Muere a los 77 años Gal Costa, una de las grandes voces de la música brasileña

La cantante, amiga íntima de Caetano Veloso o Gilberto Gil, era una de las leyendas de su país, y perteneció a la generación que alcanzó el éxito en los años setenta, mientras Brasil sufría la dictadura militar

Gal Costa, en 2018.Folhapress

Gal Costa, una de las grandes voces de la música brasileña, ha fallecido este miércoles a los 77 años en São Paulo. Las causas de la muerte no fueron divulgadas, aunque la cantante se estaba recuperando de una cirugía para extirpar un nódulo en una fosa nasal. La operación le obligó a cancelar su participación en la edición del Primavera Sound que se celebró en la ciudad brasileña el pasado fin de semana. La cantante se man...

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Gal Costa, una de las grandes voces de la música brasileña, ha fallecido este miércoles a los 77 años en São Paulo. Las causas de la muerte no fueron divulgadas, aunque la cantante se estaba recuperando de una cirugía para extirpar un nódulo en una fosa nasal. La operación le obligó a cancelar su participación en la edición del Primavera Sound que se celebró en la ciudad brasileña el pasado fin de semana. La cantante se mantenía en plena forma en los escenarios. Estaba recorriendo todo Brasil con la gira As várias pontas de uma estrela, en la que repasaba algunos de sus éxitos de los años ochenta, y este mes de noviembre tenía previsto actuar en varias capitales europeas.

Su muerte pone fin a 57 años de una carrera que arrancó en Salvador de Bahía gracias al apoyo de su madre. Empezó en 1965, grabando canciones inéditas de Caetano Veloso y Gilberto Gil, otros dos autores sin los que es imposible entender su trayectoria. Gal todavía se hacía llamar Maria da Graça cuando lanzó Eu vim da Bahia, una declaración de intenciones sobre su origen firmada por Gil. Tres años después llegaría Baby, de Veloso, una de sus canciones más icónicas. Su timbre de voz, agudo, dulce y refinado, dejaba aturdidos a quienes esperaban una cantante recatada y enmarcada en una propuesta convencional. Gal, como se la conoce sencillamente en Brasil, siempre rompió moldes. A lo largo de las décadas coqueteó con todo tipo de ritmos y estilos musicales: desde el tropicalismo de Veloso, Gil y compañía hasta el rock de Cazuza o el swing de Jorge Ben Jor.

Uno de los momentos álgidos de su carrera es su participación en el grupo Doces Bárbaros, que completaban Gil, Veloso y Maria Bethânia. Hasta hace poco tiempo se especulaba con una gira que reuniese de vuelta al cuarteto de oro de la música popular brasileña, pero ese encuentro ya no será posible. Para consolarse, queda un repertorio inmenso. Gal Costa lanzó más de 40 discos, entre los que destacan Fa-tal, India y Profana. Su último álbum con canciones inéditas, A pele do futuro, es de 2018, aunque el año pasado revisitó algunos de sus clásicos en Nenhuma dor, junto a jóvenes cantantes como Criolo, Tim Bernardes y Seu Jorge.

Gal Costa era, como se dice en Brasil, una artista muy antenada, atenta a lo que ocurre a su alrededor. Lejos de quedarse anquilosada en sus años gloriosos, siempre estuvo muy próxima a lo que hacían las nuevas generaciones. Tocaba tanto en teatros para señoras nostálgicas como en festivales hipsters donde la veneraban los treintañeros. Uno de sus últimos éxitos, Cuidando de longe, lo grabó con Marília Mendonça, que murió en un accidente el año pasado con apenas 26 años. Mendonça cantaba sertanejo, una especie de country brasileño que cierta crítica musical aún observa con reparos.

João Gilberto, Caetano Veloso y Gal Costa, en 1971.Acervo UH/Folhapress (Acervo UH/Folhapress)

El espíritu irreverente que siempre exhibió como cantante y como persona la ayudó a ir renovando su público con total naturalidad. Nunca tuvo miedo a sumergirse en estilos musicales diferentes, como tampoco temió posicionarse políticamente. Un concierto en 1994 en que mostró los pechos al aire en modo de protesta contra el falso moralismo del país fue uno de los momentos más virales del Brasil contemporáneo antes de que existiera lo viral.

En su última entrevista con El PAÍS, en febrero de 2021, se lamentaba de que hubiera demasiado veneno y maldad. “Brasil necesita elegancia y pureza”, pedía con delicadeza. En su último concierto, el pasado mes de septiembre en el festival Coala de São Paulo, expresó su apoyo a Lula da Silva y pidió votar “con sabiduría y con inteligencia, sin odio y con amor”. Este miércoles, el presidente electo la recordaba en sus redes sociales junto a una foto de ambos abrazados: “Gal Costa fue una de las mayores cantantes del mundo, de nuestras principales artistas en llevar el nombre y los sonidos de Brasil para todo el planeta. Su talento, técnica y audacia enriquecieron y renovaron nuestra cultura, formaron y marcaron la vida de millones de brasileños”, decía.

Su muerte provocó una fuerte conmoción en el país, sobre todo porque la intensa actividad de la cantante en los últimos meses no hacía pensar en ningún problema grave de salud. La expresidenta Dilma Rousseff afirmó que Brasil estaba en shock al perder a una de sus mayores cantantes. Gilberto Gil, con quien compartió media vida, dijo estar “triste e impactado” por la muerte de su “hermana”. Además de una legión de fans y amigos en la música, la muerte de la artista deja huérfano a Gabriel, un chaval de 17 años al que adoptó con dos años tras conocerle en un orfanato de Río de Janeiro. Es de los pocos detalles que se conocen de la vida personal de una cantante que siempre puso su música por delante.

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