Análisis

Y las tropas volvieron

El 4 de abril de 2004, España está aún conmocionada por los atentados del 11-M. Impulsado por la ola de indignación que provoca el intento de Aznar de manipular políticamente la masacre, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero obtiene un inesperado triunfo en las urnas. Una de sus promesas electorales es retirar a las tropas españolas de la impopular e ilegal guerra de Irak.

En las semanas que dura el traspaso de poderes, el todavía ministro de Defensa, Federico Trillo, protagoniza un pulso con su sucesor, José Bono: Aznar pretende que los socialistas asuman el relevo del contingente...

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El 4 de abril de 2004, España está aún conmocionada por los atentados del 11-M. Impulsado por la ola de indignación que provoca el intento de Aznar de manipular políticamente la masacre, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero obtiene un inesperado triunfo en las urnas. Una de sus promesas electorales es retirar a las tropas españolas de la impopular e ilegal guerra de Irak.

En las semanas que dura el traspaso de poderes, el todavía ministro de Defensa, Federico Trillo, protagoniza un pulso con su sucesor, José Bono: Aznar pretende que los socialistas asuman el relevo del contingente en Irak, que ha terminado sus seis meses de misión, pero estos lo ven como una trampa para perpetuar la presencia de las tropas.

En ese tenso ambiente político se produce el ataque contra la base Al Andalus. Los estadounidenses, sin avisar al mando español responsable de la zona, detienen al lugarteniente del imán radical chií Muqtada Al Sáder. La concentración multitudinaria ante la base española, donde erróneamente creen los manifestantes que está el detenido, da paso a una lluvia de disparos de armas ligeras, granadas y morteros.“¡Nos están atacando desde el exterior!”, cuenta desde Nayaf el periodista Gervasio Sánchez. La batalla se salda con la muerte de tres soldados: un estadounidense, un salvadoreño y un iraquí. Entre los agresores hay más de 20 bajas, la mayoría a manos de los mercenarios de Black-water.

El desencuentro con Washington es creciente. Pocos días antes, España se ha negado a participar en el desmantelamiento del tribunal de la sharía (ley islámica) de Nayaf. Sus normas de enfrentamiento permiten usar las armas en acciones defensivas, no ofensivas. El virrey de Irak, el estadounidense Paul Bremer, acusa a los militares españoles de estar “sentados en sus carros de combate sin hacer nada”.

El PSOE teme verse arrastrado a una guerra no deseada y sabe que, si hay bajas españolas, la prometida retirada se presentará como un acto de cobardía. Por eso no quiere esperar. El 18 de abril, solo un día después tomar posesión, Zapatero ordena el regreso de las tropas.

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