TEATRO

Dignidad por un salario medio de 3,5 euros al día

Los mexicanos Lagartijas tiradas al sol estrenan ‘Tijuana’ y ‘Santiago Amoukalli’

Gabino Rodríguez, en 'Tijuana'.MANUEL G. VICENTE

Día tras día y durante seis meses Gabino Rodríguez fue operario en una fábrica de Tijuana (México). Quería experimentar lo que siente cualquiera de los trabajadores en esa zona fronteriza entre México y Estados Unidos, cobrando 3,5 euros al día y en el país de al lado 6 euros por hora. Ese salario mínimo establecido por ley en 2015, 70,10 pesos diarios, según la Secretaría de Trabajo y Seguridad Social, obliga a la mayoría de trabajadores a vivir de la economía sumergida. “Es imposible vivir dignamente con esa mísera cantidad de dinero. Nadie puede sustentar a una familia con ese salario, las ...

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Día tras día y durante seis meses Gabino Rodríguez fue operario en una fábrica de Tijuana (México). Quería experimentar lo que siente cualquiera de los trabajadores en esa zona fronteriza entre México y Estados Unidos, cobrando 3,5 euros al día y en el país de al lado 6 euros por hora. Ese salario mínimo establecido por ley en 2015, 70,10 pesos diarios, según la Secretaría de Trabajo y Seguridad Social, obliga a la mayoría de trabajadores a vivir de la economía sumergida. “Es imposible vivir dignamente con esa mísera cantidad de dinero. Nadie puede sustentar a una familia con ese salario, las mujeres suelen montar una tiendecita en el portal de la casa y los hombres...”, explica el actor.

Lo que resulta evidente en las actividades que realiza el colectivo Lagartijas tiradas al sol es su compromiso artístico con México. Su objetivo con el proyecto La democracia en México (1965-2015), que iniciaron en 2007, es una revisión de su país 50 años después de la publicación del libro de Pablo González Casanova La democracia en México y retratar la realidad política, social e histórica a través de una serie de 32 aproximaciones a mundos sumergidos, en diferentes formatos artísticos, uno por cada estado de la república mexicana.

Los guiones para obras como Tijuana o Santiago Amoukalli, que desde hoy hasta el 14 de abril se representan en los Teatros del Canal, surgen de trabajos de investigación de biografías, documentos e historia por parte del grupo teatral.

Con Tijuana, explica Gabino Rodríguez, “nos cuestionamos los límites entre realidad y ficción. Y todo parte de una pregunta: ¿De qué modo la economía condiciona la manera en que nos relacionamos con la política? Nosotros ponemos sobre las tablas los hechos ficcionados con documentales, música y el trabajo actoral. Al espectador le toca pensar”. El escenario en el que se desarrolla la obra es minimalista, escasos elementos, pero suficientes para trasladarte a esa zona de México y sumergirte en una noche con mucho griterío, cargada de alcohol, ruido de coches para a la mañana siguiente levantarte y volver a hacer lo que harás el resto de tu vida, trabajar por un ridículo salario sin horizonte de cambio.

Para la segunda de las piezas, Santiago Amoukalli, Luisa Pardo y Gabino Rodríguez han construido un estado invisible partiendo de una situación real. Ambos artistas se trasladaron a Santiago Amoukalli, una pequeña comunidad localizada al suroeste de México donde sus 738 habitantes hablan, sobre todo, náhuatl y no tienen ni idea de español. “Vivimos allí, como si fuéramos extranjeros en nuestro país, las elecciones del 7 de junio de 2015. Con esta pieza pretendemos cuestionar la democracia mexicana en un ámbito específico con alto nivel de marginación”, explica Luisa Pardo.

Libros y documentales

Los proyectos de este colectivo no se reducen a la escenografía, Lagartijas tiradas al sol publican regularmente libros, editan audios e imparten talleres. En la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, presentaron Viento sobre el cráter. Una caminata del Dr. Atl , un ensayo visual de Pardo y Rodríguez que se inicia con una caminata de 500 kilómetros entre dos volcanes para descubrir los paisajes del México de hoy, 60 años antes el pintor y escritor Gerardo Murillo Cornado, Dr. Alt, había reflejado en pinturas los alrededores de la ciudad. “Lo más triste fue descubrir que donde el paisajista pintó una cascada hoy hay un canalillo de agua esponjosa contaminada rodeada de casas con tejados de uralita. Salir de la ciudad de México nos costó casi cuatro días. La urbe no termina de crecer porque en cualquier lugar se colocan cuatro maderas con un techo que se convierten en casas, provocado por la incesante e imparable migración del mundo agrario a la ciudad. Lo mejor fue descubrir a los cientos de personas llenas de bondad y cariño”.

Su trabajo, según explican, “no tiene que ver tanto con el entretenimiento, como ser capaces de crear un espacio para pensar”. Y de ahí surgen títulos como Esta es la historia de un niño que creció y todavía se acuerda de algunas cosas.

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