Elvis Costello: “La pandemia puede servir para que valoremos de nuevo la música grabada”
El músico publica un disco terminado durante el confinamiento. “Soy consciente de que muchos de mis seguidores son de mi misma generación y van a tardar tiempo en sentirse seguros en un concierto”, afirma
“Está ahora mismo un poco fresco. Nublado. Pero creo que llega viento del sur, por lo que subirán un poco las temperaturas. Decían que iba a llover, pero creo que no va pasar, al menos, hoy”. Elvis Costello está en su casa de Vancouver (Canadá), al otro lado de la línea telefónica, y esta es la respuesta tremendamente inglesa que da a la pregunta de cómo se encuentra. Hace dos años este músico nacido en Londres hace 66 años se recuperó de un cáncer, pero su respuesta a cómo se siente es el parte...
“Está ahora mismo un poco fresco. Nublado. Pero creo que llega viento del sur, por lo que subirán un poco las temperaturas. Decían que iba a llover, pero creo que no va pasar, al menos, hoy”. Elvis Costello está en su casa de Vancouver (Canadá), al otro lado de la línea telefónica, y esta es la respuesta tremendamente inglesa que da a la pregunta de cómo se encuentra. Hace dos años este músico nacido en Londres hace 66 años se recuperó de un cáncer, pero su respuesta a cómo se siente es el parte meteorológico para hoy en la costa suroeste canadiense. Algunos artistas pueden pasar 40 años en la escena sin necesidad de crear ningún personaje, pues su persona es mucho más interesante. Elvis Costello, que acaba de lanzar su disco número 31, Hey Clockface (Universal), es una de ellas.
La historia de este álbum, el primero tras el exitoso Look Now, que en 2018 le valió un Grammy y la enésima celebración del retorno a su mejor forma, corre prácticamente paralela a la de la pandemia. Un mes antes de que Europa empezara a confinarse, Costello se hallaba en Helsinki. Durante unos días grabó allí junto al productor Sebastian Krys y un grupo de músicos locales los temas de este disco, una de las propuestas musicales más heterogéneas que ha lanzado nunca. Hay ritmos nerviosos, hay intimidad, hay jazz, hay incluso temas que nos informan de cómo hubiese sido la nueva ola si la hubiesen propuesto en vez de veinteañeros criados en el punk, señores maduros como él, casados con divas del jazz, como su pareja, Diana Krall. El disco no lo grabó con la colaboración de The Imposters, su banda habitual en las últimas dos décadas. “Llevo el doble de tiempo con ellos que con The Attractions [conjunto con el que grabó sus primero discos]. El tiempo, como ves, es lo que quieras ver en él”, cuenta.
“Cuando terminamos, nos fuimos a París. Celebramos un cumpleaños. Al día siguiente, me encerré en el estudio con un grupo de músicos que apenas conocía. Todo iba perfecto”, recuerda. Se embarcó en una gira por Inglaterra. Actuó en sitios en los que hacía más de quince años que no tocaba. Incluso vino a verle su madre de 93 años. Bailó. “En la última semana de la gira pude ir a Anfield a ver al Liverpool jugar con el Atlético de Madrid. Me senté a dos sillas del presidente del Atlético. Y nos machacaron. Ahí ya vi que algo iba a salir mal”, bromea Costello.
“El día después del partido tocamos en Manchester y mucha gente no vino, a pesar de haber agotado las entradas. Luego fuimos a Londres e incluso más gente no acudió al concierto a pesar de tener entrada. Era sábado y me desperté pensando que alguien iba a declarar algún tipo de confinamiento, porque estaba claro que aquello no iba bien. Pero las autoridades fueron tan lentas con esa decisión que la tuve que tomar yo. Cancelé la grabación prevista en Londres aquel día y volví a casa”. Allí, con Krall (con la que contrajo matrimonio en 2003 en casa de Elton John) y los dos hijos de la pareja se confinó. Y como no tenía nada mejor que hacer, terminó este disco.
“He perdido a dos colegas en esta pandemia”
Los meses los pasó en su casa, dando ocasionales paseos por los bosques cercanos y tratando de entender que esta vez el tiempo con su familia no era el mismo al que estaba acostumbrado, aquel intervalo de tiempo entre giras que con los años Costello había aprendido a llamar vacaciones. Una llamada de un amigo desde Nueva York, de aquellas que regularmente hacía y recibía con la intención de asegurarse del estado de salud de los suyos, le convenció para ponerse con el disco. “He perdido a dos colegas con esta pandemia. Es muy duro. Soy consciente de que muchos de mis seguidores son de mi misma generación y van a tardar tiempo en sentirse seguros para ir a un concierto. Tengo recitales programados para el año que viene, pero no sé si los voy a cancelar. No sé si quiero poner en riesgo a mi madura audiencia [ríe]. Además, creo que esto nos puede servir para que valoremos de nuevo la música grabada. En los últimos tiempos parecía que se editaban discos solo para salir de gira. Tal vez es el momento de pasar página con esa tontería y encerrarnos en casa a trabajar. Yo lo estoy haciendo. Y es un gusto”, explica.
En el tiempo que pasó encerrado en casa también tuvo sus primeras reuniones (en remoto) con un sello discográfico en varias décadas. Esta vez, para ultimar los detalles de la reedición en vinilo de Armed Forces, su tercer álbum, el que se editó en 1979, cuando perdió un Grammy al mejor artista novel a manos de la banda de música disco A Taste Of Honey. “Es un artefacto muy bonito y muy elaborado”, comenta al respecto de la reedición. “Sé que es un producto caro [41 euros en vinilo] y que no es para todos, pero creo que si no presentas algo bello en este tipo de proyectos, no vale la pena. El disco lleva mis letras reproducidas de los papeles originales y es todo un homenaje a Barney Bubbles, que hizo aquella maravillosa portada”.
Costello posee los derechos de todas sus grabaciones a excepción de las que realizó para Warner entre 1989 y 1996. Desea mantener el control de su negocio, aunque odia esa palabra, y de su legado, aunque odia hablar del pasado. Sobre lo primero, antes de preguntar con cierta sorna si esto va a ser publicado en la sección de Economía o en la de Cultura, apunta: “Soy responsable de crear riqueza, pero no me considero un hombre de negocios. Cuando trabajas 40 años en esto de la música, la gente cree que estás forrado. No es mi caso. Todo lo que gano lo invierto de nuevo en la música. Y no me quejo. No soy rico, soy un trabajador. Llevo un una vida cómoda, pero sé lo que cuestan las cosas y lo duro que hay que trabajar. No estoy alejado de a realidad como otros. Trabajo desde que tengo 17 años”.
En cuanto a la tentación de mirar atrás, él, que ha trabajado con Burt Bacharach, The Specials, Nick Lowe, Squeeze o The Roots -aunque sería más correcto decir que son ellos, en casi todos los casos, quienes han colaborado con él-, afirma que no es que deba evitarla, es que le cuesta no ignorarla. “Cuando empecé, pasé de vender 10 discos en un día, a cien, luego mil… Se aceleró muy rápido y luego se frenó. Lo importante, lo que aprendí entonces, es que no debes dar por hecho que siempre habrá público para ti. Una vez eres consciente de eso te puedes permitir hacer cosas distintas, muy específicas para una audiencia muy concreta. Esas cosas son las que te dan luego satisfacciones. Por ejemplo, el disco Juliet Letters".
Editado junto a The Brodsky Quartet, a quienes había conocido en Londres cuando interpretaban los cuartetos para cuerda de Shostakóvich, Juliet Letters era una delicada fascinación de pop orquestal a partir de unas letras que eran cartas a un personaje imaginario, Juliet Capulet. En Estados Unidos se quedó en el puesto 128 de las listas de ventas. “¡Pero en España fue un éxito enorme! Dimos más conciertos por ese disco en España que en ningún otro país del mundo. Estaba pensado para una audiencia pequeña y así fue, pero fue suficiente como para poder girar y girar. Era curioso ver que podrías ir a sitios, tocar Juliet Letters y salir del escenario sin que nadie te pidiera Alison [su célebre primer single de 1977]. En cambio sé que hay gran parte de mi público que no sabe ni que Juliet Letters existe, del mismo modo que en aquella época sentí que muchos a los que les gustó este disco no sabían ni el nombre de mis primeros trabajos. Hay que arriesgarse. Esas cosas son importantes”.
Afirma Costello que jamás va a ser aquel tipo que se niega a tocar material antiguo, pero que tampoco quiere ser el que confía cada vez que sale al escenario en que puede tocar aquel single de finales de los setenta y llevarse los aplausos que se merece. “Podría mañana hacer un concierto con 25 canciones nuevas. Al fin y al cabo, eso es lo que hacía en 1977 y no me fue del todo mal”.