Blanca Muñoz defiende su incansable búsqueda de la luz

La escultora pronunció su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en el primer acto que reúne a sus miembros en más de un año

La escultora Blanca Muñoz, durante su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes el 25 de abril de 2021.VÍCTOR LERENA (EFE)

La artista plástica Blanca Muñoz (Madrid, 1963) formalizó el domingo 25 de abril su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Con aforo reducido pero sin perder la solemnidad propia de estas ceremonias, la escultora madrileña arropada por familiares, colegas del mundo del arte y amigos, subió al estrado vestida de impecable blanco y acompañada por la catedrática y crítica Estrella de Diego, y el arquitecto y ...

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La artista plástica Blanca Muñoz (Madrid, 1963) formalizó el domingo 25 de abril su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Con aforo reducido pero sin perder la solemnidad propia de estas ceremonias, la escultora madrileña arropada por familiares, colegas del mundo del arte y amigos, subió al estrado vestida de impecable blanco y acompañada por la catedrática y crítica Estrella de Diego, y el arquitecto y artista Juan Navarro Baldeweg.

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Unas palabras del desaparecido académico, profesor y crítico Francisco Calvo Serraller sobre lo “relativamente fácil que resulta encontrar a jóvenes artistas con talento” y lo extraordinario que es que “logren desarrollarlo hasta el final” fueron el punto de partida del discurso de Muñoz, la sexta mujer que ocupa uno de los 52 puestos de académicos numerarios de la Real Academia.

El pasado noviembre fue propuesta por la artista y académica Carmen Laffón para heredar la medalla que durante cuatro décadas tuvo el escultor Venancio Blanco, a quien Muñoz aludió con afecto el domingo como profesor de su madre y, más adelante, como colega y amigo.

El recorrido biográfico y artístico que la nueva académica realizó de su carrera arrancó con su padre, biólogo y químico de profesión, y su madre “luchadora en la sombra y hasta hoy artista autodidacta”. Formada en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, gracias a una beca emprendió el que fue su primer viaje en avión a Roma, donde se formó como grabadora y prolongó su estancia gracias a otra beca, esta última de la misma Real Academia a la que ahora se ha unido.

De Roma saltó a México y de los grabados a las constelaciones y a las primeras esculturas, realizadas con las propias planchas de grabado. En su estudio de Puente de Vallecas fue ahondando en su pasión astronómica y creando esculturas que pretendían jugar y atrapar la luz, construirla y materializarla. “Aún hoy trato de abordar estéticamente este misterio: el lado oscuro de la luz”, apuntó. Poco después en Londres trabajó de camarera y experimentó con materiales para maquetas, “fui girando mi mirada desde un cielo nublado y con pocas estrellas luminosas”, y allí ancló una pequeña y frágil estructura en una pared, feliz descubrimiento que abriría todo un campo nuevo en su trabajo. “El efecto de esa ingrávida tensión me produjo tal impacto estético que aún hoy sigo tratando de apropiarme de las esquinas con mis esculturas”, explicó.

De vuelta a España, un viaje en globo aerostático, tras presenciar un eclipse en el Instituto de Astrofísica en Gran Canaria, la acercó a la “masa de la que está hecha el aire” y “al lado oscuro de la luz”, que sigue siendo una obsesión. En Madrid el Premio Nacional de Grabado, otorgado por la Real Academia, le permitió montar su primer gran estudio.

La escultora defendió la necesidad de mostrar periódicamente el trabajo que se va creando en los talleres, algo que permite a un artista convertirse “en su propio espectador”. Muñoz habló de cómo ha ido prescindiendo de la línea recta, de su encuentro con el acero inoxidable, que refleja y expande la luz, de los “desencuentros en cada parte de la estructura” de sus obras, que solo se resuelven con otros encuentros.

La artista mencionó también su trabajo en colecciones de joyas de artista y uno de sus últimos proyectos: dos obras textiles realizadas con bordadores de oro de Andalucía que presentó en la propia Academia el pasado diciembre. “Cada obra que realizo no es el resultado de lo que me propongo hacer, sino la única manera de la que soy capaz de construir aquello que me inquieta”, concluyó.


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