La idiota parodia informal

En la película de Etan Cohen, que no es nuevo en el asunto paródico, ni hay contexto ni hay oportunidad ni hay originalidad ni hay gracia

John C. Reilly y Will Ferrell, en el filme.

Cuanto más influyente y reconocible es un mito, mejores son las condiciones para su parodia. No hay mayor mito en la historia de la humanidad que Jesucristo, con el que el concepto “cultura de masas” se queda corto, ni mejor parodia que La vida de Brian (1979). Sin embargo, a la película de los Monty Python no solo le acompañaba su objeto; también su contexto y su oportunidad (la contracultura de los años setenta, el reciclaje musical de Jesucristo Superstar y su éxito inmediatamente anterior, incluso el merchandising católico con los carteles de “Se busca”), y, por ...

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Cuanto más influyente y reconocible es un mito, mejores son las condiciones para su parodia. No hay mayor mito en la historia de la humanidad que Jesucristo, con el que el concepto “cultura de masas” se queda corto, ni mejor parodia que La vida de Brian (1979). Sin embargo, a la película de los Monty Python no solo le acompañaba su objeto; también su contexto y su oportunidad (la contracultura de los años setenta, el reciclaje musical de Jesucristo Superstar y su éxito inmediatamente anterior, incluso el merchandising católico con los carteles de “Se busca”), y, por supuesto, la calidad intrínseca de sus gags y su originalidad: nadie se había atrevido a tanto.

HOLMES & WATSON

Dirección: Etan Cohen.

Intérpretes: Will Ferrell, John C. Reilly, Kelly MacDonald, Ralph Fiennes.

Género: comedia. EE UU, 2018.

Duración: 89 minutos.

Viene todo esto a cuento de Holmes & Watson, parodia del mito literario de sir Arthur Conan Doyle creada por Etan Cohen (no confundir con Ethan Coen), donde no se da ni una sola de las condiciones anteriores, salvo la del reconocimiento universal del personaje principal. Y, aun así, también habría que recapacitar sobre si las nuevas generaciones conocen a Holmes por el primigenio retrato de Conan Doyle o por las sucesivas serialidades a partir del personaje, donde se subvierten en cierto modo sus características para adaptarlas a las particularidades de los nuevos tiempos.

En la película de Cohen, que no es nuevo en el asunto paródico, pues es uno de los coguionistas de Tropic Thunder: ¡Una guerra muy perra! (2008), ni hay contexto ni hay oportunidad ni hay originalidad ni hay gracia. Es un desastre en todos los sentidos. La gran aportación de Cohen al personaje, que ya había sido desmitificado por Billy Wilder en La vida privada de Sherlock Holmes (1970), parodiado por Gene Wilder en El hermano más listo de Sherlock Holmes (1975), en una operación de grandes semejanzas con la formidable El jovencito Frankenstein, de su maestro Mel Brooks, y reciclado para los gustos contemporáneos en la versión de Guy Ritchie de 2009, Sherlock Holmes, y en la serie de la BBC de 2010, simplemente Sherlock, es que en Holmes & Watson el detective es un puro idiota. Que va acompañado de otro idiota, alrededor de otra corte de idiotas. Un dos tontos aún más tontos con situaciones y chistes de ínfima calidad en torno al sexo, la escatología y la imbecilidad que, eso sí, enlaza bien con otros de los trabajos como escritor de Cohen, al menos en su título y esencia, aunque no en su calidad: Idiocracia, distopía sobre un mundo dominado por la memez.

Y un último apunte: para rematar la faena y en una decisión harto discutible, la película se estrena solo en versión doblada, con las demasiado reconocibles voces de Santiago Segura y Florentino Fernández, lo que lleva a la sensación constante de estar ante una penosa sucesión de deslucidos vídeos de El informal.

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