El latido de la ocupación

La brasileña Eliane Caffé ha compuesto un híbrido: una ficción asentada en los métodos del documental, un impulso creativo inspirado en la realidad

Imagen de 'Hotel Cambridge'.

Casi como una forma de negación divina, de rebeldía contra Aquel que para detener la construcción de una Torre de Babel que llegara hasta el Cielo los puso a hablar en idiomas distintos, el hotel Cambridge de S᷉ão Paulo, mastodóntico y abandonado, está habitado por cientos de mujeres y hombres con decenas de lenguas distintas, pero un objetivo común: la solidaridad, la lucha en común por una vivienda digna y la ayuda a los refugiados.

En su cuarta película, y primera estrenada en los cines españoles, la brasileña Eliane Caffé ha compuesto un híbrido: una ficción asentada en los métodos ...

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HOTEL CAMBRIDGE

Dirección: Eliane Caffé.

Intérpretes: Carmen Silva, José Dumont Isam Ahmad Issa, Suely Franco.

Género: docudrama. Brasil, 2016.

Duración: 93 minutos.

Casi como una forma de negación divina, de rebeldía contra Aquel que para detener la construcción de una Torre de Babel que llegara hasta el Cielo los puso a hablar en idiomas distintos, el hotel Cambridge de S᷉ão Paulo, mastodóntico y abandonado, está habitado por cientos de mujeres y hombres con decenas de lenguas distintas, pero un objetivo común: la solidaridad, la lucha en común por una vivienda digna y la ayuda a los refugiados.

En su cuarta película, y primera estrenada en los cines españoles, la brasileña Eliane Caffé ha compuesto un híbrido: una ficción asentada en los métodos del documental, un impulso creativo inspirado en la realidad que, a modo de trabajo en proceso, desde su Premio Cine en Construcción del Festival de San Sebastián de 2015, ha acabado legando un docudrama de palpitante autenticidad donde, en muy distintas ocasiones, uno no sabe si lo que está viendo está rodado especialmente para la película o ha sido montado con material audiovisual previo y real.

Las impresionantes imágenes del desalojo final apuntan a ello, y lo mejor es que encajan con casi desconcertante naturalidad en un universo donde, además, se fusionan en la interpretaciones los actores profesionales con la gente de la calle. Con el apoyo de diversos colectivos sociales brasileños que podrían haber llevado a la película hasta la unidireccionalidad y el panfleto, Hotel Cambridge, sin embargo, no se escuda en la pétrea defensa del desfavorecido para instalarse en el maniqueísmo. La microsociedad que protagoniza el relato, lejos del idealismo, también tiene sus imperfecciones, sus dificultades a la hora de plasmar en resultados prácticos sus modos de decisión asamblearios, sus recovecos de clasismo, donde, a pesar de su condición homogénea de okupas en un universo al margen de la sociedad establecida, la de fuera, también surgen estratos, o al menos están a punto de surgir, entre brasileños y extranjeros.

E independientemente de su evidente carácter de cine de denuncia, y de su formación multidisciplinar y artística, aunando redes sociales, cine, teatro y poesía, la película se hace fuerte en su retrato individual, el de la gente de carne y hueso, verdaderos ejes vertebradores de la dignidad y la lucha.

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