El hombre que fue jueves

Sanzol y el caso Edipo

Coincidimos en que hay mucho de bromazo del destino en esta historia. “No reímos en Edipo rey, desde luego”, me dice Sanzol, “pero habría que rastrear si Sófocles no inventa la ironía trágica. Hay un momento en el que Edipo dice ‘Voy a ocuparme del asesinato de Layo como si fuera el de mi propio padre’. Es difícil no sonreír ante su inconsciencia o su soberbia. Pienso en El verdugo de Berlanga: sonríes y compadeces”. Alfredo Sanzol es, sobre todo, un autor y director de comedia. ¿Cómo ha encarado las emociones de una tragedia? “En la comedia sé que no he de hacerme el gracios...

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Coincidimos en que hay mucho de bromazo del destino en esta historia. “No reímos en Edipo rey, desde luego”, me dice Sanzol, “pero habría que rastrear si Sófocles no inventa la ironía trágica. Hay un momento en el que Edipo dice ‘Voy a ocuparme del asesinato de Layo como si fuera el de mi propio padre’. Es difícil no sonreír ante su inconsciencia o su soberbia. Pienso en El verdugo de Berlanga: sonríes y compadeces”. Alfredo Sanzol es, sobre todo, un autor y director de comedia. ¿Cómo ha encarado las emociones de una tragedia? “En la comedia sé que no he de hacerme el gracioso y conectarme con el dolor del personaje. Ante la tragedia nos dijimos: no sabemos cómo va esto, pero sabemos que no podemos ponernos solemnes. Y ser siempre verdaderos. Esa es la clave, en todo”. Juan Antonio Lumbreras (menudo, rostro infantil) no tiene, para empezar, el tipo “habitual” del héroe trágico, sino del hombre corriente. Paco Déniz es Creonte. Eva Trancón es Yocasta. Elena González es Tiresias y el mensajero. Natalia Hernández es el corifeo, y con Eva Trancón forma un coro “muy próximo, nada declamatorio. Para sonar próximo ha de implicarse en la historia, jugarse algo. No puede limitarse a describir”.

Cuando en la Resad montó Como los griegos (Greek), de Steven Berkoff, se sumergió en Edipo rey, que estrenará en la Abadía el próximo 24. “Descubrí una conexión inmediata”, me dice, “con un tema que siempre me ha obsesionado: el de hacer daño sin ser consciente. Hace daño a su familia pero también al pueblo tebano, porque descubre que él es la causa de la peste. No hay límites claros entre lo personal y lo público. Eso sucede en muchas tragedias griegas, y es fenomenal”.

Me viene a la cabeza una frase de William Blake: “Quien desea y no actúa engendra la peste”. Aquí, le digo, parece justo lo contrario: Edipo desea y engendra la peste. Aunque la verdad es que con sus cartas lo tenía difícil para hacer otra cosa. “Los filósofos griegos utilizan el concepto de “aporía”, de preguntas sin solución. Creo que lo que nos dice el mito de Edipo va por ahí: la capacidad del ser humano para crear su propia vida es mucho más limitada de lo que piensa. Hagas lo que hagas, debes pagar un precio, pero el mito busca también hacerte consciente de tus actos”.

Y luego está Edipo en Colono, le digo. “Ahí se amplía la enseñanza ¿no? Todo lo que le ha caído encima a ese hombre y sigue adelante”. “Desde luego”, me contesta Sanzol. “Está ciego y perdido pero no se mata”. Su montaje pasa en torno a una mesa con los restos abandonados de una comida, “como la del banquete nupcial de Mamma Roma, de Pasolini. Es un lugar de reunión en torno al que contar historias míticas que son, también, relatos de familia. En los ensayos, para hacer nuestro el mito, improvisamos a partir de recuerdos de parientes que habían vivido historias terribles y lejanas”. Hablamos de la portentosa estructura de Edipo. “Es tragedia, es leyenda, es la primera historia policiaca… Todo lo que sucede en esa hora y pico es increíble. He tenido la misma experiencia que con Esperando a Godot. Me decían: ‘Ahí no pasa nada’, y los personajes no paraban. Edipo es una rueda incendiada cuesta abajo”.

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