Violencia en el Cáucaso Norte

La película, premio Fipresci en el Festival de Cannes, es árida como su paisaje y como los seres que lo habitan, pero fecunda en sensaciones y frutos

Darya Zhovner, la protagonista de 'Demasiado cerca'.

Entre las repúblicas rusas del Cáucaso Norte, aparte de las algo más conocidas Chechenia y Osetia del Norte —eso sí, a causa de una guerra, entre 1999 y 2009, y de una tragedia, la masacre de Beslán, a manos de terroristas chechenos en el año 2004—, se encuentra la muy probablemente extraña república de Kabardia-Balkaria, remoto lugar donde se sitúa uno de los debuts cinematográficos más elogiados en este 2017: Demasiado cerca (Tesnota), un interesantísimo tratado sobre la crudeza de los lazos familiares y la independencia de la mujer, situado a finales de los 90 en un inhóspito entor...

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DEMASIADO CERCA (TESNOTA)

Dirección: Kantemir Balagov.

Intérpretes: Darya Zhovner, Olga Dragunova, Veniamin Kac, Atrem Cipin.

Género: drama. Rusia, 2017.

Duración: 118 minutos.

Entre las repúblicas rusas del Cáucaso Norte, aparte de las algo más conocidas Chechenia y Osetia del Norte —eso sí, a causa de una guerra, entre 1999 y 2009, y de una tragedia, la masacre de Beslán, a manos de terroristas chechenos en el año 2004—, se encuentra la muy probablemente extraña república de Kabardia-Balkaria, remoto lugar donde se sitúa uno de los debuts cinematográficos más elogiados en este 2017: Demasiado cerca (Tesnota), un interesantísimo tratado sobre la crudeza de los lazos familiares y la independencia de la mujer, situado a finales de los 90 en un inhóspito entorno en las antípodas de nuestra sociedad, y retratado por su novel director, Kantemir Balagov, de 26 años, con la fuerza visual de los profesionales con talento y con la agreste dureza sentimental del habitante de una zona de conflicto desde tiempos inmemoriales.

Con la cámara en los cogotes de sus protagonistas, a la manera de los hermanos Dardenne y de buena parte del cine social europeo contemporáneo, el director experimenta con el diseño sonoro, al tiempo que formalmente utiliza simbologías imperecederas como el color verde de las ropas como síntoma de probable esperanza y el río que fluye libre y salvaje como indicio de autodeterminación individual. Para aprisionar aún más a sus criaturas en el plano, Balagov ha filmado su película en formato 4:3, convencional durante décadas pero hoy prácticamente desaparecido, y bifurca en un doble ámbito su reflexión sobre la violencia intrínseca de la zona, y sobre las dificultades de entendimiento entre pueblos distantes que, sin embargo, han compartido el trauma de la opresión.

En primer lugar, en el recinto del núcleo familiar, donde las relaciones filiales son mostradas con tanta sutileza como ambigüedad moral, y donde los añejos matrimonios concertados conviven con la absoluta prohibición íntima de las parejas entre clanes contrincantes. Y en segundo lugar, trascendiendo el microcosmos familiar, hasta alcanzar la rivalidad entre repúblicas, con la guerra y el terrorismo como caballo de batalla. Dos vertientes que, en una secuencia de brutal impacto, se hermanan en ese salvaje cinefórum casero donde una machacada cinta de VHS con degollamientos en masa parece ejercer de chispa para el alistamiento adolescente.

Sin demasiada información oral sobre los personajes, y una notable utilización de la fisicidad de los cuerpos y sus mensajes como punto de apoyo, Demasiado cerca, premio Fipresci en el Festival de Cannes, es árida como su paisaje y como los seres que lo habitan, pero fecunda en sensaciones y frutos.

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