La novedad y la herencia

El realismo expresionista, asainetado y solanesco de La Zaranda y la poética del fracaso de Beckett, reformulados por la joven compañía sevillana Teatro a la Plancha

María Díaz, Manuel Ollero y Selu Nieto en 'La última boqueá'.Luis Castilla

La Zaranda ha creado escuela. En La última boqueá, rondó agónico escrito y dirigido por Selu Nieto, se palpa el realismo expresionista, asainetado y solanesco característico de la compañía jerezana; un realismo estilizado o esquemático, con sesgo caricatural, que se nutre de dos veneros caudalosos: la poética del fracaso de Samuel Beckett y los oficios de difuntos de Tadeusz Kantor.

Sus tres protagonistas, reflejo apenas cóncavo de muchos habitantes de barriadas populares y del agro español, repiten frases hechas, latiguillos y cantinelas: por el cauce humorístico abierto por e...

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La última boqueá

Autor y director: Selu Nieto.

Intérpretes: María Díaz, Selu Nieto, Manuel Ollero ‘Piñata’. Espacio sonoro: Ignacio Román. Espacio escénico: S. Nieto, Margarita Ruesga, Carlos Villarreal. Vestuario: M. Ruesga. Luz: Guillermo Jiménez.

Ayudante de dirección: Susana Hernández. Producción: Teatro a la Plancha. Madrid. Sala Cuarta Pared, hasta el 30 de septiembre.

La Zaranda ha creado escuela. En La última boqueá, rondó agónico escrito y dirigido por Selu Nieto, se palpa el realismo expresionista, asainetado y solanesco característico de la compañía jerezana; un realismo estilizado o esquemático, con sesgo caricatural, que se nutre de dos veneros caudalosos: la poética del fracaso de Samuel Beckett y los oficios de difuntos de Tadeusz Kantor.

Sus tres protagonistas, reflejo apenas cóncavo de muchos habitantes de barriadas populares y del agro español, repiten frases hechas, latiguillos y cantinelas: por el cauce humorístico abierto por el actor, autor y director sevillano, corren imágenes valleinclanescas.

María Díaz, Manuel Ollero Piñata y el propio Nieto, que rondan la treintena, nos recuerdan sin pretenderlo a los tres intérpretes de La Zaranda, en versión rejuvenecida: los dos primeros, la actriz en especial, son quienes más hondamente interiorizados tienen sus papeles, acaso porque Nieto ha dividido su energía entre la actuación, la escritura y la dirección escénica, y porque en ocasiones se ha repartido demasiado papel a sí mismo, cosas ambas que le sucedieron también a Paco Sánchez en algún espectáculo de La Zaranda: hasta en eso se asemeja Teatro a la Plancha a sus predecesores.

En este estilo teatral se bordea siempre el peligro de que el personaje, cuando su intérprete intenta suplir con empuje y desparpajo lo que la edad le regalará en unos años, acabe entrando en terreno paródico: por un instante, El Lindo, coprotagonista de La última boqueá, se da un aire a Torrente o a El Polito, calorro barcelonés que tanto se ha prodigado en YouTube.

Pasan los campanilleros, de Manuel López Farfán, es una marcha capaz de elevar y de sostener cualquier escena sobre la que suene (resulta tan vigorosa como la polaca Szara Piechota y tan sugestiva como el Walc François de Adam Jósef Karasinski, composiciones sobre las que Tadeusz Kantor tejió la dramaturgia de La clase muerta, semillero de La Zaranda y de todo lo que ha venido después), pero tiene mucha gracia la procesión desbarajustada que en torno suyo tejen Díaz, Ollero y Nieto.

En suma, en la escritura de Nieto hay fogonazos poéticos y filón alegórico, explotado aquí mediante una puesta en escena ritual, punteada por tres interpretaciones resolutas.

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