Se reabre el caso por la venta del ‘goya’ del marido de Esperanza Aguirre

La acusación había protestado por la supuesta parcialidad de la magistrada Concepción Jerez, cuya recusación ha sido admitida a trámite por la Audiencia Provincial de Madrid

'Retrato de Valentín Bellvis de Moncada y Pizarro' (1795), obra de Goya.

El caso por las presuntas irregularidades en la venta de un goya por parte de la política Esperanza Aguirre y su marido Fernando Ramírez de Haro, conde de Bornos, no está acabado. Aunque la jueza Concepción Jerez había archivado el caso en octubre de 2021, ahora la Audiencia Provincial de Madrid ha admitido a trámite la recusación de la citada jueza por su supuesta falta de imparcialidad en el juicio. Es una victoria parcial para el demandante, ...

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El caso por las presuntas irregularidades en la venta de un goya por parte de la política Esperanza Aguirre y su marido Fernando Ramírez de Haro, conde de Bornos, no está acabado. Aunque la jueza Concepción Jerez había archivado el caso en octubre de 2021, ahora la Audiencia Provincial de Madrid ha admitido a trámite la recusación de la citada jueza por su supuesta falta de imparcialidad en el juicio. Es una victoria parcial para el demandante, Íñigo Ramírez de Haro, hermano del conde y cuñado de Aguirre.

La historia comenzó en 2012, cuando el conde de Bornos se encontró arruinado y la mujer de su hermano Íñigo, relacionada con el mundo del arte, le sugirió vender un cuadro que tenía colgado en la pared de la casa familiar de los Ramírez de Haro, donde vive con Aguirre, y que supuestamente era un goya, aunque en ese momento la autoría todavía no estaba clara. Se trata de un retrato de Valentín Belvis de Moncada y Pizarro, antepasado de la familia, militar partidario del absolutismo de Fernando VII.

Según el relato de la acusación, Esperanza Aguirre contactó entonces con expertos de la casa de subastas Sotheby’s y del Museo del Prado para aclarar la autoría de la obra. “Nos consta que el cuadro entró un sábado por la mañana en el Prado para hacer el peritaje y allí se dictaminó que, en efecto, era un goya”, dicen los abogados de la acusación. En ese instante el cuadro pasa de valer unos 10.000 euros a unos ocho millones, y convertirse en una tabla de salvación económica para el conde.

A los abogados les extraña que nadie declarara entonces el descubrimiento, ya que al ser de Goya la ley obliga a su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC). Ni los expertos del Prado ni Aguirre, que en ese momento era presidenta de la Comunidad de Madrid y había sido ministra de Cultura con anterioridad.

Aguirre y su marido vendieron entonces el cuadro por cinco millones al empresario y coleccionista Juan Miguel Villar Mir, entonces presidente de la constructora OHL. La acusación considera que la pareja y sus colaboradores se apropiaron del cuadro mediante una donación falsa, que la obra pertenecía a todos los herederos y que podrían haber incurrido en varios delitos: estafa, falsedad documental, apropiación indebida y delito fiscal. El cuadro acabó en manos del empresario y se pudo ver expuesto, en 2015, en la muestra Goya: The Portraits, en la National Gallery de Londres, cedido por el Fondo Cultural Villar Mir.

Antes de que se archivara el caso por la jueza, el querellante decidió recusarla por considerarla parcial a Esperanza Aguirre. “No dejaba preguntar sobre Aguirre o Villar Mir, y se negó a admitir a trámite la recusación”, dice el abogado Hernán Garcés. Ahora la Audiencia Provincial considera que hay que decidir si la magistrada es apartada o no del caso. “Me hace pensar que quizás no esté podrido el sistema entero y solo sean unas manzanas”, dice el demandante Íñigo Ramírez de Haro.

Preguntada sobre la admisión a trámite de la recusación de la jueza, Esperanza Aguirre prefiere no opinar: “No voy a decir nada sobre mi querido cuñado, no quiero hacerle ese favor”.

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