CRÍTICA | OUIJA

‘Slasher’ del todo a 100

Los responsables de 'Ouija' han construido su historia alrededor de la fatídica tabla en base a un rosario de lugares comunes

Fotograma de la película Ouija.

Cualquiera que en su adolescencia haya jugado a la tabla ouija, tomándoselo con al menos una pizca de seriedad, o en su defecto haya invocado a la mucho más española e insigne niña muerta Verónica, a través de aquellas tijeras entrelazadas a un libro de terror, sabe de las inmensas posibilidades que tiene el manejo de la noche, de las sombras y sobre todo de las psiques por parte de los más fuertes y lanzados de cualquier pandilla. Por eso resulta tan descorazonador que, en lugar de acudir a las jugosas rentas que puede producir el miedo mental, los responsables de Ouija hayan constru...

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Cualquiera que en su adolescencia haya jugado a la tabla ouija, tomándoselo con al menos una pizca de seriedad, o en su defecto haya invocado a la mucho más española e insigne niña muerta Verónica, a través de aquellas tijeras entrelazadas a un libro de terror, sabe de las inmensas posibilidades que tiene el manejo de la noche, de las sombras y sobre todo de las psiques por parte de los más fuertes y lanzados de cualquier pandilla. Por eso resulta tan descorazonador que, en lugar de acudir a las jugosas rentas que puede producir el miedo mental, los responsables de Ouija hayan construido su historia alrededor de la fatídica tabla en base a un rosario de lugares comunes del subgénero slasher (ya saben, un grupo de jóvenes la cagan haciendo algo prohibido, y van desapareciendo uno a uno con muertes cada vez más espectaculares), aderezado con otros cuantos clichés del cine de casa encantada.

Esa ausencia de cualquier atisbo de originalidad en su concepción del guión quizá lleve a su director, el debutante Stiles White, a intentar otorgar empaque a su producto por medio de la sutileza. Así, sorprende que la primera muerte, la del prólogo, sea casi en fuera de campo y mantenga una cierta elegancia, lo que hace presagiar un desarrollo, al menos, distinto al habitual. Sin embargo, con el transcurso de la película, White se queda a medias en todo: cuanto más muestra físicamente al espíritu de la niña menos miedo da, casi se echa de menos más sangre y vísceras, y el desarrollo del libreto es simplemente atroz.

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