Padre, madre, Queen fue el culpable

Este grupo fue la semilla de todo lo que luego nació y creció en mi interior a nivel musical

El grupo Queen en una imagen promocional.universal music spain

Queen fue el culpable. El primer esguince musical en el cerebro lo tuve al escuchar su Greatest Hits II, en uno de mis cumpleaños adolescentes, sentado en el sillón de cuero negro destinado a mi padre y que esa noche se me prestaba por ser el homenajeado. Lo escuché en bucle varias veces con los auriculares buenos, los que también pertenecían a mi padre, los robustos, los de cordón en espiral negro a modo de cable telefónico. Aquel disco me abrió la cabeza. Un buen accidente. Aún no lo sabía pero yo quería provocar algo parecido en otras personas. Creo que aquella noche, sin darme cue...

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Queen fue el culpable. El primer esguince musical en el cerebro lo tuve al escuchar su Greatest Hits II, en uno de mis cumpleaños adolescentes, sentado en el sillón de cuero negro destinado a mi padre y que esa noche se me prestaba por ser el homenajeado. Lo escuché en bucle varias veces con los auriculares buenos, los que también pertenecían a mi padre, los robustos, los de cordón en espiral negro a modo de cable telefónico. Aquel disco me abrió la cabeza. Un buen accidente. Aún no lo sabía pero yo quería provocar algo parecido en otras personas. Creo que aquella noche, sin darme cuenta, quedó marcado mi destino: yo iba a hacer música.

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Este grupo fue la semilla de todo lo que luego nació y creció en mi interior a nivel musical y por eso siempre lo nombro como mi gran referencia y mi grupo favorito, ese título de honor tan volátil, que va cambiando conforme encuentras nuevos amantes musicales. Lo que ocurre es que esos nuevos amantes siempre acaban perdiendo el vigor de la novedad y Queen sigue siendo aquel al que acabo volviendo.

De Queen me lo cantaba todo, incluso los solos de guitarra de Brian May, unos solos que para mí tenían tanta importancia como la voz de Freddie -y eso es mucha importancia-. Cantaba aquellas letras en un inglés que muchas veces me inventaba y que tenía que destrozar a golpe de falsete porque la voz del señor Mercury me quedaba demasiado aguda.

Si pienso en qué es lo que quedó de aquellos británicos en mi forma de entender la música lo primero que me viene a la cabeza es una palabra clave: melodía. La búsqueda de la melodía perfecta -Bohemian Rhapsody se debe acercar mucho- es lo que me obsesiona a la hora de hacer canciones. Las letras me fluyen por instinto y por mis años dedicados a los Serrano, Sabina y Drexler. La obsesión por las líneas vocales emocionantes se la tengo que achacar a Mercury, May, Deacon y Taylor.

También me generaron expectativas. Es ver de nuevo -lo habré hecho ya 50 veces- su concierto en el Live Aid de 1985, en ese Estadio de Wembley abarrotado... y querer hacer lo mismo. Pero no como un deseo romántico inalcanzable, como una fantasía que te conformas con imaginar con una sonrisa. No, creo que poco a poco lo he convertido en el deseo de un inconsciente, de un demente que no se da cuenta de lo que es posible y lo que no. Y resulta que la vida me ha regalado momentos parecidos -salvando las distancias-. ¿Es o no es de locos? 

Queen fue el culpable de esta locura que dejó a mis padres varios años sin dormir, preocupados por el cambio de rumbo profesional de su hijo. Padre, madre, Queen fue el culpable, yo solo hice lo que me susurraba Freddie.

Mikel Izal es el líder de la banda Izal. 

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