastidia que no esté Larry, pero no han podido hacer otra cosa. Los conciertos de Las Vegas están contratados desde antes de que tuviese la lesión, así que es un compromiso que tienen que cumplir”, aclara Óscar Puchades, 48 años, uno de los responsables de Vertigo Radio, un programa de radio dedicado exclusivamente a U2 que se emite desde hace 18 años. Puchades ha disfrutado 39 conciertos del cuarteto y conoció a su pareja en el club de fans de la banda. “No creo ni mucho menos que estén acabados. Los buenos grupos tienen un pico de excelencia por el que U2 ya han pasado, pero albergo esperanzas sobre lo que hagan después de La Vegas”. Ese clavo ardiendo al que se agarran los seguidores es el publicitado disco de guitarras para 2024 y una presumible gira de grandes recintos en 2025.

Bono actuando con U2 en junio de 1986 en Nueva Jersey, en la gira de Amnistía Internacional. Ebet Roberts (Redferns)

Con las críticas a U2 y más concretamente a Bono llueve sobre mojado. Seguramente es la estrella del pop que más antipatías levanta (en enconada disputa con Chris Martin, de Coldplay). Por su afán de protagonismo, su presencia en asuntos políticos (a veces con dirigentes reaccionarios, como el ultraconservador republicano Jesse Helms), su retórica ampulosa… Y por su éxito, que algunos no digieren bien. Él mismo es consciente de esta animadversión y en el documental con Dave Letterman admite: “Mi activismo, desde la perspectiva del grupo, es un trabajo bastante impopular. Si estás en una banda de rock no te conviene salir en una foto con cierta gente que puede ser todo lo contrario a los valores que aprecias. Y yo les hice eso. Sé que pongo a prueba la paciencia del grupo”. Aranguren bromea: “Es un grupo con muchos haters, muy hostiable. También es porque se ponen ahí para que les peguen. Debe ser algo relacionado con la culpa cristiana [risas]. Parece que les gusta: sadomasoquismo irlandés. Pero, fuera de bromas, creo que también se ríen de eso ellos mismos”.

A ese mismo sentimiento de clemencia religiosa recurrió Bono en una de sus últimas entrevistas (en Apple Music) en una declaración que resume el universo U2: “Pido perdón por tener la sinrazón de la juventud al entrar en la sesentena. Pido disculpas por ser un cantante impetuoso. Pido perdón por no ser tímido ni retraído y por dar las gracias en voz alta por el lugar al que voy a trabajar. Pido perdón por estirar nuestra banda hasta su límite. Pido perdón por repetir una y otra vez que el rock and roll no está muerto, solo es más viejo y gruñón, y de vez en cuando hace fuegos artificiales con sus cambios de humor. Pero, sobre todo, pido perdón por pedir perdón”.

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