Tres hermanas con burbuja y confinamiento perimetral

Julio Manrique estrena en el Teatre Lliure una versión del clásico de Chéjov con la vista puesta en la actualidad

Las tres hermanas chejovianas en la versión de Manrique: Maria Rodríguez, Cristina Genebat y Elena Tarrats. En vídeo, tráiler de 'Les tres germanes'.Vídeo: SILVIA POCH / TEATRO LLIURE

Tres hermanas que viven en una burbuja familiar, confinadas en una localidad de provincias y sin poder viajar —como anhelan— a la gran ciudad. Desde luego, resulta muy tentador contar Las tres hermanas de Chéjov con la vista puesta en la pandemia. En la obra ya existen la sensación opresiva de un lugar cerrado del que no se puede salir, el deseo frustrado de viajar y la percepción de una sociedad que se encamina a la transformación o el desmoronamiento. El director ...

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Tres hermanas que viven en una burbuja familiar, confinadas en una localidad de provincias y sin poder viajar —como anhelan— a la gran ciudad. Desde luego, resulta muy tentador contar Las tres hermanas de Chéjov con la vista puesta en la pandemia. En la obra ya existen la sensación opresiva de un lugar cerrado del que no se puede salir, el deseo frustrado de viajar y la percepción de una sociedad que se encamina a la transformación o el desmoronamiento. El director Julio Manrique, aunque el proyecto arranca de antes de la covid, ha sido muy consciente de esos paralelismos en Les tres germanes, su montaje en catalán del clásico chejoviano que se estrena hoy jueves por fin tras los inevitables aplazamientos en el Teatre Lliure de Barcelona (sala Fabià Puigserver).

Para Manrique un concepto clave de su puesta en escena ha sido imaginar a la familia Prózorov, de la que son retoños Olga (Cristina Genebat), Maixa (Maria Rodríguez) e Irina (Elena Tarrats), las tres hermanas, como viviendo en “una burbuja, una prisión de muros invisibles en la que se agitan como hamsters tratando de salir pero sin encontrar la forma de hacerlo”.

Les tres germanes es una obra con la que el Lliure tiene estrecha relación (Lluís Pasqual la montó en 1978 y Carlota Subirós en 2011) y que Manrique deseaba mucho hacer. Adaptada por él mismo junto a Marc Artigau y la misma Cristina Genebat actriz, es su segundo Chéjov tras L’ hort dels cirerers que presentó en el Teatre Romea. “Chéjov es un autor maravilloso”, señala, “sus grandes obras son inagotables, y hay que revisarlas una y otra vez. Ocurre como con las de Shakespeare, cada época les da contenido nuevo, son obras siempre actuales”. El director recalca lo significativo hoy de que Chéjov fuera además de escritor, médico, uniendo en su persona los tan contrapuestos estos días salud y cultura. También hay que recordar que la obra incluye algunas escenas conmovedoras de personajes de tercera edad....

Manrique, que como suele suceder con los directores que intiman con el autor ruso parece empapado de chejovismo, un estado de ánimo compuesto de sosegada reflexión y algunos suspiros, considera que Les tres germanes, “continúan explicando nuestros anhelos, temores y esperanzas, nuestra pereza, nuestros defectos y virtudes”. Es una obra “que se refiere mucho a las grandes preguntas, por qué existimos, por qué sufrimos, qué será de nosotros, y que en el tiempo en que estamos puede tener algo de catarsis”. La tentación de hablar directamente de la pandemia ha existido, pero se ha considerado que la obra ya trata temas muy vigentes como la inminencia de un cambio. “En la Rusia de entonces sonaban los tambores de la revolución y de alguna manera aquí la covid está demostrando que hay muchas cosas que ya no se aguantan”, indica.

La pieza, recuerda Manrique, es la historia de tres hermanas que viven en una ciudad pequeña, gris, aburrida y no dejan de repetirse que quieren ir a Moscú, que es una forma de decir que quieren marcharse de allí, empezar de nuevo. " Creen que todo lo que no pueden soportar, que les asfixia y les atrapa lo resolverían yendo a otro lado”. Los personajes “se enamoran, se desenamoran, afrontan problemas caseros que los atrapan, y mientras se hacen preguntas sobre el sentido de la vida, enredados en pequeñas cosas que les impiden moverse y tomar decisiones importantes”.

Para el montaje “hemos intentado preservar el alma de Chéjov y modificar la forma no caprichosamente sino con la esperanza de que la obra nos hable muy directamente”. El espectáculo huye de la ambientación de época para situarse en la actualidad.

Geólogos en vez de militares

Junto a los Prózorov (hermanos y cuñados) y la servidumbre (aquí reducida a la tata) figuran en la obra original un grupo de militares de maniobras que se encuentran acuartelados en la misma población y que, invitados permanentes en casa de la familia, son pretendientes, amantes o amigos de las tres hermanas. Pues bien, en la versión de Manrique ya no hay soldados. Se han convertido en ¡geólogos!

“Nos pesaban los militares, no nos caían bien, y no entendíamos qué hacían aquí”, justifica el director. “En la perspectiva de ese mundo en transformación, nos ha parecido interesante que sean geólogos, gente relacionada con el medio ambiente”. En la banda sonora destaca el tema Lemonade, de CocoRosie, que aunque no se toca a la balalaica es un dueto de hermanas.


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