Opinión

La amistad no era eso

Daniel Radcliffe, el Harry Potter del cine,protagoniza esta comedia romántica con diálogos casi literarios, de esos que quizá los tiranos de la verosimilitud denigren

Fotograma de 'Amigos de más'.

Las comedias románticas generacionales serán eternas. Complicidad, identificación, deseos de futuro, nostalgia del pasado, guiños culturales. Los personajes son lo que eres, o lo que eras, o lo que serás. Cada generación tiene sus películas de cabecera en el subgénero, categoría en la que no sería extraño que entrara Amigos de más,dirigida por el canadiense Michael Dowse, y basada en una obra teatral de T. J. Dawe y Michael Rinaldi, que esta vez juega con el estereotipo, tan real y palpable como el dolor que representa, del joven enamorado de la chica perfecta, con la que no puede hab...

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Las comedias románticas generacionales serán eternas. Complicidad, identificación, deseos de futuro, nostalgia del pasado, guiños culturales. Los personajes son lo que eres, o lo que eras, o lo que serás. Cada generación tiene sus películas de cabecera en el subgénero, categoría en la que no sería extraño que entrara Amigos de más,dirigida por el canadiense Michael Dowse, y basada en una obra teatral de T. J. Dawe y Michael Rinaldi, que esta vez juega con el estereotipo, tan real y palpable como el dolor que representa, del joven enamorado de la chica perfecta, con la que no puede haber mayor complicidad, necesidad, afecto, gracia y chispa, establecida en ambas direcciones, pero que ya tiene pareja.

Amigos de más

Dirección: Michael Dowse.

Intérpretes: Daniel Radcliffe, Zoe Kazan, Megan Park, Adam Driver, Mackenzie Davis.

Género: romance. Canadá, 2013.

Duración: 98 minutos

Dowse y sus guionistas huyen de lo fácil y maniqueo al dibujar a ese tercer vértice del maldito triángulo no como un energúmeno, sino como alguien con evidentes virtudes, lo que hace que el retrato de la pareja de amigos (de más) tenga que ser aún más fascinante. Y lo hacen a través de unos diálogos elaborados, casi literarios, de esos que quizá los tiranos de la verosimilitud denigren. Pero, ¿por qué hemos de necesitar siempre jóvenes personajes que no dicen nada brillante? Por lo demás, el engranaje de los atractivos secundarios es perfecto, e incluso el director se atreve con un par de sorprendentes momentos estrambóticos, casi en plan hermanos Farrelly. Y aunque la película acabe, parafraseando al título, con dos secuencias de más, redundantes e innecesarias respecto de la antepenúltima, inmejorable final, deja el regusto de lo tan sencillo como encantador.

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