La posesión cibernética de Brandon Cronenberg triunfa en un Sitges menguado por la pandemia
El cineasta, hijo del director de ‘Crash’, se lleva los dos premios principales
La posesión cibernética y asesina de Brandon Cronenberg, un Possessor aquí uncut, es decir, todo lo explícito posible, impuso su perfeccionismo cromático, su dualidad macabra y su deseo de libertad, alzándose con las principales distinciones del palmarés de esta 53ª edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges, la de mejor dirección y mejor película. Una edición medio presencial y online, ...
La posesión cibernética y asesina de Brandon Cronenberg, un Possessor aquí uncut, es decir, todo lo explícito posible, impuso su perfeccionismo cromático, su dualidad macabra y su deseo de libertad, alzándose con las principales distinciones del palmarés de esta 53ª edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges, la de mejor dirección y mejor película. Una edición medio presencial y online, marcada por las restricciones ante el avance del coronavirus –menos películas, menos aforo, una mínima presencia internacional– que fueron a más el viernes, cuando la Generalitat decretó el cierre de bares y restaurantes –y, en el caso del festival, todas las actividades paralelas programadas el fin de semana–, nuevas limitaciones de aforo y una suerte de toque de queda que obligó a devolver las entradas ya vendidas para las sesiones nocturnas.
La pesadilla cyberpunk del hijísimo de uno de los popes del certamen, David Cronenberg, protagonizada por Andrea Riseborough y Christopher Abbott, en un duelo mental que lanza mensajes contradictorios sobre la idea de la familia – y que precisamente por eso es también a la vez una retorcida carta de amor al padre y una declaración de intenciones como hijo – empató en galardones con la primera cinta del francés Just Philippot, la angustiosa La nuée (La nube). La odisea insectil – la nube es una nube de saltamontes asesinos pero también es el planeta volviéndose contra aquellos que lo exprimen –, punta de lanza en el festival de un inminente género en boga, el ecoterror, se llevó el premio especial del jurado y el de mejor actriz para Suliane Brahim, en el papel de una madre “monstruosa”, según Philippot, dispuesta a todo por sus hijos.
El absurdo de Quentin Dupiex, ya habitual del certamen, alcanza con Mandibules una nueva cima, y el jurado lo ha reconocido otorgándoles a sus protagonistas Grégoire Ludig y David Marsais, una compartida mejor interpretación masculina. Ludig y Marsais interpretan a dos amigos, dos encantadores tontos muy tontos, que deciden amaestrar a la mosca gigante que se encuentran en el maletero del coche: Dominique. No, su intención no es la de montar ningún tipo de número circense, sino que les traiga cosas: desde platános hasta dinero. Deudor de la mejor comedia absurda es también el mejor guion, el de la pequeña joya húngara Comrade Drakulich, de Márk Bodzsár, un triángulo de amor bizarro en la que un vampiro tiene que elegir entre el amor, la sangre y el comunismo.
Los mejores efectos especiales se los ha llevado otra nube de insectos, en este caso, los mosquitos, más o menos paranoico existenciales, que atormentan al protagonista de Mosquito State, y la vuelta de Juanma Bajo Ulloa, ese Baby sin una sola línea de guion que parece un cuento de los hermanos Grimm que jugase con la maternidad entendida como inevitable y visceral acto de creación, ha sido reconocida su música, obra de Bingen Mendizábal y Koldo Uriarte. El jurado formado este año por los productores David Matamoros y María del Puy Alvarado, los directores Borja Crespo y Víctor García y la actriz Juana Acosta, ha hecho una mención especial a la directora de la terrorífica Relic, Natalie Erika James, y a la actriz de The Dark and the Wicked, Marin Ireland.
La mejor fotografía ha sido también la de The Dark and the Wicked, en un año en el que la preeminencia de las mujeres a uno y otro lado de la cámara ha sido apabullante, y en el que los títulos más esperados – y premiado por el jurado joven –, como la delirantemente lynchiana She Dies Tomorrow, o la perfecta redefinición de la asesina en serie insegura y necesitada de atención de The Stylist, los dirigían algunos de los nombres clave de esta nueva ola de terror escrito por mujeres, Amy Seimetz y Jill Gevargizian, el disparo de esta última protagonizado por un tercer nombre esencial, el de Brea Grant. Una mayor presencia que el jurado ha resumido en la mención a la directora de Relic, y a la propia She Dies Tomorrow, “que podría haber estado ahí pero no teníamos suficientes premios”, apuntó Borja Crespo.
Respecto a su tarea a la hora de juzgar las cintas de esta edición, el jurado destacó por encima de todo la brillantez de Brandon Cronenberg, su enorme parecido con su padre, un “de tal palo tal astilla”, en palabras de Víctor García y el propio Crespo, “valiente y muy Sitges”. La “unanimidad” a la hora de distinguirla fue “total”, por “la solidez tremenda” de la propuesta, que estaba “muy por encima” de las demás, en palabras de Crespo. Ante tan claro ganador, solo puso algo de sombra “la potente voz autoral” de Just Philippot en La nube, con ese elemento fantástico “perturbador” de las langostas, y “hacerlo creíble con una naturalidad tremenda”.
Sobre el premio del público, que recayó sorprendentemente sobre La vampira de Barcelona, de Lluís Danés, y no sobre Mandibules, de Dupieux, que ha inventado un lema para el certamen – que el público vitoreaba en cada proyección –, Crespo añadió que “es bueno que se apoye al cine que se hace aquí”. Respecto a la primera vez en que el festival ha sido en parte online, Ángel Sala, director del festival, aseguró que “prácticamente se han cubierto los objetivos planteados” – “se han recaudado unos 44.000 euros” – y ha sido una experiencia “positiva” pese a que Sitges “sea un festival presencial”, y que espera que los festivales que vienen “se celebren con normalidad dentro de la nueva normalidad”.