Dora Goldsmith, la egiptóloga que ha reconstruido uno de los perfumes más antiguos del mundo
La experta lleva una década estudiando el mundo de los olores en la tierra de los faraones, y en los últimos años ha podido recrear algunos de sus mejores aromas
Para los antiguos egipcios, el mundo de los olores y los aromas era una parcela de gran importancia tanto en las grandes ocasiones como en su día a día. Jeroglíficos grabados en templos y papiros de la época atestiguan una larga tradición con fragancias y perfumes. Y los más exquisitos y lujosos de entre ellos llegaron incluso a convertirse en una parte indispensable de las ofrendas a los dioses y en un producto conocido en todo el mundo.
Cuando el antiguo dios egipcio Amón nombró a...
Para los antiguos egipcios, el mundo de los olores y los aromas era una parcela de gran importancia tanto en las grandes ocasiones como en su día a día. Jeroglíficos grabados en templos y papiros de la época atestiguan una larga tradición con fragancias y perfumes. Y los más exquisitos y lujosos de entre ellos llegaron incluso a convertirse en una parte indispensable de las ofrendas a los dioses y en un producto conocido en todo el mundo.
Cuando el antiguo dios egipcio Amón nombró a la famosa faraona Hatshepsut en el 1478 antes de Cristo, por ejemplo, una de las misiones que le asignó fue organizar una expedición a la tierra de Punt, al sureste de Egipto, y traer árboles de mirra para que el cielo y la tierra abundaran en aroma divino. El rey Ptolomeo X, como parte de sus rituales matutinos, se hacía ungir con los mejores perfumes. E incluso uno de los papiros médicos más antiguos de la época menciona el olor que llena las habitaciones de una casa noble.
Desde hace una década, Dora Goldsmith, una egiptóloga de la Freie Universität de Berlín y la principal referencia de la arqueología del olfato del antiguo Egipto, se ha sumergido en textos de la época a la búsqueda de estas referencias a olores. Y en los últimos cuatro años, la académica ha empezado también a recrear perfumes, fragancias y otros productos de higiene personal siguiendo las recetas que han sobrevivido hasta nuestros días.
“Empecé a hacer recreaciones porque quería entender mejor los textos. Mi investigación consiste en intentar comprender la perspectiva de los antiguos egipcios sobre los olores, y ellos escriben mucho sobre los olores y las fragancias que experimentan. Así que quería experimentarlo yo misma para poder entender mejor los textos y los egipcios. Para poder acercarme a ellos y reflejar mejor su cultura”, cuenta Goldsmith.
¿A qué se referían cuando hablaban de un aroma divino? ¿Cómo eran las maravillosas fragancias que desprendían los frondosos jardines en los que se ambientaban sus poemas de amor? ¿Lograron su objetivo de oler bien en la vida del más allá? Para averiguarlo y poderlo sentir, Goldsmith empezó por recolectar en pequeños frascos los ingredientes aromáticos que identificaba en inscripciones y documentos que se han podido preservar, hasta llegar a crear una especie de biblioteca-archivo con más de 200 aromas.
Fragancias que se comen
El siguiente paso fue lanzarse a recrear algunos de ellos. Y optó por empezar por el kyphi, uno de los perfumes más conocidos del antiguo Egipto y uno de los primeros del mundo del que se tiene constancia. Goldsmith explica que para nosotros se trataría más bien un incienso, ya que se utilizaba para perfumar la casa, la ropa y el pelo de las mujeres, e incluso como una goma de mascar, puesto que el perfume también se podía comer. Además, el caso del kyphi es singular porque existía una versión para los templos dedicada a los dioses —lujosa, con muchos ingredientes y difícil de elaborar— y otra, más simple y rápida, producida como perfume para humanos, señala la egiptóloga.
Todo proceso de recreación arranca con la traducción del texto que contiene la receta, seguida de la identificación botánica de los ingredientes mencionados, un procedimiento difícil que Goldsmith considera “parte del arte” porque no existen traducciones directas. La egiptóloga reúne entonces la materia prima, intentando que sea lo más cercana posible a la que tenían los antiguos egipcios, la observa y toca para sentir atributos como el olor, la consistencia y el color, y luego procede a poner en práctica la receta, paso a paso.
Hasta ahora, Goldsmith ha recreado cuatro perfumes documentados en templos y creados específicamente para los dioses, aunque eran utilizados en algunos casos en el proceso de momificación de humanos pudientes para la vida en el más allá. Este tipo de perfumes, afirma, toman mucho tiempo para realizar y suelen ser caros tanto por los ingredientes como por el proceso de producción. La egiptóloga también ha recreado un desodorante y una máscara facial de la época. “Estos productos son antibacterianos y antisépticos, y son muy buenos para la piel, así que sin duda funcionarían [hoy]”, afirma quien ha producido además unos singulares conos de ungüento que se vestían en ocasiones especiales.
En paralelo, Goldsmith también se ha especializado en lo que se conoce como paisajes de olores, así que, además de productos con receta, reconstruye los olores de determinados lugares y ambientes del antiguo Egipto a partir de referencias en documentos escritos. Entre otros, ha recreado los olores que alguien se habría encontrado en un estanque donde se daban cita amantes, que ha bautizado como el aroma para hacer el amor, los olores de un templo, con la mezcla intensa de todas las fragancias de las ofrendas, y los de momias y féretros. “Normalmente, si abres un libro [del antiguo Egipto] verás algunas imágenes en blanco y negro, quizá a veces en color, pero siempre va a ser lo visual. Yo quería hacer algo con un sentido diferente. Y el sentido del olfato es muy poderoso”, explica.
Recetas imposibles
Para la egiptóloga, el proceso de recreación de estos productos también guarda un gran valor más allá del resultado final. Por ejemplo, gracias a haber llevado a la práctica las recetas, ha podido darse cuenta de que su producción requiere de mucho trabajo físico, sobre todo para triturar algunos ingredientes con un mortero de piedra, algo que explica que los perfumistas de la época no fueran una caricatura de artista refinado sino artesanos. En este sentido, también ha podido compartir su experiencia olfativa, y ha comprobado que los antiguos egipcios sabían bien lo que hacían porque los productos son de gran calidad.
Además, Goldsmith ha comprendido que estas recetas del antiguo Egipto siempre dejan alguna información sin incluir, ya sea sobre el equipamiento que utilizaban en el proceso de producción o sobre algunos ingredientes. En una ocasión, incluso descubrió que una receta no podía llevarse a cabo de la forma en la que estaba descrita. “Supongo que lo hacían a propósito”, desliza. “En el caso de los perfumes para los dioses, estaban registrando un gran secreto y querrían mantenerlo así y al mismo tiempo documentarlo. Y la mejor forma de documentarlo y también de mantenerlo como un secreto es escribirlo de una manera que sea muy difícil de entender”.
Por este mismo motivo, Goldsmith nota que siempre va a haber una parte de las recetas que va a continuar siendo un misterio, por lo que considera que lo mejor es tomarlas como guías. “Nunca va a coincidir al 100%, pero no creo que ese sea el objetivo de la recreación de un perfume. Creo que el objetivo es acercarme científicamente lo más posible y recrear lo mejor que pueda una parte de la historia olfativa para acercar a la gente al antiguo Egipto y que lo experimenten de una manera que nunca antes han experimentado”.