Ámsterdam se hunde por la sequía, pero el Rijksmuseum se salva
El cambio climático reduce el nivel de las aguas subterráneas en varias zonas de Países Bajos, pero un mecanismo de infiltración y drenaje instalado en 2013 en el centro de arte evita que los hongos pudran los pilotes de madera que lo sostienen
La prolongada sequía de este año ha reducido el caudal de ríos y embalses en Europa, pero también ha afectado a la calidad del suelo en lugares como Países Bajos, más acostumbrados a pelear contra la subida de las aguas. En Ámsterdam, muchas de las casas construidas antes de 1970 se sustentan sobre una base de pilotes de madera de entre 13 y 20 metros de largo. Clavados en el suelo hasta llegar a una capa firme de sedimento, son árboles enteros que necesitan mantenerse siempre en remojo para evitar pudrirse. En todo el país hay cerca de un millón de inmuebles en peligro si el cambio de clima a...
La prolongada sequía de este año ha reducido el caudal de ríos y embalses en Europa, pero también ha afectado a la calidad del suelo en lugares como Países Bajos, más acostumbrados a pelear contra la subida de las aguas. En Ámsterdam, muchas de las casas construidas antes de 1970 se sustentan sobre una base de pilotes de madera de entre 13 y 20 metros de largo. Clavados en el suelo hasta llegar a una capa firme de sedimento, son árboles enteros que necesitan mantenerse siempre en remojo para evitar pudrirse. En todo el país hay cerca de un millón de inmuebles en peligro si el cambio de clima acaba exponiendo al aire estos soportes. Pero no es el caso del Rijksmuseum. El gran museo de la capital holandesa se alza sobre unos 8.000 postes que están bien protegidos gracias a la última reforma del edificio, completada en 2013. Desde entonces, un sistema permanente de infiltración y drenaje mantiene los niveles de agua subterránea, y el centro, que es también el museo nacional de arte e historia, “no se ha hundido ni un milímetro”.
La puntualización sobre la seguridad del Rijksmuseum, inaugurado en 1885, llega desde su propio seno. En la sala, que expone de forma permanente cuadros emblemáticos de Rembrandt y Vermeer, como La ronda de noche o La Lechera, hay un estremecimiento generalizado estos días. Temen que pueda pensarse que tienen problemas de cimentación. De ahí que sus portavoces subrayen que “centenares de pilotes de madera fueron sustituidos por otros de hormigón durante los trabajos de renovación, y hay cimientos de la segunda clase en el atrio y el pasaje subterráneo creados de nueva planta”. Miles de edificios en ciudades como Ámsterdam, Róterdam o Haarlem afrontan el reto de la conservación de los pilares de madera. Y en la capital holandesa, el lento hundimiento de algunas de las casas erigidas a lo largo de los famosos canales se ha convertido incluso en un reclamo estético. “Pero todo depende del ángulo en que se hunden, y los expertos analizaron el estado del edificio antes de dar luz verde a las obras, y no había problemas”, aseguran en el museo.
Los pilares tienen que estar siempre húmedos y en un ambiente anaeróbico (sin oxígeno). Por eso, cuando baja el nivel de las aguas subterráneas y la madera queda expuesta al aire, corren el peligro de pudrirse debido a la acción destructiva de hongos. Cerca de un millón de casas holandesas pueden tener dificultades, según cálculos mencionados por Maarten Kuiper, hidrólogo de la compañía de ingeniería Dareius, que pone este ejemplo: “Si un poste de cimentación está expuesto al aire, seco, durante un mes al año, tardará unos 120 años en perder toda su estabilidad. Si ocurre dos meses anuales debido al cambio de clima, el problema aflorará en 60 años y habrá que sustituirlos antes de eso”. Según explica al teléfono, es lógico que un inmueble monumental del siglo XIX como el Rijksmuseum, “con miles de pilares de madera, tuviese los mismos problemas que otras casas o infraestructuras de Ámsterdam levantadas sobre un suelo arcilloso y de turba: pero de eso hace muchos años”. Sigue diciendo que “desde la reforma del edificio [llevada a cabo entre 2003 y 2013 y encargada a los arquitectos españoles Antonio Ortiz y Antonio Cruz] se mantiene el nivel del agua subterránea y la estabilidad del conjunto”. En su opinión, “puede hablarse de éxito en este caso, ya que no ha habido cambios ni hundimientos”.
Durante las largas obras, hubo que bajar el nivel del agua subterránea temporalmente para secar el terreno y que los distintos equipos de operarios trabajasen sin peligro. “Eso pudo haber deteriorado los pilotes, pero tuvimos la idea de la infiltración y drenaje del agua. Es un sistema permanente basado en unos tubos horizontales con pequeños orificios, que se llenan de agua de los canales de Ámsterdam. En verano, el agua se infiltra en el terreno para mantener estable el nivel de la capa subterránea. Durante el invierno, cuando el fondo ya está húmedo, se drena hacia el canal”, señala el hidrólogo. El sistema se llena y vacía mediante bombas controladas automáticamente por las mediciones de las aguas subterráneas. “Su nivel se comprueba a diario. Una vez al año, se analiza la estabilidad del edificio, y la sequía de este verano no ha afectado al Rijksmuseum. Sí ha ocurrido en otros lugares del país”, añade Kuiper.
Los contratiempos de las construcciones con postes de madera afectan sobre todo al norte y oeste de Países Bajos, y a lo largo de los grandes ríos, “y afloran a su vez en otras zonas costeras de Europa, como Escandinavia y en otros países alrededor del mar Báltico”, continúa el experto. En el Riksmuseum se aprovechó el agua de los canales. En diversos lugares del país, se recoge el agua de lluvia de calles y tejados, y se depura y almacena en una capa de entre 20 y 40 metros de profundidad. En la temporada seca, es bombeada hacia capas de suelo poco profundas para mantener húmedos los maderos y frenar el hundimiento del terreno. Tanto la Asociación holandesa de Aseguradoras como la de Propietarios de Inmuebles, calculan que ocuparse del millón estimado de casas que pueden quedar dañadas por la sequía ascendería a unos 60.000 millones de euros para 2050. Abogan por abordarlo a escala nacional. “Sin duda, es un problema en Países Bajos y en otros lugares, pero lo hemos trabajado a fondo y nosotros no nos hundimos”, se despiden en el Rijksmuseum.