La Semana Grande, en la picota: ¿tienen futuro los toros en Bilbao?

Tras el fiasco de público de la pasada feria, el empresario del coso bilbaíno y varios aficionados confían en que la plaza vizcaína recupere el prestigio de antaño

Tercio de varas de la novillada celebrada el pasado 22 de agosto en Bilbao.Toros TV

El problema no es nuevo, pero este año han saltado todas las alarmas. La Semana Grande de Bilbao, del 20 al 28 de agosto, formada por siete corridas, un espectáculo de rejoneo y una novillada ha sido un fiasco en la taquilla. La televisión ha mostrado, día tras día, los tendidos vacíos, a excepción de las dos tardes en la que estaba anunciado el torero peruano Roca Rey.

La pandemia, la crisis económica, la evolución social, la influenci...

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El problema no es nuevo, pero este año han saltado todas las alarmas. La Semana Grande de Bilbao, del 20 al 28 de agosto, formada por siete corridas, un espectáculo de rejoneo y una novillada ha sido un fiasco en la taquilla. La televisión ha mostrado, día tras día, los tendidos vacíos, a excepción de las dos tardes en la que estaba anunciado el torero peruano Roca Rey.

La pandemia, la crisis económica, la evolución social, la influencia de los movimientos antitaurinos, el desencanto de la afición, una cartelería poco atractiva, unas fechas que exigen una revisión, la comodidad de las figuras y el añorado y ausente “toro de Bilbao” pudieran ser algunas de las razones que justifiquen la situación, y sobre ellas opinan Manuel Martínez (Chopera), gerente de la empresa BMF, y cinco relevantes aficionados consultados por este periódico. Todos lamentan la huida de los aficionados, y confían en que la plaza de Bilbao vuelva a ser la que fue: la referencia del norte y una de las tres más importantes, junto a Madrid y Sevilla.

Bilbao nunca ha sido una plaza de grandes llenos; y la feria la organizaba tradicionalmente la Junta Administrativa, que representaba al Ayuntamiento y la Casa de Misericordia, propietarios del coso, que cedían la gestión a la Casa Chopera. Todo fue bien mientras hubo beneficios, hasta que las pérdidas crearon problemas políticos al municipio, y la propiedad decidió abrir un concurso de adjudicación directa.

El 30 de septiembre de 2019 se firmó un contrato entre la Junta Administrativa y la empresa BMF, formada por la Casa Chopera y la familia mexicana Bailleres, con una duración de 15 años y una prórroga de cinco más. BMF se comprometió a pagar anualmente una cuota de 250.000 euros y a sufragar una profunda rehabilitación de la plaza, cuya inversión se ha cifrado en 2.400.000 euros.

“Nuestra responsabilidad con la plaza es máxima, y el plan estratégico que está en marcha debe dar sus frutos a largo plazo” (Manuel Martinez ‘Chopera’)

La pandemia impidió que se celebrara la feria durante 2020 y 2021, por lo que la primera anualidad la recibirá la Junta Administrativa el próximo mes de septiembre, y los dos años del covid se restan de los cinco prorrogables. Esta ha sido, pues, la primera feria organizada por BMF, y su gerente, Manuel Martínez Chopera, nieto del recordado empresario Manuel Chopera, reconoce que no está contento con el resultado de este año, “pero nuestra esperanza y nuestro esfuerzo se enfocan en que la situación mejore progresivamente”, añade.

Alude Martínez a la dificultad que ha entrañado la pandemia y la crisis económica, pero afirma que “nuestra responsabilidad con la plaza es máxima, y el plan estratégico que está en marcha debe dar sus frutos a largo plazo”. Destaca la fuerte inversión económica realizada en la plaza y se muestra convencido de que “Bilbao tiene futuro”. “Creemos en que esta plaza va a seguir siendo una de las más importantes de España”, prosigue, “para lo que necesitamos el apoyo de todas las partes”.

Prefiere no dar cifras sobre el número de abonados —”está en niveles similares a los últimos años, y es verdad que nos gustaría que hubiera más”—, asegura que Bilbao ha sufrido crisis más graves que la actual —”este año ha sido un punto de inflexión”—, y no tiene dudas de que la plaza “volverá a ser lo que fue”.

En parecidos términos se expresa Juan Manuel Delgado, miembro de la Junta Administrativa y presidente del Club Taurino de Bilbao: “Ni esta ha sido la peor feria de la historia ni ha sido mala artísticamente, pues se han cortado 15 orejas y los toros han estado, en general, bien presentados”, señala. Y añade: “Pero es cierto que hay que buscar fórmulas para que la plaza no pierda su identidad”. “Hay una nueva empresa que habrá cometido errores”, añade, “pero debemos confiar en ella y apoyarla a cambio de que los aficionados seamos escuchados, porque hay cuestiones que pueden y deben mejorar”.

Delgado confía en el impulso de los jóvenes y muestra su optimismo: “En esta feria hemos tocado techo, y si la empresa se sienta con los aficionados y todos estamos dispuestos a remar en la misma dirección, Bilbao se puede salvar”.

De izquierda a derecha, Antonio Barrera, representante de Bailleres en España, Oscar, Pablo y Manolo Chopera, en la plaza de Bilbao.Toros TV

Sabino Gutiérrez, presidente del Club Cocherito, afirma que “los toros no desaparecerán en Bilbao, y con trabajo y promoción —no basta con hacer buenos carteles—, los aficionados volverán a los tendidos”. Señala que la crisis bilbaína hay que analizarla desde diferentes ámbitos, y cita la pandemia, la crisis económica, la evolución social e, incluso, plantea adaptar la feria a las nuevas costumbres del ciudadano de hoy. “El negocio del toro no se ha movido desde hace 30 o 40 años y la sociedad ha evolucionado”, explica. “La afición ha cambiado en todas las plazas, y habría que preguntarse por qué acuden 12.000 personas dos días y la plaza está casi vacía el resto de la feria”, añade. Gutiérrez alude a los precios, a los carteles y a las vacaciones. “Hoy por hoy, es imposible que alguien abandone su lugar de veraneo para ver toros en Bilbao”. “No propongo que desaparezca la feria, pero sí adaptarla a la nueva sociedad”, incide. Y plantea una reflexión sobre la celebración de una feria torista en junio y un abono más corto en agosto.

Y lanza un mensaje a la empresa BMF: “Están muy centrados en su reducido grupo de amigos y en los aficionados del hotel Ercilla, que les cuentan lo que quiere oír y les doran la píldora. Deben salir de su burbuja y abrirse a la sociedad”. “El gran titular de la feria ha sido la escasa asistencia del público”, admite Matías González, presidente de la plaza de Bilbao desde hace 26 años; “y los espectadores que han acudido han cambiado mucho, por lo que resulta complicado presidir un festejo con poca gente y con criterios diferentes a los tradicionales”.

Comenta que las causas de lo sucedido en la Semana Grande son variadas, y concede capital importancia “al antitaurinismo actual y al desinterés de la clase política”. Y espera que “la nueva empresa sea capaz de hacer autocrítica, corregir errores, si los ha habido, y fomentar la vuelta a la plaza”.

“El principal problema es la desafección que existe en los aficionados por una fiesta de la que no se sienten partícipes” (Álvaro Suso)

Asier Guezuraga, abonado y aficionado comprometido, lo tiene claro: “Bilbao no tiene capacidad para nueve festejos seguidos”. Y lo explica: “Venimos de una pandemia, la ciudad es pequeña, el número de abonados debe oscilar entre los 1.500 y 2.000, y el aficionado tradicional ha sido sustituido por un público de aluvión que acude dos veces, pero que no condiciona sus planes personales para acudir a los toros”. “Bilbao está para un abono redondo de martes a sábado con carteles de mucho interés”, remata.

Ya no se ve el toro de antes

Guezuraga apunta otros elementos que han podido influir: el toro (“ya no se ve el de antes en esta plaza”), los caros precios de las entradas, la inestabilidad creada por el covid, y la cartelería, “que a mí no me ha entusiasmado”. Y mantiene su confianza en el futuro: “Para quien conozca su idiosincrasia, el Bilbao taurino es una perita en dulce”.

“El principal problema de los toros en Bilbao es la desafección que existe en los aficionados por una fiesta de la que no se sienten partícipes”, señala, finalmente, Álvaro Suso, periodista y crítico taurino bilbaíno. Se extiende en los pormenores vividos por la afición desde la crisis de los años 80: a su juicio, el impulso de las instituciones y la excepcional labor empresarial del recordado Manuel Chopera llevaron a una década de los noventa exitosa que duró hasta 2008.

“El nuevo siglo llegó embebido de éxito taquillero”, continúa, “y los responsables se dejaron llevar por los deseos de los toreros y taurinos, y se separaron de la afición, de modo que esta dejó de reconocer el atractivo identitario de su plaza y en buena parte apostó por reducir su presencia”. “La nueva empresa tiene como urgente necesidad la comunicación y hermanamiento con la afición de Bilbao en todas sus vertientes; no es una cuestión de festejos, sino de recuperar la confianza perdida durante más de un década”, concluye.


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