Cómo la pandemia transformó los objetos cotidianos
De las ya ubicuas mascarillas y el codiciado papel higiénico a los arcoíris que forraron las ventanas durante la cuarentena, el Victoria & Albert está recopilando elementos que han colonizado el día a día
Desde la irrupción de la pandemia, las calles, los edificios, las ventanas, comenzaron a llenarse de objetos que hasta entonces apenas se prodigaban. Al menos, no en esos mismos contextos. Geles hidroalcohólicos en cada esquina, guantes de plástico a la entrada de todas las tiendas, las –al principio– muy cotizadas mascarillas, arcoíris colgados de las ventanas de casas y pisos con mensajes infantiles de esperanza, el papel higiénico que se volatilizaba de las estanterías de los supermercados. Estas cosas no ocurrieron solo en España, sino en muchas otras partes del planeta.
La primera ...
Desde la irrupción de la pandemia, las calles, los edificios, las ventanas, comenzaron a llenarse de objetos que hasta entonces apenas se prodigaban. Al menos, no en esos mismos contextos. Geles hidroalcohólicos en cada esquina, guantes de plástico a la entrada de todas las tiendas, las –al principio– muy cotizadas mascarillas, arcoíris colgados de las ventanas de casas y pisos con mensajes infantiles de esperanza, el papel higiénico que se volatilizaba de las estanterías de los supermercados. Estas cosas no ocurrieron solo en España, sino en muchas otras partes del planeta.
La primera señal que Brendan Cormier, comisario de diseño en el museo Victoria & Albert de Londres, notó de que algo estaba cambiando, fueron los carteles en las tiendas de su barrio: papeles manuscritos con avisos de cierres temporales, cambios de horario y palabras de ánimo. En la época de las redes sociales, la gente volvía al folio y el rotulador para comunicarse. Aquello ya parecía una transición reseñable. Para entre finales de abril y principios de mayo, Cormier había montado un blog en la web del museo con una función tanto documental como didáctica. “Se trataba de ver cómo los objetos cambian de significado durante una pandemia, y cómo la pandemia cambia el significado de los objetos”, explica el comisario.
Con el tiempo, y la evolución de la pandemia, esa colección de objetos ha ido creciendo también gracias a la aportación de sus compañeros del V&A. “Más que un proyecto curatorial al uso, se trata de uno colectivo donde todos pueden contribuir”, señala. La selección incluye piezas desde el ubicuo bote de hidrogel hasta los iconos religiosos a los que muchos recurrieron para calmar la ansiedad; o las sillas de cámping que los británicos empezaron a sacar al parque en la hora diaria que tenían para dar un paseo durante las peores semanas del confinamiento. Un detalle, este, que no se dio en España, donde estaba prohibido salir a pasar el rato a la calle. “Hay objetos que son locales, otros más propios del Reino unido y otros que tienen un carácter universal”, constata Cormier.
Si hay algo con lo que al menos casi todo el mundo podría sentirse identificado es con la ya cotidiana mascarilla. Probablemente, también con el gel de manos. Sin embargo, las barricadas que se montaron en las carreteras de Amritsar para impedir el tráfico de vehículos durante el toque de queda (y que el blog del V&A recoge en unas imágenes cedidas por el fotógrafo Shashank Peshawaria), improvisadamente levantadas a base de todo tipo de objetos encontrados, desde remolques de camión a postes de los que cuelgan carteles, resultan absolutamente específicas de esa ciudad del norte de la India.
El objetivo del V&A no es solo mostrar esos objetos, sino ponerlos a dialogar con la historia. “Al principio de la pandemia, mucha gente recurrió a las máquinas de coser para fabricar mascarillas caseras”, recuerda el comisario. “Se trata de un artefacto que surgió durante la Revolución Industrial pero que con el tiempo se había ido dejando de lado en los hogares. Hasta que, 150 años después, volvimos a sentir su efecto”. Las barricadas de la India, en su caso, demuestran que, ante la falta de recursos, bien vale el ingenio. “Pero aún es muy pronto para decir si los nuevos significados que han adquirido estos diferentes objetos permanecerán o volverán a lo que eran antes”, apunta Cormier.
Tras comprobar que no existe apenas documentación sobre los objetos cuyo uso se extendió o se modificó en anteriores pandemias, este proyecto se ha propuesto también servir de archivo histórico para las generaciones venideras. Lo que ahora está recopilado en forma de imágenes, poco a poco irá transformándose en fondos materiales del museo, así como una publicación y una futura exposición. “Por ahora estamos pensando qué adquisiciones queremos hacer, nos estamos tomando nuestro tiempo”, dice el comisario, que cuenta que lo primero de lo que han hecho acopio han sido unos 250 dibujos de arcoíris con lemas del tipo “todo va a salir bien”.
Igual que también brotaron en España, esos carteles de colores definen lo que podría calificarse como un meme en el sentido más clásico del término. “Es un fenómeno viral fuera de Internet”, corrobora Cormier. De los balcones de Italia, primer país europeo en sufrir los estragos del coronavirus, los dibujos saltaron a otros lugares como el Reino Unido, donde se transformaron en un objeto marcadamente infantil y de apoyo al sistema de sanidad británico, el NHS. Las diferencias entre latitudes marcan, precisamente, otra de las líneas de trabajo que aborda esta recolección de objetos. “Es interesante ver cómo un meme se va transformando de un lugar a otro”.
LA METAMORFOSIS DE UN MUSEO
La pandemia no solo ha forzado el cambio de significado de muchos objetos de uso cotidiano: las grandes instituciones como el propio Victoria & Albert Museum también han tenido que repensar y reformular el sentido de su existencia. Reabierto a principios de agosto, como explica su director, Tristram Hunt, este centro dedicado al diseño y las artes aplicadas ha perdido un 50% de su público habitual en este mes de nueva andadura, una cifra equiparable a los habituales visitantes internacionales. “Y no soy optimista, no creo que vuelvan hasta al menos la próxima primavera”, reconoce el gestor. “Y creo que nos tomará años volver a cómo estábamos antes de la covid en términos financieros”.
Las exposiciones masivas, dice Hunt, “ahora son todo un reto por la distancia social”. Por el momento, para evitar cancelaciones, ellos han decidido prolongar las que tenían programadas y reducir la cantidad de cara al futuro. “Y vamos a necesitar más apoyo gubernamental, especialmente las colecciones nacionales”, reivindica el director, que explica que pudieron acogerse a un plan del Gobierno británico para despedir a un buen número de empleados (se trata de un plan por el que los trabajadores no van al paro, sino que mantienen el puesto sin trabajar y son remunerados por el gobierno, similar a los ERTE en España). “En el Reino Unido nos hemos movido en un modelo museístico muy comercial, enfocados en las ventas de las tiendas, los cafés, las aportaciones de los miembros, y esos ingresos nos han ayudado a superar este parón, pero es algo que va a tener que cambiar”.
Otra corriente que ha impulsado la transformación de este y muchos otros museos ha sido Black Lives Matter. “Es una cuestión con la que llevamos años lidiando, teniendo en cuenta que somos un museo nacido en época colonial”, reconoce Hunt. Entre las mejoras que se han propuesto, destaca una mayor transparencia a la hora de comunicar el origen de muchas de las piezas de sus colecciones, así como un diálogo más abierto con su público y con otras instituciones sobre el camino a tomar de cara a su desarrollo. “Tenemos que entender nuestras responsabilidades, y este es un buen momento para reflexionar”.