Arma de destrucción individual

La película es un minimalista ejercicio de suspense, ambientado en un único escenario, un reducto del desierto

Un fotograma de 'The Wall'.

El contexto bélico, el suelo iraquí y el oficio del protagonista y el antagonista de cada una de las películas puede llevar al error de relacionar The wall con El francotirador. Y, sin embargo, qué poco tienen que ver los trabajos de Doug Liman y Clint Eastwood: en el tono, en sus objetivos y, aún menos, en el ideal político que las mueve.

The wall es un minimalista ejercicio de suspense, ambientado en un único escenario, un reducto del desierto, con un muro como parapeto, y dominado por la conversación entre un protagonista único y un personaje fuera de campo...

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El contexto bélico, el suelo iraquí y el oficio del protagonista y el antagonista de cada una de las películas puede llevar al error de relacionar The wall con El francotirador. Y, sin embargo, qué poco tienen que ver los trabajos de Doug Liman y Clint Eastwood: en el tono, en sus objetivos y, aún menos, en el ideal político que las mueve.

THE WALL

Dirección: Doug Liman.

Intérpretes: Aaron Taylor-Johnson, John Cena, Laith Nakli.

Género: bélico. EE UU, 2017.

Duración: 90 minutos.

The wall es un minimalista ejercicio de suspense, ambientado en un único escenario, un reducto del desierto, con un muro como parapeto, y dominado por la conversación entre un protagonista único y un personaje fuera de campo, del que solo se oye la voz, y que manipula tanto a su oponente como al propio espectador. Y es semejante descripción la que nos lleva a las dos obras que sí podrían ser los grandes referentes del guion escrito por Dwain Worrell: el thriller Última llamada (Joel Schumacher, 2002), escrito por Larry Cohen, ambientado en una cabina de teléfono, y con un francotirador al otro lado, amenazando al protagonista con un tiro en la cabeza si osa colgar el aparato; y el soberbio ejercicio de estilo Buried (Enterrado) (Rodrigo Cortés, 2010), también en sub(suelo) iraquí, y de deslumbrante cadencia dramática.

Más juguetona que trascendente, y rodada con tanta profesionalidad y brío como carencia de brillo por Liman, director de algunas películas estupendas (Swingers, El caso Bourne, Barry Seal) y de otras cuantas nefastas (Sr. y Sra. Smith, Jumper), The wall contiene un notable despliegue físico y vocal por parte de su protagonista (casi) único, Aaron Taylor-Johnson, pero, finalmente, en lo único que acaba descollando es en su insólito desenlace, por desacostumbrado en el cine americano. Lejos del patriotismo ensalzador del Eastwood de El francotirador, y muy cerca de un bromista cinematográfico harto de la campaña de propaganda de las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Hussein.

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