‘Mayéutica’: la apabullante sinfonía de Robe Iniesta que desafía todas las tendencias de la música actual

El artista extremeño ofrece un hermoso, complejo y rockero disco de una sola canción donde reivindica a los filósofos clásicos

Robe Iniesta durante una actuación de Extremoduro.Juan Aguado (Redferns via Getty Images)

Mayéutica es una obra que desafía las convenciones actuales de la música, un disco que es una sinfonía de 43 minutos que apabulla y deja exhausto, un trabajo que va contra unos tiempos donde nuestra capacidad de atención cada día es más fugaz. En una época en la que triunfan las canciones de tres minutos (mayormente a dúo), los desarrollos sencillos y los mensajes templados, los artistas más potentes deben ofrecer una alternativa y rebelarse. Aquí hay uno: Robe Iniesta, de Plasencia.
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Mayéutica es una obra que desafía las convenciones actuales de la música, un disco que es una sinfonía de 43 minutos que apabulla y deja exhausto, un trabajo que va contra unos tiempos donde nuestra capacidad de atención cada día es más fugaz. En una época en la que triunfan las canciones de tres minutos (mayormente a dúo), los desarrollos sencillos y los mensajes templados, los artistas más potentes deben ofrecer una alternativa y rebelarse. Aquí hay uno: Robe Iniesta, de Plasencia.

‘Mayéutica’ te embiste, te desarbola y te conecta con un mundo que hoy en día solo parece pertenecer a un reducto de valientes

Tiene Iniesta estos días malhumorados a los 300.000 seguidores de Extremoduro que han comprado las entradas para la gira de despedida del grupo. Después de dos suspensiones (la de 2020 y la de 2021) por la dichosa pandemia, Iniesta la ha aparcado ante el disgusto del otro miembro del grupo (Iñaki Uoho) y la promotora (Live Nation). El músico considera que su proyecto en solitario tiene mejor cabida en un contexto actual que reclama menos aforo que las miles de personas que requiere un recital de Extremoduro. Quizá algunos de esos compradores enfurruñados comprendan al músico después de escuchar su majestuoso tercer disco en solitario.

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Existe un relato por el que discurre este álbum que el músico ha conectado con el sensacional La ley innata, que publicó con Extremoduro en 2008. Vayamos con un poco de temario filosófico. Dentro de la filosofía socrática, mayéutica es el diálogo con el que el ser humano alcanza la verdad. Sócrates lo aplicaba a sus alumnos: ante las dudas de los aprendices, les hacía más preguntas para que ellos mismos resolviesen sus momentos de titubeos. La ley innata tiene una referencia a otro filósofo ancestral, Cicerón, una ley que iguala al ser humano a las bestias y le ayuda a sobrevivir. No deja de tener su relevancia esta reivindicación humanista en una época en la que desde el establishment se denuesta la filosofía. Otra vez Iniesta a la contra.

Portada de 'Mayéutica'.

El músico desarrolla este discurso como herramienta para establecer su propio testamento, que es el de todos: el conocimiento de uno mismo, el instinto animal, la pasión, el derrumbe de las convicciones y el amor como única salida, tan presente en la obra de Iniesta, ya sea tratado salvajemente en Extremoduro y mucho más romántico en su etapa en solitario. De todo esto trata el álbum.

Mayéutica, concebido como una canción dividida en cuatro movimientos con un interludio y una coda, es una obra compleja y apasionante, un disco que sangra y conmueve, y requiere atención y mimo. Porque ese esfuerzo merece la pena. En la apertura, Interludio, los violines ejecutan la melodía de Dulce introducción al caos, la primera canción de La ley innata, para dejar claro desde el principio los vasos comunicantes entre ambos trabajos. La banda suena rotunda, potente, todos pilotando en beneficio de la canción (algo que comenzaba a flaquear en Extremoduro). El violín forma ya parte del sonido Robe, un instrumento que amplía la musicalidad del proyecto. También irrumpen las guitarras, potentes, que se integran sin estridencias en la propuesta creadora. Estamos ante el disco más rockero de sus tres trabajos en solitario.

La escritura del extremeño se muestra hermosa, pulida, alejada de aquel estilo carcelario que explotó en los primeros tiempos de Extremoduro. Sirvan algunos ejemplos, como esa forma de definir el poder del amor (o la musa de la creación) en una frase sublime: “Y dejo las canciones sin final por si no vuelve nunca más y nada fuera cierto”. O la descripción de la calma que llega tras las turbulencias: “No quedan sombras del pasado./ Desde que te has acercado ahora todo es claridad./ No quedan penas atrasadas ni quedan puertas cerradas ni nada que derribar“. O la urgencia del deseo: “Ni un millón de besos que te diera./ De abrazos que te diera./ De versos que te hiciera./ Date prisa, métete en la cama, que el vis a vis se acaba./ Y empieza aquí con esta flor la primavera“. O el derrumbe de la hoja de ruta: “Tener un ideario y perder las convicciones./ Volver a lo primario, que yo solo quiero hacerte bailar”.

Mayéutica te embiste, te desarbola y te conecta con un mundo que hoy en día solo parece pertenecer a un reducto de valientes.

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