‘Heimat’ para nuevos ponis

Pese a su permanente tufillo a telefilme de sobremesa, Un verano inolvidable al menos aporta unas vistas idealizadas del campo alemán y un par de magníficos ejemplares equinos. El resto, como ocurre en la granja del título en su versión original (Immenhof), es pasto para ponis.

Una película familiar que ni de lejos se acerca a clásicos del género ecuestre-infantil como El corcel negro (1979), aunque tenga alguna buena galopada. Al puro estilo Heimatfilm, aquel cine de posguerra que reivindicaba la inocencia perdida y los valores de la vida rural de Alemania o...

Pese a su permanente tufillo a telefilme de sobremesa, Un verano inolvidable al menos aporta unas vistas idealizadas del campo alemán y un par de magníficos ejemplares equinos. El resto, como ocurre en la granja del título en su versión original (Immenhof), es pasto para ponis.

Una película familiar que ni de lejos se acerca a clásicos del género ecuestre-infantil como El corcel negro (1979), aunque tenga alguna buena galopada. Al puro estilo Heimatfilm, aquel cine de posguerra que reivindicaba la inocencia perdida y los valores de la vida rural de Alemania o Austria, esta nueva Immenhof pretende trasladar esos mismos principios a la era de la fama, el postureo y los influencers.

Aquí la historia es la de tres hermanas, una veinteañera, una adolescente y una niña, que luchan para no perder la hípica que heredaron de su padre, un campeón del equipo olímpico alemán fallecido en un incendio en sus propias cuadras. La protagonista es la hermana mediana, la que ha heredado el don con los caballos y la encargada de montar y cuidar al pura sangre del padre, Holly, una preciosa yegua marrón traumatizada desde la muerte de su entrenador. El vecino de la granja, propietario de una cuadra de caballos millonarios, será la principal amenaza de la bucólica estampa de las hermanitas y los ponis. La enemistad se recrudece con la llegada a la finca de lujo de un nuevo ejemplar, el negro y veloz Cagliostro.

Un verano inolvidable retoma y actualiza la temática de una serie de películas muy populares en la Alemania Occidental de la Guerra Fría, inspiradas en una novela juvenil de Ursula Bruns, una loca de los caballos que dedicó su vida a divulgar razas autóctonas y el senderismo ecuestre. La primera película es de 1955, Las chicas de Immenhof, que situaba a las tres hermanas en la granja de su abuela, una propiedad centenaria dedicada a la cría y venta de ponis. Como ocurre en esta secuela millennial, las deudas económicas ponían en jaque el cuadro familiar.

En realidad, Una boda en Immenhof, Vacaciones en Immenhof, Las gemelas de Immenhof o, la última, de 1974, Primavera en Immenhof, solo son variantes de argumentos naif con un mismo gancho de fondo: los caballos (y ponis).