Hirokazu Kore-eda: “¿Y si el ser humano es el virus del planeta Tierra?”
El ganador hace dos años de la Palma de Oro en Cannes pasa sus días confinado en su Tokio natal viendo cine clásico con su hija
Hace justo dos años, el festival de cine de Cannes, que hoy hubiera clausurado su 73ª edición, se rindió ante el japonés Hirokazu Kore-eda (Tokio, 57 años) y su Un asunto de familia, Palm...
Hace justo dos años, el festival de cine de Cannes, que hoy hubiera clausurado su 73ª edición, se rindió ante el japonés Hirokazu Kore-eda (Tokio, 57 años) y su Un asunto de familia, Palma de Oro gracias a su talento para retratar a lo largo de su carrera con sutilidad los movimientos sísmicos emocionales de las familias. Desde su ciudad natal, donde pasa confinado la pandemia junto a su esposa y su hija de 12 años, el cineasta, uno de los creadores que aúna el éxito entre la crítica y el público y el respeto de compañeros de profesión como Steven Spielberg, uno de sus mayores fans, recuerda aquella jornada: “Disfruté muy tarde de la fiesta tras la ceremonia. Cuando me acerqué a dar las gracias a los miembros del jurado, su presidenta, Cate Blanchett, me contó cómo le había impresionado la interpretación de Andô Sakura en la película. Cate imitando a Andô en la secuencia del lloro… Todavía lo recuerdo, fue una noche fabulosa”.
Kore-eda contestó esta semana a la entrevista vía correo electrónico. Sus respuestas en japonés fueron traducidas al inglés por una asistente en la potente productora y distribuidora Gaga, la compañía que respalda el cine del cuarto autor de su país en ganar la Palma de Oro, tras Teinosuke Kinugasa, Akira Kurosawa y Shohei Imamura, que la obtuvo en dos ocasiones.
Pregunta. ¿Qué hace estos días?
Respuesta. Veo películas. Por desgracia, no en salas sino en casa.
P. ¿Qué tipo de películas?
R. Durante marzo y abril estuve viendo con mi hija diariamente los clásicos que a mí me emocionaron con su edad: El planeta de los simios, Luna de papel, El padrino y otros similares. En solitario en mayo estoy volviendo a repasar clásicos de Hollywood, como los dirigidos por Wiliam Wyler y George Cukor.
P. Personalmente, ¿cómo se encuentra?
R. Como si hubiera vuelto a mis días de colegial. No sirve de nada enfadarse, así que acumulo mis fuerzas y pienso en cómo se transformarán o no las películas tras la pandemia.
P. ¿Es posible que el confinamiento por el coronavirus cambie nuestra forma de consumir cine?
R. Es cierto que hasta yo mismo estoy viendo productos audiovisuales en plataformas mucho más que antes de la covid-19. Está pasando en todo el mundo, y necesitamos pensar más qué son las películas y las experiencias cinematográficas que nos proporcionan.
P. ¿Estamos dirigiéndonos a un mundo más paranoico?
R. Puede ser. Y si lo reflejo en futuras películas, me gustaría hacerlo no de forma directa sino de manera metafórica, como en La invasión de los ladrones de cuerpos, de Don Siegel, que he recuperado recientemente. Vamos, al estilo de lo que hice en Air Doll.
P. Puede que Air Doll sea una película con conexiones con la situación actual.
R. No lo tengo tan claro. El hecho de que un cuerpo, el de una muñeca hinchable, experimente el éxtasis al recibir en su interior el aliento de su ser amado ignora la distancia social que hoy no lo permitiría.
P. ¿El arte y la cultura son necesarios durante la pandemia?
R. Por supuesto. Titanic es una de las películas que he visto estas semanas con mi hija. Recuerde, por ejemplo, la secuencia en la que la orquesta sigue tocando mientras se hunde el transatlántico. Me conmueve, tanto como la actitud del capitán que decide quedarse en el barco.
P. La mayor parte de sus películas hablan sobre la familia. ¿Cómo van a cambiar las relaciones familiares tras la covid-19?
R. La familia es la más pequeña de las comunidades. El vínculo entre familias que puedan confiar unas en otras o en su comunidad se volverá más tenue y aumentará el aislamiento.
P. ¿Es usted optimista?
R. Yo creo que sí.
P. ¿Encuentra razones para estar asustado ante el futuro?
R. La palabra asustado no encaja en mí. Pero esto puede ser decisivo para el mundo, la sociedad y los seres humanos. Así que intento no dejarme llevar y sí estar atento a ver dónde nos lleva la marea.
P. Puede que necesitemos cambiar nuestro sistema político y social.
R. ¿Y si el ser humano es el virus del planeta Tierra? ¿Y si ha sido una emergencia que esperaba desde hace tiempo? Me pregunto esas cosas mirando al cielo más bonito que haya visto jamás gracias al menor movimiento de gente.
P. ¿Cómo ha sido la respuesta a la covid-19 en Japón? ¿Y su Gobierno? Usted siempre asegura que los japoneses son maestros en regatear los conflictos.
R. Se dice que los japoneses somos buenos en mantener relaciones fluidas, al evitar las discusiones. El lado malo es que la presión social que no admite que seas diferente al resto de la gente es muy fuerte en mi país. Como dicen dos viejos proverbios: “Si no puedes vencerlos, únete a ellos” y "Quien sobresale será castigado”.
P. ¿Volverán las emociones y los abrazos? En sus películas, al contrario que lo habitual en su cultura, hay bastantes abrazos… y estos días tenemos que mantener la distancia social.
R. No estoy seguro de que haya muchos abrazos en mis películas. ¡A los filmes europeos sí que les va a afectar! En Japón dejará más huella en nuestros mecanismos psicológicos internos.
P. En su cine, las heridas emocionales se curan rápidamente gracias a la humanidad de sus personajes. ¿Eso es posible en esa situación que vivimos?
R. Aunque no estoy seguro si ocurre de forma rápida, la interacción con otros es obligada para sanar esas heridas. Ahora, no sé decirle si eso es solo con humanos. Puede ser con gente muerta, o con plantas.