Homofobia telúrica

El director logra un escalofriante retrato de un padre de familia gay cercado por el pavoroso mundo de la religión y las terapias contra homosexuales

Juan Pablo Olyslager, en 'Temblores'.

El ambiente opresivo e infecto que transmite Temblores se cuela lentamente en la piel del espectador. Un pavor que persigue a su protagonista, un padre de familia gay que intenta rehacer su vida mientras la tierra y sus movimientos sísmicos, ecos del dogma evangélico en el que ha crecido, parecen atenazarlo. Una fuerza mayor, bíblica, capaz de doblegar su verdadero yo. Ese ambiente telúrico, gris y plomizo, es uno de los principales logros de una película que se pega en la conciencia para relatar el vía crucis de un hombre dispuesto a vivir libremente su sexualidad en un país, Guatemala...

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El ambiente opresivo e infecto que transmite Temblores se cuela lentamente en la piel del espectador. Un pavor que persigue a su protagonista, un padre de familia gay que intenta rehacer su vida mientras la tierra y sus movimientos sísmicos, ecos del dogma evangélico en el que ha crecido, parecen atenazarlo. Una fuerza mayor, bíblica, capaz de doblegar su verdadero yo. Ese ambiente telúrico, gris y plomizo, es uno de los principales logros de una película que se pega en la conciencia para relatar el vía crucis de un hombre dispuesto a vivir libremente su sexualidad en un país, Guatemala, cuya latente homofobia aterra. Como le dice su amante al protagonista: “¿Qué te crees, que sería fácil ser marica? Ni que fuese esto Luxemburgo”.

Ese ambiente telúrico, gris y plomizo, es uno de los principales logros de una película que se pega en la conciencia

La película arranca como una gran arcada. El personaje que interpreta Juan Pablo Olyslager entra en la casa familiar —evangélica, burguesa, de madera oscura, criados indígenas, collares de perlas y pesadas cortinas—, para echarse como un animal herido en los brazos de una mujer (hermana, madre, esposa, en ese momento no está claro), y sin poder articular palabra vomitar mientras ella sostiene su frente como si fuera un niño. Una secuencia poderosa que enmarca el papel de la sociedad y la familia en este cuadro de otro tiempo regido por los dogmas religiosos y el asco.

Con sutileza en un discurso de fondo firme y duro, estupendas interpretaciones y un juego de contrastes sociales trazados con elegancia, Jayro Bustamante conduce su cámara entre salones con alacenas de buena porcelana, rituales y terapias religiosas aterradoras y las calles del centro de una ciudad sacudida por los temblores del título. Pero Bustamante no abusa ni de la metáfora del terremoto ni de un activismo de trazo grueso. Temblores pone así el mejor engranaje a la trilogía que inició con Ixcanul y que cerró con La llorona para confirmar una voz capaz de ahondar en los grandes tabúes y traumas de Guatemala y su pasado.

TEMBLORES

Dirección: Jayro Bustamante.

Intérpretes: Juan Pablo Olyslager, Diane Bathen, Mauricio Armas, María Telón.

Género: drama. Guatemala, 2019.

Duración: 107 minutos.

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