La Biblioteca del Congreso, un orgullo nacional cuestionado

El director de uno de los símbolos de EE UU anuncia su retiro acechado por las polémicas

James Billington, en la biblioteca en 2009.Karin ZEITVOGEL (AFP)

Es de los puestos más selectos del organigrama institucional de Estados Unidos. Mientras se renuevan presidentes y legisladores, el bibliotecario del Congreso permanece. En sus 215 años de historia, la Biblioteca del Congreso, la mayor del mundo, solo ha tenido 13 responsables. El actual, James H. Billington, tiene 86 años y lleva casi 28 en el cargo. El miércoles anunció que se retirará el próximo 1 de enero, presionado por las polémicas: varias agencias gubernamentales han alertad...

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Es de los puestos más selectos del organigrama institucional de Estados Unidos. Mientras se renuevan presidentes y legisladores, el bibliotecario del Congreso permanece. En sus 215 años de historia, la Biblioteca del Congreso, la mayor del mundo, solo ha tenido 13 responsables. El actual, James H. Billington, tiene 86 años y lleva casi 28 en el cargo. El miércoles anunció que se retirará el próximo 1 de enero, presionado por las polémicas: varias agencias gubernamentales han alertado de la mala gestión del centro y lenta adaptación a las nuevas tecnologías.

Ser bibliotecario del Congreso es el broche de oro de una destacada carrera cultural y académica. Billington, experto en Rusia y bien relacionado con los círculos de poder en Washington, fue elegido en 1987 por el presidente republicano Ronald Reagan. El Congreso aprobó su designación. Los legisladores son los encargados de supervisar su gestión y de dotar de fondos a la biblioteca, ubicada a escasos metros del Capitolio y del Tribunal Supremo.

En sus 215 años de historia, la Biblioteca del Congreso, la mayor del mundo, solo ha tenido 13 responsables

La ley no establece límites de mandato. Los cambios se han efectuado solo por jubilación o fallecimiento, en un símil con los jueces del Supremo. Billington no será el bibliotecario que más tiempo ha ocupado el puesto. Herbert Putnam se mantuvo en él 40 años (1899-1939) y John Silva Meehan (1829-1861) durante 32. La función de todos ellos es cumplir con la “misión” oficial de la biblioteca: “Apoyar al Congreso en cumplir sus obligaciones constitucionales e impulsar el progreso del conocimiento y la creatividad en beneficio del pueblo americano”.

El Congreso creó por ley la biblioteca en 1800. Durante los 15 años siguientes se ubicó en el mismo complejo del Capitolio hasta que su colección quedó destruida cuando las tropas británicas prendieron fuego al edificio durante la Guerra de Independencia. Entonces, acudió al rescate el expresidente Thomas Jefferson, que donó su colección personal y estableció las bases de la imponente sede actual, inaugurada a finales del XIX. Actualmente, cuenta con 158 millones de elementos (36 millones de libros en 460 idiomas).

El edificio principal de la biblioteca.LIBRARY OF CONGRESS

La biblioteca es un orgullo nacional, uno de los pilares institucionales de este país. Su sede es parada obligatoria para los centenares de turistas y estudiantes que visitan cada día el National Mall, la explanada en el centro de Washington con memoriales a los héroes nacionales y las guerras luchadas. “Les ayuda a entenderlo de un modo más concreto”, dice Annette Melius, profesora de una escuela de Florida que ha enseñado en el último curso a sus alumnos de 11 años la historia del Gobierno estadounidense. Melius y una cuarentena de sus alumnos visitaban en la mañana de este jueves la biblioteca. Todos desconocían la marcha del bibliotecario.

“El cambio vendrá bien”, explica un trabajador de la biblioteca, que lleva 32 años en el departamento de relaciones con el público y declina dar su nombre. Elogia la capacidad de Billington, pero cree que su gestión en los últimos años se ha hecho demasiado personalista y que se “pierde detalles” sobre el día a día.

Buena parte de las críticas al bibliotecario conciernen a la lenta adaptación a las nuevas tecnologías. Existe el temor de que el centro quede rezagado y pierda renombre. Solo una pequeña parte de los libros están digitalizados, pero el citado trabajador esgrime que se está avanzando y que esa no es la función principal de la biblioteca.

Una auditoría determinó en 2013 que millones de elementos permanecían almacenados, algunos desde 1980, fuera del alcance del público. La última investigación gubernamental, difundida en marzo, acusó a la biblioteca de una “debilidad extendida” en la gestión de recursos tecnológicos y de falta de liderazgo.

En el comunicado de renuncia de Billington, la biblioteca destacó que creó dos portales digitales con unas 11.000 referencias y que durante su mandato la colección del centro se duplicó. “Nunca he tenido más confianza en la plantilla de la biblioteca”, dijo Billington en el comunicado.

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