Las 26 películas de James Bond, de la peor a la mejor
A punto de cumplir 60 años en el cine, el estreno de ‘Sin tiempo para morir’ sirve para repasar una saga en la que hasta seis actores han encarnado a 007
El estreno de la muy esperada Sin tiempo para morir, que estaba previsto para abril de 2020 antes de que la pandemia lo pospusiera, sirve para repasar la historia de un personaje, James Bond, que el año que viene cumplirá 60 años en la pantalla. Han sido 25 películas, 26 si se suma Nunca digas nunca jamás, protagonizada por Connery fuera del paraguas oficial; y ha habido momentos buenos, reguleros y secuencias ridículas. De entre los actores, c...
El estreno de la muy esperada Sin tiempo para morir, que estaba previsto para abril de 2020 antes de que la pandemia lo pospusiera, sirve para repasar la historia de un personaje, James Bond, que el año que viene cumplirá 60 años en la pantalla. Han sido 25 películas, 26 si se suma Nunca digas nunca jamás, protagonizada por Connery fuera del paraguas oficial; y ha habido momentos buenos, reguleros y secuencias ridículas. De entre los actores, con el tiempo, la única aparición de George Lazenby ha ganado mucho. Sean Connery es el Bond purista; Roger Moore el más camp, Timothy Dalton es el preferido de quienes apuestan por el Bond más Fleming; a Pierce Brosnan le llegó el personaje tarde, y Daniel Craig ha ido ganando con el paso de unas películas concebidas como una serie casi propia. El agente 007 ha dado para mucho, como mostramos en este repaso fílmico desde la peor a la mejor de sus películas.
26. Moonraker (1979). Pavorosa. En su momento, su viaje al espacio debió de sonar “en la onda”, porque eran los años de La guerra de las galaxias y las lanzaderas espaciales. Vista hoy, al espectador se le cae el alma a los pies.
25. Panorama para matar (1985). La despedida a los 58 años de Moore, ya muy mayor para este cine. Con lo peor de los ochenta (incluida canción de Duran Duran), Christopher Walken muy pasado y, eso sí, una estupenda Grace Jones.
24. Muere otro día (2002). De esta película se salvan Cádiz y la habilidad de Halle Berry de dar vida a Jinx, un personaje tan inane como increíble. Hay coches invisibles, operaciones de cirugía delirantes... Los CGI (imágenes generadas por computadora) son infantiles y las explosiones no sirven para esconder que se basaron en un muy mal guion.
23. Diamantes para la eternidad (1971). Connery volvió sin ninguna gana al papel tras la espantada de Lazenby, soltando los diálogos humorísticos como si fueran espinas. Encima la trama es insípida. Salvaremos la persecución en Las Vegas, pero lo de Bond conduciendo un buggy lunar ya es...
22. Nunca digas nunca jamás (1983). ¿Puntúa esta película como título Bond? No forma parte del canon oficial, no está hecha bajo el paraguas de Eon productions. Se rodó porque Kevin McClory, productor y coguionista de Operación Trueno (1965), ganó el juicio contra Ian Fleming (que escribió la novela basándose en un guion que no se rodó) para poder hacer su propia película Bond. Ahora bien, como se le consideró coautor de esa Operación Trueno, solo podía ser un remake de ella. El título se refiere a la frase que le dijo su primera esposa, Diane Cilento, cuando el actor acabó Diamantes para la eternidad y juró no volver a encarnar a Bond. Hay que decir que Connery se embarcó en serio en esta producción: metió mano en el guion, y dio el visto bueno al reparto, que fue espectacular: Klaus Maria Brandauer, Max von Sydow, Edward Fox, Kim Basinger, Barbara Carrera y Alec McCowen. Carrera rechazó aparecer en Octopussy por rodar con Connery y Basinger. Esta había rehusado dos ofertas precedentes para salir en un Bond, pero decidió que aquí sí había un buen papel para ella.
21. El mundo nunca es suficiente (1999). Denise Richards como ingeniera nuclear. Tamaño dislate no lo levantó ni alguien con clase como el director Michael Apted. Fue el último trabajo de Desmond Llewelyn, que un mes después de su estreno falleció en un accidente de tráfico. A cambio, la película comienza en Bilbao.
20. El mañana nunca muere (1997). Sí, acierta con los medios de comunicación y los gigantes tecnológicos, y sube en las secuencias de acción de Michelle Yeoh (estupenda en la que comparten moto). Hay exceso de gadgets, escasez de trama, y se fue rodando según se iba acabando el guion. Se deja ver y ya está.
19. Octopussy (1983). Una película llena de ideas que directamente se van perdiendo por el camino. En su competición en taquilla contra Nunca digas nunca jamás, ganó por poco Roger Moore. Apuesta por el exotismo, con tramos de la acción en Afganistán y la India. Poco más...
18. El hombre de la pistola de oro (1974). Todo en esa película es un ay. Guy Hamilton intenta que vaya por la senda cómica, con lo que desaprovecha a Christopher Lee o la idea de reflexionar sobre la crisis petrolífera. Hasta en la canción hay vagueza, y eso que canta Lulú. Para entender el desaguisado hay que recordar que en la trama es fundamental un hombre... con tres pezones.
17. Operación Trueno (1965). El último trabajo de Terence Young con Connery. Cuarta de la saga, bien divertida, y unas secuencias acuáticas: hay 007 por tierra, mar y aire. Tal vez se pasa de duración, pero ha sido de las películas más taquilleras. El tiempo le ha sentado mal.
16. Solo para sus ojos (1981). Moonraker fue tan pasada de rosca que desde Eon decidieron volver a ciertas esencias. Y por ello volvió John Glen a la dirección. La España que aparece retratada parece México, y solo Carole Bouquet le da empaque al asunto. Moore en un guion que habla de venganzas no casa bien.
15. Quantum of Solace (2008). El borrón de las películas de Craig. Es cierto que si algo ha tenido su periodo es la continuidad de las historias, y por ello Quantum of Solace alarga la historia de Casino Royale, aunque sin vida. Dirigió Marc Forster, que acabó decidiéndose por un montaje muy picado, en el que el público se acaba perdiendo.
14. Vive y deja morir (1973). Roger Moore entra en el personaje con una película con aroma a blaxplotation, con un tema más roquero de Paul y Linda McCartney, y que se olvida de megavillanos para hablar de narcotráfico y vudú. Gloria Hendry fue la primera chica Bond afroamericana con la que el espía tiene un affaire, y Yaphet Kotto da peso a su personaje.
13. La espía que me amó (1977). La tercera y mejor película de Moore como James Bond. Cumple el canon a pies juntillas, cuenta con Caroline Munro, que acabó especializada en películas de terror y ciencia ficción. También aparecen Richard Kiel y Barbara Bach, un coche Lotus blanco fantástico y sumergible... Estupenda.
12. Goldeneye (1995). Como Moore y Dalton, Brosnan llegó ya mayor a Bond, pero funciona como espía dandy. El arranque del embalse, con la música de Éric Serra, quita el aliento. Sean Bean como otro 00... Todo suma a una villana como no hemos conocido otra: Xenia Onatopp, la asesina que mata con los muslos, y a la que Famke Janssen supo trasladar con chispa a la pantalla. La canción de Tina Turner (escrita por Bono y The Edge) completa la jugada. Fue la última película de Albert R. Broccoli, que aquí ya solo fue consultor, tras ser sustituido al mando de la productora Eon por sus hijos, Barbara Broccoli y Michael G. Wilson.
11. Spectre (2015). El arranque de México es espectacular, y a continuación, se desinfla. Culpa de un guion que en pantalla llega a los 148 minutos. Se deja ver, desde luego, pero veníamos de Skyfall y cualquier comparación era odiosa. Sam Mendes no está a la altura de la precedente.
10. Solo se vive dos veces (1967). Una trama alocada entre lo asiático y la parte espacial; Donald Pleasence como Blofeld; el guion de Roald Dahl —que nunca había escrito uno—; Connery desencantado —vestido de japonés con una peluca exagerada—, aunque capaz de aportar algo de bravuconería al personaje; el escenario del volcán; Nancy Sinatra cantando You Only Live Twice... Todo el cóctel es explosivo y sin embargo acaba funcionando. Se deja ver bastante bien.
9. Alta tensión (1987). A Timothy Dalton le llamaron para la saga después del primer renuncio de Connery, y el peso del legado le asustó. Década y media más tarde, por fin fue James Bond. Tras la liviandad de Moore, Dalton aporta crudeza. Fue el último trabajo para la saga del músico John Barry. Por cierto, parte de la acción transcurre en Afganistán, entonces campo de batalla de la Guerra Fría.
8. Skyfall (2012). Sam Mendes se sale con su revisión del clásico al cumplirse el medio siglo de vida en el cine de Bond. Adele se marca una canción descomunal; el guion destila un peso shakesperiano que en manos de Mendes es oro puro; la fotografía de Roger Deakins emana belleza hasta en la acción; y Javier Bardem sabe perfectamente cómo manejar su villano, llegando a insinuar una relación homosexual con Bond.
7. Desde Rusia con amor (1963). El presupuesto aumentó, Terence Young pudo aumentar la potencia de su dirección desde la original Agente 007 contra el doctor No. Por cierto, aquí empieza su colaboración Desmond Llewelyn como Q, personaje que interpretaría durante 36 años y 17 películas. Ahí ya hay prólogo, secuencia de helicóptero (será muy habitual desde ese instante), conocemos a Blofeld, y el metraje se cierra con la frase: “James Bond volverá”. Aunque no se escucha el “Bond, James Bond”. En general, es una película con más hechuras que la inicial.
6. 007: Al servicio secreto de su majestad (1969). Cuidado con la única aparición de George Lazenby (contratado tras irse Connery), que cada año que pasa sube en el listado. Porque es Bond duro, y a la vez romántico, y esa línea alimenta el guion de la nueva Sin tiempo para morir. Peter Hunt, su director, sabe darle ritmo (y eso que es la que más dura de la saga hasta la época Craig). Bebe directamente de las novelas, y se agradece. Musicalmente es perfecta con su tema nuevo instrumental y la canción final interpretada por Louis Armstrong con letra de Hal David y música de Barry. A Lazenby su agente le convenció de que renunciara a su contrato de seis filmes más porque Bond parecía arcaico en el cambio de década. Qué error.
5. Licencia para matar (1989). Es dura, violenta. Es Dalton vengando sin miramientos morales. La película supone la despedida de mucha gente: del director John Glen, del todopoderoso en la saga productor Albert R. Broccoli, del diseñador de los títulos de créditos, Maurice Binder. Vista ahora, en su tono y en su trama, fue adelantada a su tiempo. Dalton tenía contrato para una tercera entrega, pero hubo años de juicios por los derechos de distribución de la serie, mientras a él le expiraba el acuerdo.
4. Casino Royale (2006). Algo que había asomado en la encarnación bondiana de Timothy Dalton, su gravitas, se convierte en la semilla de la llegada de Daniel Craig (que era un buen actor en ciernes, como había demostrado en The Mother y Some Voices). Es una película estupenda, que dirige uno de los grandes realizadores del entretenimiento, Martin Campbell (que también se hizo cargo de la entrada de Brosnan en la serie), y que ha ganado con el tiempo. Hasta la música, de David Arnold, que ha dado lo mejor de sí en esta saga, se sale.
3. Agente 007 contra el doctor No (1962). Todo arrancó ahí. Connery con peluquín, chistes a cascoporro, Ursula Andress, el ritmo narrativo, la vista de Bond a través de un cañón de pistola, la música de Monty Norman y otras melodías de John Barry, la Walther PPK, las chicas Bond, Spectre... Realizada con un presupuesto paupérrimo, pero repleta de grandes ideas, es un festín.
2. Sin tiempo para morir (2021). Con el tiempo, aún nos gustará más. Solo un par de peros: el segundo villano del filme está encarnado por un actor malo y sin carisma, Rami Malek. Y, además, toma protagonismo en la parte final en la isla —¿homenaje al Doctor No?—, alargada en exceso. Pero las referencias del director Cary Fukunaga, del par de guionistas habituales (Neal Purvis y Robert Wade) y de una poderosa escritora, Phoebe Waller-Bridge, han sido las películas Casino Royale —la entrada en la saga de Craig y su gravitas—, y 007 al servicio de su Majestad. Como no deja de remarcar la música: varias veces se entona el segundo tema de aquella película, el famoso We Have All The Time In The World, cantado por Louis Armstrong. Por ahí van los tiros. La película conecta con anteriores entregas sin problemas: el fallecido Mr. White y su hija Madeleine Swann, Blofeld, y el equipo habitual: M (Ralph Fiennes), Q (Ben Whishaw), Felix Leiter (Jeffrey Wright) y Moneypenny (Naomie Harris)... Hasta hay un retrato de Bernard Lee. Conocemos un nuevo 007, que no un nuevo Bond; pisamos Jamaica (donde vivió Ian Fleming); vibramos con la parte de Ana de Armas en La Habana, homenaje a tiempos más chisposos en la saga; y aunque tenga bastante más humor que Spectre o Skyfall, es la época de un Bond dolido y traicionado. Como lo describía Fleming en los libros, “la buena, aunque a la vez oscura y cruel, apariencia” del ahora exagente marca la trama. Fukunaga hace malabares y sale airoso de una película que no deja de ser una concatenación de adioses. El que venga, que construya desde cero. Porque al final un cartel proclama “James Bond will return”.
1. Goldfinger (1964). Pedazo de peliculón. Ya solo por la secuencia del láser estaría entre las 10 mejores. Dirige Guy Hamilton, que lo haría tres veces más; hay por fin dinero en el presupuesto para alucinar al público con la tecnología; Shirley Eaton triunfa como la chica Bond pintada de oro; Shirley Bassey canta un temazo; Connery está más suelto que nunca ante un villano delirante (lo que le venía muy bien a la trama pop) y por fin le ponen gadgets a su disposición; John Barry musicalmente desatado; hay secuencia precréditos... Nadie ha logrado igualarla.