El enigma del poeta con 900.000 seguidores
El galardón EspasaEsPoesía a Rafael Cabaliere genera dudas sobre la idoneidad de premiar al dictado de las redes sociales
Tiene “un tinte juvenil y motivador, fresco y urbano, con cientos de miles de seguidores”. Así comunicó el sello Espasa del grupo Planeta la decisión de entregar la tercera edición de su premio EspasaEsPoesía, dotado con 20.000 euros, a un “escritor, ingeniero informático y publicista”, que se hace llamar Rafael Cabaliere y que, efectivamente, cuenta con una legión de seguidores en las redes sociales. Hasta que aparezca el libro, Alzando vuelo, la mayor cualidad que se le reconoce al premiado es haber construido una audiencia exorbitada: cerca de 900.000 seguidores en Twitter y algo más...
Tiene “un tinte juvenil y motivador, fresco y urbano, con cientos de miles de seguidores”. Así comunicó el sello Espasa del grupo Planeta la decisión de entregar la tercera edición de su premio EspasaEsPoesía, dotado con 20.000 euros, a un “escritor, ingeniero informático y publicista”, que se hace llamar Rafael Cabaliere y que, efectivamente, cuenta con una legión de seguidores en las redes sociales. Hasta que aparezca el libro, Alzando vuelo, la mayor cualidad que se le reconoce al premiado es haber construido una audiencia exorbitada: cerca de 900.000 seguidores en Twitter y algo más de 700.000 en Instagram.
Diez días después de la concesión del galardón y tras un revuelo mayúsculo por la calidad de los escritos que presenta el premiado en sus redes sociales, Espasa pidió hoy lunes a Cabaliere que se grabara un vídeo desde Venezuela, país donde supuestamente reside, y en cuyos círculos literarios nadie parece conocerle, para demostrar su mera existencia. Se pretendía zanjar así la sospecha de que se tratara de una máquina programada para boicotear al premio poético, y que lo escrito era una mera combinación algorítmica. A media tarde, ha aparecido el protagonista: “Meses antes de presentarme soñé que lo ganaba. Los sueños se cumplen”, dijo en un vídeo difundido por él mismo y por Espasa.
Cabaliere no tiene obra conocida, al menos en España. “En Venezuela, no sabemos”, aseguran desde Espasa. Tampoco saben si su nombre es un seudónimo. La primera vez que sus escritos impresos en forma de poemario se enfrentaron a un jurado fue junto con otros cuatro finalistas, y ante Luis Alberto de Cuenca, Ana Porto, Marwán, Alejandro Palomas y Ana Rosa Semprún, editora de la casa. El jurado falló por mayoría, no por unanimidad. “Fue por mayoría y hubo discusión. No puedo decir más. Los cinco finalistas eran flojitos”, reconoce De Cuenca, que señala que el premio busca sobre todo “el perfil en redes sociales”. Marwán asegura que no se siente cómodo y subraya que no fue unánime. Alejandro Palomas, lo mismo: “No quiero opinar sobre un veredicto no unánime”. La opción de declarar desierto el premio no se contempló.
Marwán, miembro del jurado, dice no sentirse cómodo: “No fue unánime”
Espasa prometió a este diario que pondría al premiado al teléfono esta tarde. Luego denegó la entrevista, aplazada hasta el 15 de octubre, momento del lanzamiento del libro. Semprún, directora general de Espasa, rechazó asimismo responder a las preguntas de EL PAÍS sobre este caso, que cuestiona la credibilidad del premio literario.
“Los nuevos escritores piensan que no serán publicados porque tienen pocos seguidores en sus redes sociales. Se ha convertido en una obsesión del novel. Este tipo de estrategias demuestra que hay gente con poco talento literario, pero mucho para hacer marketing de sí mismo”, asegura Luna Miguel, poeta y editora de Caballo de Troya. “Exista o no, se ha premiado algo ajeno al contenido del libro. Lo puedo decir sin haberlo leído y tras ver otros premios y otras publicaciones del sello”, añade Miguel.
La editorial Espasa confirma que el poemario será similar a lo que muestra en sus redes sociales, versos como: “Porque hay días que tu mejor opción es irte a dormir, durmiendo las cosas no pesan, no duelen, no cansan”, puede leerse en uno de los fragmentos subidos a Instagram. Cabaliere aclara en este perfil que sus publicaciones en redes sociales “no son poesía”.
La cuenta de Twitter que luego se convirtió en @rafaelcabaliere se creó en febrero de 2011. Entonces tuiteaba como @elperrocriollo, según Twitter, que permite trazar los cambios de nombre de una misma cuenta con una sencilla búsqueda. En septiembre de 2017, Cabaliere borró los tuits anteriores y cambió de estrategia. Por las respuestas y las menciones que recibía en los años anteriores el contenido general de los tuits era similar al actual.
En su nueva vida, la constancia es esencial. Su cuenta saca un tuit temprano por la mañana, hora venezolana, y apenas tiene más actividad. Lleva poco más de 1.300 tuits en tres años. Cabaliere sabía aparentemente qué quería y qué funcionaba en esa red social. Al principio enlazaba una cuenta de Instagram, ahora inactiva, o sus mensajes borrados. Hoy no hay ninguna referencia en la cuenta de @rafaelcabaliere a “Venezuela” o “Maduro”. No está claro que en su época anterior no la hubiera.
“Me recuerda a lo de Manuel Bartual en su día: viralización pura y dura porque gusta el contenido y se expande. ¿Qué explicación tiene? Ninguna. ¿Se puede replicar? Difícil, ya me gustaría saber a mí cómo funciona la cabeza de la gente”, dice María Bretón, responsable de social media de la agencia de medios GroupM.
La mayor rareza en estos años es la diferencia entre sus tuits. Algunos apenas tienen unas docenas de retuits y, al día siguiente, otros viralizan con 2.000 o 3.000 retuits. Los expertos ven posible un comportamiento orgánico tan desigual, y es además difícil de demostrar trampas en tuits específicos. El fenómeno de Cabaliere no es muy extraño para especialistas en influencers y redes sociales. La constancia y la viralidad pueden llevar a tener cientos de miles de seguidores en un tiempo.
En Instagram su despegue es incluso más espectacular: 27 capturas de pantalla con sus versos le han llevado a más de 700.000 seguidores. “Las métricas no me parecen extraordinarias. La correlación entre comentarios y likes es un poco baja pero entra más o menos dentro del orden. Quizá le sigue gente algo mayor que es menos dada a comentar a los niveles de los más jóvenes en TikTok”, dice Jesús San Román, cofundador y CEO de Binfluencer.