Los ‘Thyssen’ de Barcelona se instalan temporalmente en Madrid

La Virgen de la Humildad (entre 1433 y 1435), de Fra Angelico, es una de las obras más importantes del Renacimiento y fue una de las más queridas por Heinrich Thyssen-Bornemisza. El azul ultramar del manto de la joven Virgen María, el rosa de su túnica y el fondo geométrico de oro que adelanta una incipiente perspectiva convirtieron la tabla en ob...

La Virgen de la Humildad (entre 1433 y 1435), de Fra Angelico, es una de las obras más importantes del Renacimiento y fue una de las más queridas por Heinrich Thyssen-Bornemisza. El azul ultramar del manto de la joven Virgen María, el rosa de su túnica y el fondo geométrico de oro que adelanta una incipiente perspectiva convirtieron la tabla en objeto de deseo de numerosos coleccionistas antes de ser adquirida por el barón Thyssen en 1986. Después de ser comprada por el Estado español, una parte de la colección, unas 80 obras, fueron depositadas en el Monasterio de Pedralbes de Barcelona. Por problemas de espacio, ese conjunto se trasladó en 2004 al Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), donde convive con la colección permanente del museo. Pero desde este lunes y hasta el 9 de enero, la pintura de Fra Angélico y otras nueve obras de maestros italianos de los siglos XIV al XVIII se mostrarán en el palacio de Villahermosa de Madrid, sede del museo Thyssen-Bornemisza, como parte del homenaje que el centro dedica al barón en el centenario de su nacimiento.

La decena de tablas y lienzos conviven en la planta segunda del museo en las salas dedicadas a la pintura antigua. El recorrido comienza con tres tablas de Bicci di Lorenzo (1373-1452), El ángel de la Anunciación, La crucifixión con la Virgen y san Juan, y La Virgen de la Anunciación (hacia 1430), un conjunto procedente de la colección escocesa Somerwell, que pudo formar parte de un políptico, inédito hasta su subasta en 1970 en Sotheby’s. En 1976 fue adquirido por el barón para la colección Thyssen-Bornemisza, según cuenta Mar Borobia, jefa de conservación de pintura antigua del museo.

Sigue una pequeña tabla, La Natividad (hacia 1325), de Taddeo Gaddi, que según Borovia, “es probable que antiguamente fuera más amplia y se completara con la escena del anuncio a los pastores, ya que en la zona de la izquierda aparecen una oveja y parte de un bastón, y un ángel mira en esa dirección mientras señala hacia el portal”.

En esta primera sala ocupada en parte por las obras visitantes se encuentra otra de las joyas del grupo: La Virgen y el Niño en el trono con seis ángeles (hacia 1415-1420), de Lorenzo Monaco, cuadro considerado como uno de los mejores representantes del gótico tardío en Florencia. Esta tabla, registrada en una colección florentina en 1887, pasó por varias colecciones privadas de Escocia, Glasgow y Londres y por la de Rudolf Heinemann antes de llegar en 1981 a Villa Favorita (Lugano), residencia y galería de arte del barón Thyssen.

Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, compara las dos visiones de la Virgen que ofrecen Lorenzo Monaco y Fra Angelico. En el cuadro del primero aparece sentada sobre un trono; en el segundo, los ropajes impiden precisar si la Virgen está sentada sobre el suelo o sobre un cojín, pero está claro que su imagen es accesible, una visión próxima como la que predicaban las órdenes mendicantes florentinas.

El estado general de las obras es lo suficientemente bueno como para no requerir trabajos de restauración, a excepción de la tabla de Fra Angelico. Cuando el resto del conjunto retorne a Barcelona, La Virgen de la Humildad se quedará en Madrid para ser sometida a un profundo chequeo. Además de la inevitable limpieza, no se descarta que los expertos tengan que recuperar su luz original. Como ya ha hecho el museo en otras ocasiones, el tratamiento podría hacerse de cara al público.