Opinión

Gracias, Asunción

El director Mario Gas recuerda la trascendencia profesional de “la Balaguer”, la gran actriz fallecida

La actriz catalana Asunción Balaguer, interpretando 'Follies'. En vídeo, obituario de la actriz.Vídeo: Teatro español, epv

Se nos ha ido Asunción Balaguer. Una mujer extraordinaria. Una actriz extraordinaria. Noventa y cuatro años vividos intensamente. Su luz, su cordialidad, su amoroso trato nos acompañarán siempre.

Asunción Balaguer, que nunca perdió su catalán de Manresa, ya que lo seguía hablando con música perfecta, abrazó el teatro muy joven, triunfó en Madrid y se consagró como actriz: rápidamente se la reconoció como “la Balaguer”, apelativo este destinado a las grandes. Pronto se cruzó en su vida u...

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Se nos ha ido Asunción Balaguer. Una mujer extraordinaria. Una actriz extraordinaria. Noventa y cuatro años vividos intensamente. Su luz, su cordialidad, su amoroso trato nos acompañarán siempre.

Asunción Balaguer, que nunca perdió su catalán de Manresa, ya que lo seguía hablando con música perfecta, abrazó el teatro muy joven, triunfó en Madrid y se consagró como actriz: rápidamente se la reconoció como “la Balaguer”, apelativo este destinado a las grandes. Pronto se cruzó en su vida un apuesto actor, un tal Paco Rabal, “su Paco”, el gran Paco Rabal, al que ella se entregó en cuerpo y alma con un amor sin límites, pero sabiendo siempre con quién estaba, y por qué estaba. Un amor lúcido y consciente.

A mediados de los ochenta volvió ocasionalmente al oficio. Tuve la suerte de conocerla y ya aprender a quererla en la serie televisiva Gatos en el tejado, dirigida por Alfonso Ungría y protagonizada, entre otros, por Emma Cohen y José Sacristán. Trabaje como actor en dicha serie y ahí ya pude apreciar la gran calidad artística y humana de Asunción.

Y cuando Paco —su Paco— la convirtió en viuda, volvió a florecer como actriz con una maestría y con un gancho espectaculares.

Y en el año de gracia de 2012, todos sus compañeros —técnicos, actores, cantantes, bailarines y bailarinas, músicos, oficinistas, y por supuesto, el público que llenaba el teatro a diario y respondía con entusiasmo desbordante al espectáculo ofrecido por magníficos intérpretes—, todos, repito y subrayo, tuvimos la enorme suerte de verla actuar y cantar y bailar en Follies, de una manera absolutamente genial y cautivadora.

Brava, bravísima en los ensayos, aprendiendo claqué, estudiando sus canciones, disciplinada, tesonera, no era la compañera mayor de 87 años a la que miras con cierta ternura condescendiente, no. Era valiente, constante, dura, machacona... y sonriente y llena de encanto.

En Follies, al final, el público prorrumpía en aplausos y bravos dedicados a los protagonistas, poniéndose en pie, pero cuando le tocaba el turno a Asunción aquello se convertía en un tsunami: teatro en pie, griterío interminable. El Español, como se dice en el argot teatral, se venía abajo. Y ella, humilde, no hacía nada para alargar artificialmente aquel interminable aplauso. Su triunfo era el de todos. Porque la adorábamos y éramos conscientes de su arte y de su valía. Su Broadway Baby era mundial.

Asunción, allá donde estés, te mereces el mejor lugar, recibe mi cariño, mi admiración y mi más absoluto reconocimiento.

Solo me queda desearte un buen viaje al infinito y darte las gracias. Gracias por ser como has sido, por dejarme estar cerca de ti y por mostrar tu amor por el teatro y por la vida.

Tuyo, Mario Gas.

Mario Gas es director de teatro y actor

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